En su despedida destacó la necesidad de “cimentar una sociedad de amplios horizontes, renovada y reconciliada” en la que “nadie se vea impedido de sumarse a esta apasionante tarea por la limitación de sus libertades fundamentales».
En palabras del pontífice, la situación en Cuba “se ve agravada cuando medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país pesan negativamente sobre la población”.
Horas antes tuvo lugar el histórico encuentro entre Benedicto XVI y Fidel Castro en la Nunciatura Apostólica de La Habana.
En un ambiente de cordialidad, Castro le hizo numerosas preguntas, entre ellas: “¿qué es lo que hace un papa, cuál es su misión?”. Catorce años después de que el líder de la revolución cubana se entrevistase con Juan Pablo II, Fidel Castro estrechó la mano de otro papa. En una animada conversación de 30 minutos, Castro también inquirió al Santo Padre sobre las dificultades que afronta el mundo, la multiplicidad de religiones o la problemática de la ciencia que no logra dar respuesta a los problemas de la humanidad.
México
Benedicto XVI pasó sus primera horas en México entre el fervor de la multitud que lo recibió con cantos y mucha alegría. Miles de personas le esperaban a lo largo de todo el trayecto entre la ciudad de León y la de Guanajuato. Hombres, mujeres, ancianos y niños esperaban al Papa entre cantos y miradas repletas de alegría.
Después de su encuentro con el presidente Felipe Calderón, el Papa salió al balcón a saludar a miles de personas que se encontraban en las afueras de la casa del Conde Rul y pronunció un mensaje dirigido especialmente a los niños.
Multitud de fieles
Benedicto XVI también tuvo ocasión de celebrar una multitudinaria eucaristía en el Parque del Bicentenario de León, con la asistencia de medio millón de personas, en su mayoría jóvenes, y que fue concelebrada por 250 cardenales y prelados latinoamericanos y 3.000 sacerdotes.
El Papa recordó algunos de los grandes problemas de México y de toda Hispanoamérica: la división y ruptura de las familias por la emigración, la pobreza, la corrupción, la violencia doméstica, el narcotráfico, la crisis de valores y la criminalidad.
Benedicto XVI animó a los asistentes a pedir a Dios un corazón puro porque “nos ayuda asimismo a mirar muy dentro del corazón humano, especialmente en los momentos de dolor y de esperanza a la vez, como los que atraviesa en la actualidad el pueblo mexicano y también otros de Latinoamérica”.
Los mexicanos vibraron escuchando y viendo al Papa, quien durante los tres días de su estancia en México se ha dado uno de los mayores baños de multitudes de los viajes de su pontificado. En el parque, el pontífice fue vitoreado y aplaudido por los presentes, muchos de los cuales habían pasado la noche en la explanada rezando. Durante el recorrido,
Benedicto XVI se puso un sombrero charro que le regaló un grupo de artesanos. El gesto fue muy celebrado por los asistentes, quienes le decían el que se ha acabado convirtiendo en el lema de la visita: “¡Benedicto, hermano, ya eres mexicano!”. En numerosas ocasiones también dieron vivas a Cristo Rey.
Al finalizar la ceremonia, el Papa rezó frente a una imagen de la Virgen de Guadalupe en medio de un sobrecogedor silencio general. Cuando dio su bendición a todos los presentes, también bendijo 91 reproducciones de la Virgen que serán custodiadas en todas las diócesis del país.
Víctimas el narcotráfico
Aunque no habló directamente del combate al narcotráfico, Benedicto XVI advirtió que “sólo la misericordia de Dios puede modificar desde el corazón una situación insoportable, oscura y sin futuro” cuando el mal se presenta “como un poder prácticamente implacable e imposible de superar”.
Tras recibir a Calderón en la vecina ciudad de Guanajuato, el pontífice se reunió de manera imprevista con ocho víctimas de la violencia por el narcotráfico en México. En ese encuentro estuvieron, entre otros, la madre de un joven muerto en una matanza en Ciudad Juárez, la madre de un policía desaparecido y la hermana de una mujer muerta en un fuego cruzado.
Tampoco faltó la nota folclórica en el viaje papal, cuando el domingo 25 por la noche, un grupo de mariachis cantó al Papa en su residencia, el Colegio de Miraflores de León, regido por religiosas españolas.
Benedicto XVI, ante miles de menores en Guanajuato: “Que nunca se apague la sonrisa de los niños”
Tras mantener una entrevista con el presidente mexicano, Felipe Calderón, el sábado 24, Benedicto XVI saludó con afecto y dedicó un cariñoso mensaje a los miles de niños que le esperaban en la plaza de la Paz de Guanajuato. El centro histórico de esta ciudad de 70.000 habitantes, a la que llegaron ciudadanos de todo el país para ver al Papa, se tiñó de blanco y amarillo y vivió un ambiente de fiesta y alegría inmensa.
El pontífice habló sobre todo de uno de los grandes anhelos de México, la paz. Deseó que este “don que proviene de lo alto” llegase a todos los presentes. Les dijo a los niños, sobre todo a los que “soportan el peso del sufrimiento, el abandono, la violencia o el hambre”, que ocupan “un lugar muy importante” en su corazón.
También recordó el Papa a los pequeños que todos ellos son un “regalo de Dios para México y para el mundo” y les pidió que “amen siempre a todos y hagan el bien”. Luego hizo un llamamiento a la familia, a la Iglesia, a la escuela y a los políticos, instándoles a que trabajen de la mano para que los niños reciban en “herencia un mundo mejor, sin envidias ni divisiones”. “Elevo mi voz invitando a todos a proteger y cuidar a los niños, para que nunca se apague su sonrisa, puedan vivir en paz y mirar al futuro con confianza”, dijo.
Las miles de personas que abarrotaban las estrechas calles del centro de Guanajuato interrumpieron varias veces a Benedicto XVI durante su discurso con aplausos y vítores.
Terminado el encuentro, el pontífice saludó con paciencia y cariño a una multitud de niños y autoridades.
El Papa llega a Cuba para “alentar en la esperanza”
El papa Benedicto XVI llegó a Cuba en la tarde del pasado lunes para realizar una visita apostólica hasta el miércoles. En el aeropuerto de Santiago de Cuba, el pontífice fue recibido por el presidente de Cuba, Raúl Castro; el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos cubanos y arzobispo de Santiago, Dionisio García; y el cardenal Jaime Ortega.
Durante las tres jornadas en las que el Papa permanecerá en la isla, visitará el santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, cercano a Santiago, para luego viajar a La Habana, donde al cierre de esta edición estaba previsto que el miércoles oficiara una misa en la emblemática Plaza de la Revolución, entre otros actos.
En la bienvenida en el aeropuerto de Santiago, el Papa dijo: “vengo a Cuba como peregrino de la caridad, para confirmar a mis hermanos en la fe y alentarles en la esperanza” y que en su visita pedirá a la patrona, la Virgen de la Caridad, que guíe los destinos de Cuba “por los caminos de la justicia, la paz, la libertad y la reconciliación”.
En sus primeras palabras en la isla, recordó que la visita en 1998 de Juan Pablo II dio un “nuevo vigor” a la Iglesia católica en la isla e inauguró una etapa de “mayor colaboración y confianza” en las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Y añadió que “todavía quedan muchos aspectos en los que se puede y debe avanzar, especialmente por cuanto se refiere a la aportación imprescindible que la religión está llamada a desempeñar en el ámbito público de la sociedad”.
El pontífice dijo que lleva en su corazón “las justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren” y de modo especial “de los jóvenes y los ancianos, de los adolescentes y los niños, de los enfermos y los trabajadores, de los presos y sus familiares, así como de los pobres y necesitados”. Precisamente los jóvenes cubanos están teniendo un protagonismo especial en esta visita ya que ellos han colaborado en la preparación de carteles de bienvenida y organizan la distribución de las credenciales, las camisetas y gorras que identificarán a centenares de voluntarios para la acogida.