Vicente Aparicio.
EVA ALCAYDE | 29-04-2015
La pasada semana el cardenal Antonio Cañizares le nombró Delegado Episcopal para la atención a personas con discapacidad, un cargo de nueva creación en la diócesis de Valencia, que el padre Aparicio asume con mucha ilusión y la energía y tranquilidad que le otorga su acumulada experiencia en este campo.
– ¿Cómo afronta a nivel personal el nombramiento del Cardenal para esta nueva responsabilidad?
– Con mucha ilusión, responsabilidad y con el compromiso de servir al señor Cardenal en esta tarea social del mundo de las personas con discapacidad.
– ¿Cuál será la función principal del delegado episcopal para la atención a personas con discapacidad?
– Ser la voz de este colectivo tan vulnerable y representarlo ante los organismos, parroquias y entidades tanto públicas como privadas, defendiendo sus intereses, siendo así el defensor de las personas con discapacidad dentro de la diócesis de Valencia.
– Es un cargo de nueva creación, ¿es más necesario ahora atender a este colectivo de personas?, ¿tienen más necesidades?
– Siempre ha sido necesario y la Iglesia, sin excluir a nadie, debe velar con especial interés por las personas más vulnerables.
– ¿Cuáles van a ser los primeros pasos en el desempeño de esta nueva función?
– Reunirme con los representantes de nuestra Iglesia diocesana, arciprestazgos, vicaría… así mismo con entidades vinculadas a la Iglesia y ONGs que trabajan en el sector.
– Tiene una dilatada experiencia en el trabajo con personas discapacitadas, ¿Cuándo empezó a dedicarse a este campo?
– Empecé muy joven, en la década de los 70, fundé la sección de psiquiatría y compromiso social de la Cruz Roja de la Juventud en Valencia, donde organizaba cursos de formación en diferentes provincias así como campamentos para niños con discapacidad psíquica. Y me dedico a esto porque los pobres me evangelizan, al vivirlo y experimentarlo no puedo hacer otra cosa que intentar seguir el mensaje de Jesús.
– ¿A qué problemáticas se enfrentan las personas con discapacidad?
– Hay varios tipos de problemas que presentan estas personas ya que existen niños, jóvenes y personas mayores, por lo tanto la problemática varía pero se intenta humanizar y crear conciencia social y familiar de dignificación; por ello se intentará hacer llegar las necesidades que van surgiendo para así entre todos buscar soluciones.
– Hay muchas asociaciones, entidades y Ongs que se dedican a este campo, ¿Sería necesario trabajar conjuntamente?
– No se pretende protagonismo, el trabajo conjunto debe servir para unir fuerzas y que exista una comunicación y cooperación, sin que por ello se pierda la identidad y la forma de ser y trabajar de cada entidad.
–Dirige ASPADIS y la Ciudad de la Esperanza ¿Qué logros espera conseguir con su nueva función que le ha encomendado el Cardenal?
– En los centros de ASPADIS atendemos a personas con discapacidad psíquica profunda, en Ciudad de la Esperanza el colectivo que acogemos es a hombres en riesgo de exclusión social, algunos de ellos con discapacidad; la gestión de las dos entidades es totalmente independiente.
Mi labor como Delegado Episcopal de Personas con Discapacidad es una nueva tarea, relacionada con mi trabajo, como fundador-director de ASPADIS Y Presidente-director de Ciudad de la Esperanza, pero independiente. Como ya he comentado, intentaré ser la voz de estas personas y conseguir la dignificación en sus vidas.
Asumo esta nueva andadura con mucha energía e ilusión.
Una vida al servicio de los discapacitados
El padre Vicente Aparicio nació en Valencia en 1950 fue ordenado sacerdote en Moncada en 1977. Actualmente es párroco de San Roque en la localidad de Benicull desde 1978 y profesor de religión en el instituto Bernat Guinovart, de Algemesí. También es miembro del Consejo Valenciano de Bienestar Social. Aparicio empezó trabajar por vocación hacia el servicio a los discapacitados hace ahora medio siglo, cuando creó una asociación que llamó “Grupo Social Acción”, y luego en Valencia la “Cruz Roja la Juventud”, de la que fue años después el coordinador nacional. Ha participado en numerosos congresos sobre personas con discapacidad, niños discapacitados, toxicomanías, alcoholismo y su propia vocación sacerdotal le vino a través del mundo del dolor, de la marginación y de la discapacidad.
En 1980 fundó ASPADIS, entidad sin ánimo de lucro para la asistencia y rehabilitación de niños y jóvenes disminuidos psíquicos profundos. En mayo de 2014, el entonces arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, le nombró director de la Ciudad de la Esperanza, antiguo HOSOJU, donde en la actualidad son acogidas 120 personas sin hogar o con escasos recursos.