BELÉN NAVA | 5-10-2018
El antiguo convento del San Jacinto -cuya denominación pasa a ser monasterio Belén de la Inmaculada- ubicado en la localidad de Agullent, es el hogar, a partir de ahora, de una nueva comunidad religiosa de vida contemplativa cuyo carisma es la adoración perpetua a Jesús Sacramentado, vivir y enseñar una profunda devoción a la Virgen así como la consagración a Jesús por María. Y precisamente por su carisma, la iglesia del monasterio quedará habilitada como capilla de Adoración Eucarística Perpetua de forma ininterrumpida las 24 horas, todos los días del año.
Las religiosas en las calles de Agullent. (FOTO: J.PEIRÓ)Agullent estaba de fiesta. Las campanas así lo anunciaban. Su repique subrayaba la alegría de una celebración muy especial: la llegada de una nueva comunidad religiosa a la localidad de la Vall d’Albaida.
Una alegría personificada en los rostros de las Hijas de la Sagrada Familia que saludaban a los vecinos de la localidad y de las poblaciones cercanas con una gran sonrisa y una gran cercanía.
El antiguo convento de San Jacinto, ahora ‘Monasterio Belén de la Inmaculada’, volvía a acoger entre sus muros una comunidad de vida contemplativa y su iglesia, se abría a los fieles para celebrarlo con una eucaristía presidida por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. Una celebración que comenzó con la lectura de la solicitud, por parte de la superiora general, María de Jesús, que había llegado procedente de Barranquilla (Colombia) de donde es originario este instituto de vida consagrada, para fundar la comunidad en este convento.
La celebración estuvo llena de momentos emotivos y con una enorme significado simbólico como la entrega en las ofrendas de una ramo de rosas blancas para la Virgen María. (FOTOS: J.PEIRÓ)María de Jesús agradeció el apoyo de todo el pueblo de Agullent así como “el paternal apoyo y especial bendición” del cardenal Cañizares. También explicó el por qué de la nueva denominación del monasterio ‘Belén de la Inmaculada’ puesto que “todos los monasterios de esta congregación reciben por primer nombre Belén porque tenemos como fin primero vivir a semejanza de Cristo e imitarlo en su vida de pobreza que se manifiesta desde su mismo nacimiento”.
La superiora general también dio a conocer a los allí presentes el carisma de las Hijas de la Sagrada Familia, que no es otro que “la adoración perpetua a Jesús Sacramentado, vivir y enseñar una profunda devoción a la Virgen así como la consagración a Jesús por María”, siguiendo el método de San Luis María Grignion de Montfort (Francia, 1673-1716). Además de los tres votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia, asumen un cuarto voto de “esclavitud Mariana”.
Tras sus palabras, el canciller secretario del Arzobispado, José Francisco Castelló, hizo público el decreto del cardenal arzobispo por el que se erige la nueva comunidad en el monasterio y se designa superiora local de conformidad a la superiora general. Asimismo, también se daba a conocer el nombramiento de José Manuel Vidal, párroco de Agullent, como capellán del monasterio.
“Inmensa alegría”
En su homilía, el cardenal Antonio Cañizares hizo patente la “inmensa alegría” que supone la nueva andadura como comunidad de las Hijas de la Sagrada Familia en el Monasterio de Belén de la Inmaculada de Agullent. “Dios ha querido que iniciéis esta andadura aquí precisamente en el día de los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, puesto que la misión que vosotras realizaréis en este monasterio es muy parecida a la de ellos”.
El Santísimo fue llevado en procesión por dentro del claustro del monasterio. (FOTO: J.PEIRÓ)El Cardenal también resaltó el carisma del instituto que es la adoración perpetua a Jesús Sacramentado, e invitó a los fieles a ser partícipes de la nueva capilla de Adoración Eucarística Perpetua porque “cuánta necesidad tenemos de abrirnos al Señor”. A través de la adoración, “el amor de Dios llega y se difunde su espíritu”.
Además, son las Hijas de la Sagrada Familia “sus enviadas en esta misión de hacer presente a Dios y proteger a los hombres”, aseguró el arzobispo de Valencia. Por lo tanto, “seamos agradecidos a Dios con este inmenso don que recibimos. Aunque nos queda por recorrer un largo camino, nada debemos temer si el Señor está con nosotros”.
Durante las ofrendas, las hermanas entregaron al Arzobispo un ramo de rosas blancas “obsequio a la Virgen María de nuestro filial amor” así como las llaves del monasterio a San José “como celoso portero para que no permita que nada malo entre a perturbar nuestra tranquilidad”.
Posteriormente se bendijo una imagen de san Miguel Arcángel que será entronizada en la Iglesia puesto que san Miguel es patrono de la congregación.
Ya al término de la eucaristía, tuvo lugar una procesión claustral con el Santísimo y quedó abierta solemnemente la capilla de Adoración Eucarística en el propio monasterio.
Su dulzura y bondad
Con la apertura de la capilla de Adoración Eucarística Perpetua la comunidad religiosa anunciaba “el inicio de su vida conventual”. Un gesto que se materializó con el cierre de la puerta que comunica el convento con la pequeña iglesia. La emoción se hacía patente en ese momento entre los fieles que abarrotaban la iglesia y es que, en estas semanas, las hermanas se han hecho un hueco en el corazón de los habitantes de Agullent y de Ontinyent. Su dulzura y su bondad ha calado hondo entre la feligresía que ha convivido con ellas estos últimos días mientras se realizaban las tareas de acomodo de la comunidad y de limpieza del nuevo hogar de las Hijas de la Sagrada Familia.

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