BELÉN NAVA | 14.01.2021
La pandemia ha aflorado en nuestros jóvenes iniciativas solidarias que han sorprendido a una sociedad que se mostraba, en algunos momentos, algo pesimista respecto a las generaciones venideras. ¿Cuántas veces hemos oído hablar de los ‘Ni-Ni’ (Ni estudian, ni trabajan) o de la pérdida de valores de los jóvenes? Sin embargo, ellos han demostrado que esos, que muchas veces acaparan grandes titulares, son los menos.
La sociedad de hoy en día, nada tiene que ver con la de hace diez años, ni que decir con la de los padres o los abuelos con los que día a día conviven los jóvenes. A los jóvenes de la actualidad no les gusta sentirse solos y por eso siempre buscan a otros, pero tampoco les gusta sentirse “poco útiles”. Tienen grandes ideas y ganas de aportar su granito de arena para ayudar a los más desfavorecidos. Son muy conscientes de las desigualdades sociales y quieren luchar para erradicarlas.
Es por eso, que proyectos como ‘Una Navidad diferente’ demuestran que los jóvenes están ahí cuando más se les necesita.
Durante los días los últimos días del mes de diciembre, parte del alumnado de bachillerato de las Escuelas San José de Valencia participó en en esta iniciativa en la que las entidades denominadas del tercer sector en Valencia: ‘Adsis’, ‘Rumiñahui’, ‘La Casa Grande’ y ‘Amigos de la calle’ acercaron, mediante la acción social, a los jóvenes a realidades de nuestro entorno como la infancia en riesgo de exclusión y las personas en situación de sin hogar.
“Sin embargo, -tal y como explican desde las Escuelas San José- esta apuesta va mucho más allá de tres días de servicio. Por un lado, porque el alumnado de las Escuelas se forma en cuestiones sociales durante todo el curso gracias a espacios como el GAS (Grupos de Acción Social), seminarios, experiencias Aladre, tutorías, etc. Y, por otro lado, porque estas experiencias motivan a los jóvenes a iniciar procesos de crecimiento personal, invitándoles a definir nuevos horizontes de vida. Como dice el lema de este curso de los colegios de la Provincia: queremos ser un fuego que enciende otros fuegos”.
El proyecto Aladre del Centro Arrupe, del que ya hemos hablado en estas páginas en diferentes ocasiones y que nació tras el confinamiento, insiste constantemente en la metodología mencionada: formarse para realizar un servicio a los demás de calidad, vivir la acción para palpar de primera mano la realidad y, que todo ello, genere un proceso reflexivo que se acompaña y comparte.