Redacción | 2-04-2012

Los jóvenes fueron los encargados de portar los carteles de cada estación y realizar las lecturas. (Fotografía: M.Guallart)


El Cristo de los Afligidos, de la iglesia de los Santos Juanes de Valencia, guió el vía crucis que el viernes 30 recorrió las calles del centro histórico de Valencia. Un vía crucis más concurrido y juvenil que otros años, ya que los Juniors MD fueron los encargados de leer las meditaciones y oraciones de cada estación. También ellos fueron responsables de los cantos y de acompañar todo el recorrido con antorchas y carteles que señalaban las distintas estaciones, dibujados especialmente para esta ocasión. La banda de cornetas y tambores de Aldaya dotó de más profundidad y solemnidad aún al recorrido.
Actos en la catedral presididos por el Arzobispo
– Miércoles Santo, 4 abril
A las 11h. Misa crismal.
– Jueves Santo, 5 abril
A las 10.30h. Canto de laudes
A las 19 h. Misa ‘En la Cena del Señor’.
– Viernes Santo, 6 abril
A las 12 h. Vía crucis solemne.
A las 18 h. Celebración de la Pasión del Señor.
– Sábado Santo, 7 abril
A las 22 h. Solemne vigilia pascual.
– Domingo de Resurrección, 8 abril
A las 10.30h. Misa solemne.
Las catorce estaciones, al estilo de la JMJ
Los jóvenes fueron protagonistas de este solemne vía crucis, al ser ellos los portadores de los carteles de las estaciones y los encargados de realizar las lecturas a lo largo de las catorce estaciones.
Todos ellos pertenecían al movimiento juvenil diocesano Juniors, que también fue el encargado de diseñar las ilustraciones de cada una de las estaciones. Reproducimos a continuación de forma resumida las lecturas de cada una de las estaciones, pertenecientes al vía crucis que se realizó en la JMJ Madrid 2011.
Primera estación. Última Cena de Jesús con sus discípulos
Unidos a la ora­ción de Cristo, oremos para que, en la tierra del Señor, la Iglesia viva unida y en paz, cese toda per­se­cu­ción y dis­cri­mi­na­ción por causa de la fe, y todos los que creen en un único Dios vivan, en jus­ticia, la fra­ter­nidad, hasta que Dios nos con­ceda sen­tarnos en torno a su única mesa.
Segunda estación. El beso de Judas
Si estás sin­tiendo en tu carne el frío de la trai­ción, o el te­rrible su­fri­miento pro­vo­cado por la di­vi­sión entre her­manos y la lucha fra­tri­cida, ¡acude a Jesús!, que, en el beso de Judas, hizo suyas las do­lo­rosas traiciones.
Tercera estación. Negación de Pedro
Con la mi­rada de Pedro, el Señor ha puesto sus ojos en los cris­tianos que se aver­güenzan de su fe, que tienen res­petos hu­manos, que les falta va­lentía para de­fender la vida desde su inicio, hasta su tér­mino na­tural, o quieren quedar bien con cri­te­rios no evan­gé­licos. El Señor los mira para que, como Pedro, hagan acopio de valor y sean tes­tigos con­ven­cidos de lo que creen.

El Cristo de los Afligidos a su paso por la puerta de los Apóstoles de la Catedral. (Fotografía: A. Sáiz)


Cuarta estación. Jesús, sen­ten­ciado a muerte
En el si­lencio de Dios, están pre­sentes todas las víc­timas inocentes de las gue­rras que arrasan los pue­blos y siem­bran odios di­fí­ciles de curar. Jesús calla en el co­razón de mu­chas per­sonas que, en si­lencio, es­peran la sal­va­ción de Dios.
Quinta estación. Jesús carga con su cruz
Cristo hizo suyo el can­sancio, el ago­ta­miento y la des­es­pe­ranza de los que no en­cuen­tran tra­bajo, así como de los in­mi­grantes que re­ciben ofertas la­bo­rales in­dignas o in­hu­manas, que pa­decen ac­ti­tudes ra­cistas o mueren en el em­peño por con­se­guir una vida más justa y digna.
Sexta estación. Jesús cae bajo el peso de la cruz
Jesús sufre con todos los que tro­piezan en la vida y caen sin fuerzas víc­timas del al­cohol, las drogas y otros vi­cios que les hacen es­clavos, para que, apo­yados en Él, y en quienes los so­co­rren, se levanten.
Séptima estación. El Cirineo ayuda a llevar la cruz
Jesús se ha sen­tido ali­viado gra­cias a la ayuda del Cirineo. Miles de jó­venes mar­gi­nados de la so­ciedad, de toda raza, con­di­ción y credo, en­cuen­tran cada día ci­ri­neos que, en una en­trega ge­ne­rosa, ca­minan con ellos abra­­zando su misma cruz.
Octava estación. La Verónica en­juga el rostro de Jesús
Jesús se com­pa­dece de las mu­jeres de Jerusalén, y en el paño de la Verónica deja plas­mado su rostro, que evoca el de tantos hom­bres que han sido des­fi­gu­rados por re­gí­menes ateos que des­truyen a la per­sona y la privan de su dignidad.
Novena estación. Jesús es des­po­jado de sus vestiduras
Jesús pa­dece con los su­fri­mientos de las víc­timas de ge­no­ci­dios hu­manos, donde el hombre se en­saña con brutal vio­lencia, en las vio­la­ciones y abusos se­xuales, en los crí­menes contra niños y adultos. ¡Cuántas per­sonas des­nu­dadas de su dig­nidad, de su inocencia, de su con­fianza en el hombre!
Décima estación. Jesús es cla­vado en la cruz
Jesús en la cruz acoge el su­fri­miento de todos los que viven cla­vados a si­tua­ciones do­lo­rosas, como tantos pa­dres y ma­dres de fa­milia, y tantos jó­venes, que, por falta de tra­bajo, viven en la pre­ca­riedad, en la po­breza y la des­es­pe­ranza, sin los re­cursos ne­ce­sa­rios para sacar ade­lante a sus fa­mi­lias y llevar una vida digna.
Undécima estación. Jesús muere en la cruz
Ante el drama de tantas per­sonas cru­ci­fi­cadas por di­fe­rentes dis­ca­pa­ci­dades, ¿lucho por ex­tender y pro­clamar la dig­nidad de la per­sona y el Evangelio de la vida?
Duodécima estación. El des­cen­di­miento de la cruz
El Hijo del hombre ha sido eli­mi­nado y ha com­par­tido la suerte de los que, por dis­tintas ra­zones, han sido con­si­de­rados la es­coria de la Humanidad, porque no saben, no pueden, no valen. Son, entre otros, las víc­timas del sida, que, con las llagas de su cruz, es­peran que al­guien se ocupe de ellos.
Decimotercera estación. Jesús en brazos de su madre
Al con­tem­plar el dolor de la Virgen, ha­cemos me­moria del dolor y la so­ledad de tantos pa­dres y ma­dres que han per­dido a sus hijos por el hambre, mien­tras so­cie­dades opu­lentas, en­gu­llidas por el dragón del con­su­mismo, de la per­ver­sión ma­te­ria­lista, se hunden en el nihi­lismo de la va­ciedad de su vida.
Decimocuarta estación. Jesús es co­lo­cado en el sepulcro
Recordamos a los buenos sa­ma­ri­tanos, que apa­recen en cual­quier rincón de la tierra para com­partir las con­se­cuen­cias de las fuerzas de la na­tu­ra­leza.
Vea más fotos del Via Crucis, lea lo que los santos valencianos dijeron sobre la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús y las celebraciones en los pueblos de nuestra diócesis en la edición escrita de PARAULA