BELÉN NAVA | 6-09-2019
Guillem, Guillermo, María, Amparo y Loreto en Santa Rosa de Lima en Perú.
“Gracias por fortalecer nuestra fe, aquella que nos regalas y nos invita a ser cada día un poco mejores, a buscarte cada día un poco más y a llevarte a todos los rincones del mundo”. Estas palabras que pronuncia uno de los jóvenes valencianos que este verano ha vivido una experiencia misionera puede hacerse extensible al casi medio centenar de chicos y chicas que, junto con la Delegación de Misiones, estos meses de julio y agosto han dejado sus vacaciones aparcadas para centrarse en los más necesitados en países como Honduras, Perú, Cuba, Ecuador, República Dominicana o Mozambique. Porque tal y como estos jóvenes afirman “hoy estamos llamados a ser testimonio del amor de Dios en nuestro tiempo”.
Algunos de ellos ya han regresado a sus casas, mientras que otros lo harán en breve o en estos momentos sobrevuelan el ancho océano pero todos consideran lo vivido como un “regalo”.
En sus maletas se traen “un cúmulo de experiencias, emociones y sentimientos que hemos vivido durante el voluntariado misionero”, explican desde la Delegación de Misiones del Ar­zobispado de Valencia.
Mozambique
Lola, Dobra, Cristina y Jordi en Mozambique.
Laia, Míriam, Inés y María fueron de las primeras en hacer las maletas puesto que viajaron hasta Mozambique en julio. Su propósito queda plasmado en sus palabras: “Vamos a compartir todo lo bueno y contar historias bonitas, porque son muchas las que hemos vivido. Y así vencer de forma positiva lo caótico que puede resultar a veces el mundo…”
Ellas realizaron labores de atención a las necesidades del barrio 2000 y 2013 de Xai-Xai, uno de los doce distritos que forman la provincia de Gaza en la zona meridional del país africano. Su experiencia se ha podido seguir a través la cuenta en Instagram que han creado @vocesporxaixai.
En agosto fueron Lola, Dobra, Cristina y Jordi los que ayudaron en las ‘casas da criança’ que los padres mercedarios tienen en Xai Xai y en donde acogen a niños y adolescentes que viven en la calle, con la ayuda de algunas mujeres.
Durante su tiempo allí han podido conocer la realidad de los lugareños. “Estas personas viven sin luz ni agua pero su ilusión por llegar a tener un día, les lleva a trabajar diariamente en comunidad y sin ningún tipo de remuneración en la machamba (campo) para cortar arbustos y que así, en un tiempo, puedan instalar postes de luz”, explican. A pesar de vivir con los recursos más básicos siempre están dispuestos a compartir. Toda una “lección de generosidad y bondad”.
Su experiencia ha sido plasmada en la cuenta de Instagram @huellasenxaixai.
También en Mozambique, más concretamente en Ontupaia, estuvieron Mª del Mar, Mireia y Javi. Este año han podido comprobar como el proyecto que se inició en 2017 va haciéndose realidad.
“Aquellas ‘escolinhas’ que eran un porche, la sombra de un árbol o un recinto de adobe y paja, se convirtieran en un recinto digno que permitiera a los niños estudiar también en la época de lluvias. Gracias a la implicación de mucha gente lo conseguimos en un tiempo record y el verano pasado inauguramos las 9 ‘escolinhas’. Después nos pusimos manos a la obra para que todas las ‘escolinhas’ tuvieran sillas y mesas. Otra vez la gente se implicó tantísimo que en apenas tres meses esa fase del proyecto se convirtió también en realidad. Estos últimos meses hemos trabajado para conseguir pintarlas. En nuestros últimos días en Ontupaia pudimos ver como ese sueño también se convertía en realidad. Gracias a todos los que lo habéis hecho posible”, cuentan Mª del Mar, Mireia y Javi.
Honduras
Cruzando el “charco”, en Honduras, Raquel, Patricia, Javi y Elena colaboraron principalmente con la pastoral juvenil y de infancia de Nuevo san Juan, y acompañaron a las hermanas y sacerdotes a algunas comunidades más alejadas.
Perú
Sin dejar el continente americano Guillem, Guillermo, Ma­ría, Amparo, Loreto, Ma­ría Duart y Esther viajaron hasta uno de los lugares que nunca pueden faltar en los #veranomisión: el colegio Santo Tomás de Valencia ubicado en la capital peruana.
Ecuador
Junto al delegado de Misiones, el sacerdote Arturo Javier García, Vicente, Pablo, Nacho, Federico, Jerónimo, Ramón -seminaristas- y Víctor, prestaron apoyo a la labor que realiza el misionero valenciano Ramón Peris en la ciudad portuaria de Manta en Ecuador.
También pudieron recorrer el río Pastaza hasta llegar a una tribu Quéchua “donde hemos compartido mesa con una comida típica de allí: el Maito”. Para todos ellos ha sido “una experiencia de la misión con Aquel sabemos nos ama, nos envía y espera allá donde nos ha mandado”.
Cuba
Sergio, Julio y Carlos, tres de los seminaristas que en otros veranos han acudido a Ecuador, se decidieron este verano por participar en las misiones de la diócesis de Santa Clara.
República Dominicana
A finales de julio, a la diócesis de San Juan de la Maguana, en la República Dominicana llegaron Rocío, Valerià, José, David y Sergio que se vincularon los primeros días a la parroquia de Nuestra Señora de los Remedios, en Azua.
Allí, colaboraron en un centro educativo de La Bombita y realizaron actividades y catequesis para niños y jóvenes.
Y es que, tal y como aseguran todos los jóvenes “la misión no ha acabado este verano sino que acaba de comenzar”.

Con la educación en Honduras
Entre los meses de julio y agosto, además del grupo de jóvenes valencianos que viajaron hasta Honduras con la Delegación de Misiones Valencia, también lo hicieron otros dos grupos.
Mariola, Mireia, Isabel, Nico, Fernando, Manu, Nacho y Fernando, de Torrent.
Uno de ellos estuvo formado por Mariola, Mireia, Isabel, Nico, Fernando, Manu, Nacho y Fernando de la parroquia La Asunción de Torrent que colaboraron con proyectos que la ONG ACOES desarrolla allí, vinculado a la educación de niños y jóvenes con pocos recursos tanto en la ciudad como en zonas rurales. “En las escuelas, colaborábamos en las tareas de refuerzo académico con los alumnos con dificultades. También pasamos varios días en zonas rurales dando clase a niños y jóvenes que no pueden acudir a las escuelas ordinarias por la lejanía y la dificultad del transporte y cuyas clases dependen de que pueda ir algún profesor o los voluntarios, así que no siempre pueden tener clase. Todo esto siempre de la mano de los propios voluntarios de Honduras, jóvenes que también se benefician del trabajo de ACOES, por ejemplo, con becas para estudiar en la universidad, y que «a cambio» también son voluntarios”, nos comenta Fernando, uno de los jóvenes participantes en la experiencia misionera.
Jóvenes con la Biblioteca Sacerdotal Almudí.
Por otra parte, la Biblioteca Sacerdotal Almudí también organizó un experiencia misionera en Honduras en la que participaron seminaristas y jóvenes valencianos.
Allí trabajaron codo con codo con el Padre Patricio, que lleva como misionero en Honduras un cuarto de siglo y donde ha creado varios colegios a los que asisten miles de niños sin recursos.
Aquí, “estamos aprendiendo, rezando y disfrutando juntos con los hondureños y sus familias”, aseguraban desde Honduras los jóvenes que pudieron vivir esta experiencia.
En las afueras de Tegucigalpa el Padre Patricio ha conseguido que miles de niños y niñas puedan recibir la educación que les permita afrontar el futuro con esperanza. Además, ha creado varios colegios en los que aprenden cada día casi 10.000 niños y niñas. Muchos de ellos, ya han podido dar el salto desde la periferia de Tegucigalpa a la universidad.