B.N. | 25.02.2021
A muchos jóvenes les cuesta acudir a misa. Son activos en la pastoral juvenil de sus parroquias, colegios, movimientos, pero sentarse a escuchar la Palabra de Dios les da, por decirlo de algún modo “pereza”. Otros se plantean si no es lo mismo rezar en casa; los más osados afirman “aburrirse” y una minoría confiesa que “no obtengo nada de ir a misa”. Y ante la pregunta, ¿por qué debo ir a misa? Una respuesta sencilla: porque es una oportunidad para alabar a Dios y agradecerle por todo lo que ha hecho por nosotros y por ti y todos los que te rodean, ya sean amigos, familia y ante todo, recibir a Jesús Sacramentado… Hay muchos jóvenes, que pese a acudir a la iglesia, no sabe muy bien por qué va. Aún así sabe que al compartir ese momento con el Señor y celebrar la Eucaristía le hace querer ser mejor persona y le da fuerzas ante las adversidades.
El sacerdote Javier Marín Porgueres está, desde el pasado mes de septiembre, en San Josemaría Escrivá de Valencia. En ese tiempo, desde la parroquia se han fijado como objetivo el impulsar misa dirigida a jóvenes. ¿Cuál es el fin? ¿Por qué una misa solo para jóvenes? “Hay muchos jóvenes que se ven un poco forzados a vivir una fe escondida, con poca fuerza y alcance en su vida diaria, porque se ven un poco solos”, comenta Javier.
“Además, pienso que lo propio de la juventud es el afán de disfrutar de todo, y soñar con grandes proyectos, amar mucho y experimentar que pueden hacer cosas grandes en esta vida”, puntualiza. Si todo eso va acompañado de una experiencia fuerte de fe “vivida en comunidad, alegre y joven, entonces todos esos deseos alcanzan su verdadera plenitud y fuerza. Todo lo que hagamos para que los jóvenes puedan experimentar esta alegría y plenitud de la fe en Cristo, nunca será demasiado. Es el mejor acompañamiento que podemos hacer con ellos y la mejor herencia que podemos dejarles”, afirma con rotundidad. Pero además, puntualiza que “nuestro empeño con los jóvenes es reflejo de nuestro empeño por seguir llevando la alegría del Evangelio a todos los rincones del mundo, hoy y siempre”.
Isabel, Luis, Laura y Jorge son algunos de los jóvenes que cada domingo a las 20:20h. acuden a la parroquia de San Josemaría Escrivá para participar en la misa joven.
“La misa juvenil es un momento importante para que los jóvenes se encuentren con el Señor pero sobre todo un encuentro entre ellos, y ver que hay más jóvenes cada domingo que se unen a esta celebración. Dar testimonio de que los jóvenes en la misa no son una minoría rara, pero que juntos representan una fuerza para cambiar el mundo para siempre”, explica Laura. Que con una gran sonrisa recuerda unas palabras de san Juan Pablo II cuando citó un proverbio polaco que decía “si vives con gente joven, tendrás que volverte joven también”.
Todos ellos destacan que a la misa juvenil de san Josemaría asisten personas de todas las edades “que viven el ardor de la fe de manera joven y apasionada, testigos de la fe en Cristo”.
Jorge, por su parte, se definía hasta hace poco tiempo como un “católico pasivo”. Sin embargo, últimamente “he reflexionado sobre el don que Dios me ha dado de poder tocar la guitarra y cantar sin desafinar mucho. Que mejor oportunidad de agradecerle y devolverle a Dios ese don que cantando para Él en el gran misterio de la misa todas las semanas, ayudando a rezar a otros jóvenes como yo. ¡Es todo un honor poder servir de esta manera!”.
“Vengo de una familia cristiana consecuente con sus creencias”, afirma Isabel. Al entrar en la universidad comenzaron las dudas y también comenzó a cuestionarse sus creencias. “Empecé a vivir una fe fría, teórica, sin llegar a creer realmente lo que tenía delante”, reflexiona.
Tras unos años de “dar tumbos” tal y como ella misma lo define, Isabel coincidió con un grupo de jóvenes que pretendían formar una pequeña comunidad de fe para gente de su edad y de esta forma compartir “nuestro modo de vida tanto en misa como en una excursión a la montaña. Esto salvó mi vida. Gracias a compartir mi fe, con gente como yo, esta creció y maduró. Pasé a ser una verdadera seguidora de Cristo y salir cada día a su encuentro. Que los jóvenes nos juntemos y compartamos nuestras vidas es algo fundamental para mantenernos firmes en la fe en la sociedad actual. De ahí la importancia de que surjan cada vez más movimientos jóvenes y misas que fomenten esto”.
Luis María es un enamorado de la música folk americana de los 60. Cuando le propusieron participar en el coro de esta misa de jóvenes le pareció “una oportunidad maravillosa de juntar en una experiencia varias cosas que para mí son muy importantes: primero, animar con la música a más personas jóvenes a participar en la celebración del misterio más importante de nuestra fe; también, dar testimonio de que la fe no es algo para personas grises que se pasan el día rumiando pecados y penitencias, sino que es una invitación a celebrar la Vida y el amor de Dios que nos llama a encontrarle en cada momento y circunstancia de nuestra vida”. De igual manera, también me parecía una buena ocasión para ayudar a amigos míos que tienen una relación complicada con la fe, y a los que un ambiente más animado puede ayudarles a conectar de nuevo. Además, era una oportunidad única para conocer más jóvenes que quisieran vivir su fe como yo”, concluye.
Una vistosa cruz amarilla
Si al pasar por la facultad de Educación, Sociología o Derecho, en medio de la cartelería que anuncia el alquiler de una habitación y ofrece clases particulares, te encuentras con una cruz, no lo dudes. Son los jóvenes del Centro Arrupe.
Con un llamativo cartel naranja, con una vistosa cruz amarilla formada por dos dinámicos trazos que lo atraviesan te invitan a que tú, joven, participes en la Eucaristía que cada domingo se celebra a las 20:30h. en el mismo Centro Arrupe.
“Verás el mismo cartel 1’5 metros por 1’5 metros a la entrada de nuestra casa”, afirma el sacerdote jesuita Juanjo Aguilar. “El Centro Arrupe es una casa abierta al mundo y una casa abierta para ti también. En nuestra casa tendrás un espacio de encuentro y celebración cristianos, una oportunidad para rezar y cantar, un tiempo desde el que escuchar el Evangelio y animar tu forma de encarnarlo en la vida. Bienvenido, bienvenida”.
Janny asegura que “la Eucaristía de jóvenes es un espacio fraterno, con cantos diferentes y momentos para reflexionar, donde todos sentados a la mesa como hermanos disfrutamos del banquete del Señor”. Para ella, participar de la celebración y de las distintas inciiaivas del grupo MAG+S “ha significado para mí un medio que me conduce MÁS a la vida, donde me siento acogida y acompañada”.
“Es un tiempo para cuidar y compartir la fe desde un modo profundo y acompañado en distintos momentos por las canciones del coro”, comenta Francesc. “Las homilías de estas eucaristías invitan a vivir la fe desde lo cotidiano, reconociendo las señales de Dios (a veces muy claras, otras que requieren que estemos atentos/as) y sintiéndonos llamados a “gastar” la vida por los demás como hizo Jesús de Nazaret”, reflexiona puesto que “la fe nos llama a sentirnos comunidad, pero el modo de vivirla de cada creyente es único. Por ello, a lo largo de la hora que dura la misa, hay distintos momentos de silencio para orar tanto individualmente como compartiendo en pequeños grupos”.
En valenciano
Desde el pasado mes de septiembre y hasta el mes de junio los Salesianos de la Avenida de la Plata ofrecen un espacio de celebración y comunidad en valenciano, en torno a la Palabra de Dios y de la Eucaristía todos los domingos a las 20 horas en la parroquia de María Auxiliadora. Así “podemos, alimentados por Jesús, construir fraternidad y un mundo más justo. Es una alternativa para todos, como cualquier celebración cristiana, pero especialmente abierta a los jóvenes”, explican.
Sofía lo tiene claro, ella elije ir cada domingo a la misa “al igual que otros eligen ir a un partido de fútbol un domingo por la mañana. Al fin y al cabo es una actividad que, afortunadamente, nos ofrece nuestra casa para seguir viviendo y creciendo en los valores salesianos además de darte la oportunidad de tener un momento para ti donde poder parar después de toda la semana”.
“Soy consciente que gente de mi edad no dan ninguna oportunidad a la Iglesia porque se piensan que es cosa de mayores, pero eso justo es lo especial de esta misa. Si ya encontrar nuestro hueco dentro del “mundo de la fe” es difícil, tener que buscarlo solos sin nadie que nos lo cuente desde nuestra forma de ver la vida, acompañándonos y guiándonos me parece imposible”.
En esta línea se expresa Yaiza. La rutina y la inmediatez “nos hace olvidar el valor de lo verdaderamente importante. Es por ello que me siento muy afortunada por tener cada domingo la oportunidad de parar, reflexionar y disfrutar del momento que vivimos. También me hace recordar que estamos llamados a cuidarnos, pero sobre todo a amarnos, y eso son dos cosas que suelo tener muy presentes en mi día a día. De ahí la importancia que tienen para mí esos pequeños momentos para poder seguir el camino de Jesús y es que, la mejor forma de vivirlo es en compañía, con todas aquellas personas que comparten tu misma fe”, concluye.