La oración cambia el corazón de las personas, enriquece al hombre, le capacita y le abre a un proceso de cremiento interior. ¿Pero sabemos rezar bien?, ¿Nos ponemos cara a cara con Dios? En la diócesis de Valencia hay una treintena de grupos de oración que, cada uno con su singularidad, ayudan a propiciar ese encuentro con Dios.
EVA ALCAYDE | 10-05-2018
A veces rezamos para pedir ayuda, otras hacemos plegarias para implorar perdón o elevamos súplicas para encontrar un consuelo, para aliviar un temor… En ocasiones rezamos para encomendarnos a la Virgen o agradecer la intercesión de nuestro santo más querido. Y algunas veces nos preguntamos ¿sabemos rezar bien?, ¿nos ponemos realmente cara a cara con Dios?
La fuerza de la oración es indudable. El papa Francisco ha dicho en más de una ocasión que “la oración nos cambia el corazón” y él mismo ha pedido “al Espíritu Santo que Él nos enseñe a rezar”. Y para el Arzobispo de Valencia, el Cardenal Cañizares, “solamente una Iglesia orante es una Iglesia servidora” y nos recuerda siempre que puede que “solamente en la oración, la Iglesia vive y evangeliza”.
Conscientes de la gran importancia y la fuerza que tiene la oración, el Secretariado diocesano de espiritualidad del Arzobispado de Valencia ha organizado, para el próximo 27 de mayo, el I Encuentro Diocesano de grupos de oración.
A este encuentro, que tendrá lugar en la Casa de Espiritualidad de la Purísima de Alaquás, está invitados todos los grupos de oración presentes en la diócesis de Valencia, que son casi una treintena, cada uno con su carisma y su particularidad.
El encuentro será el primero que se celebre en la diócesis de Valencia y nace con vocación de tener continuidad en años sucesivos. Tendrá como lema “Señor, enséñanos a orar” y será una jornada en la que habrá exposición del Santísimo, meditación personal, adoración y Eucaristía. Y tras la comida, se compartirán experiencias entre los miembros de los distintos grupos.
“Dios no sustituye al hombre o le quita todo su valor dejándole como una simple marioneta, sino que le da la posibilidad de colaborar en su obra creadora, dejando su sello particular. La oración enriquece al hombre, le capacita y le abre a un proceso de crecimiento interior”, explica Santiago Bohigues, director del Secretariado diocesano de espiritualidad del Arzobispado de Valencia, al hablar de la fuerza de la oración, que “nos lleva a descubrir la voluntad de Dios y a reconocer en una historia con sentido, su actuar en sabiduría y amor”.
“La Iglesia tiene que hablar al corazón de las personas y con la acción del Espíritu Santo, elevar sus miradas de las personas hacia los ideales de realización personal, de amor y de familia que hemos recibido del Señor”, señala el director del secretariado para quien “existe un humanismo abierto a la trascendencia que sigue necesitando el mundo de hoy”.
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