MARÍA A. PICALLO | 12-04-2019
La comunidad de Padres Paúles de Honduras, con los tres sacerdotes valencianos. Entre ellos, de izquierda a derecha, se encuentra José Vicente Nácher (el cuarto, con camiseta amarilla); Enrique Alagarda (el séptimo, con chaqueta gris, en el centro); e Isaac Demets (el noveno, camiseta rosa). En la actualidad, Nácher y Alagarda se encuentran en Honduras, en las parroquias San Vicente de Paúl y San José, respectivamente, y Demets ha regresado a España para ampliar sus estudios.
El misionero valenciano Enrique Alagarda Nácher, de 54 años, de la congregación de los Padres Paúles, ha iniciado sus nuevas funciones como responsable de la parroquia de San José, en Puerto Lempira (Honduras), donde ya estuvo destinado de 1998 a 2008.
Pero la conexión valenciana va más allá de su nuevo párroco porque en las dos últimas décadas ha sido regida por tres misioneros paúles valencianos cuya vocación surgió en la misma parroquia de Valencia: Ntra. Señora de Monteolivete.
Alagarda retoma la misión en Honduras, en la región indígena denominada La Mosquitia, donde toma el relevo del misionero valenciano Isaac Demets, de 39 años, que ha regresado a España para ampliar su formación tras un lustro en Puerto Lempira y quien, a su vez, sustituyó a otro padre paúl valenciano, José Vicente Nácher, de 53.
De esta forma, “entre los tres sumamos dos décadas como misioneros en Puerto Lempira, los tres somos valencianos y nuestra vocación nació en la misma parroquia, en Monteolivete”, subraya con alegría el propio Alagarda.
Para la comunidad parroquial de Monteolivete la misión de Honduras ha estado siempre muy presente y los hechos lo demuestran: la semilla misionera plantada en Valencia ha dado sus frutos en una zona, la costa norte hondureña, vinculada a los Padres Paúles desde hace más de cien años.
La parroquia hondureña de San José atiende a 60.000 habitantes del total de 100.000 de toda una provincia, de extensión muy similar a la de la provincia de Valencia, pero la mitad de la población está diseminada en 72 aldeas de la región indígena de La Mosquitia, un bosque tropical rodeado por una laguna y ríos y con acceso muy complicado. Sin embargo, para estos tres misioneros valencianos el camino estaba “marcado” y cada uno siguió sus huellas… y las del anterior.

ENRIQUE ALAGARDA

Alagarda, en 2005, en una de las comunidades atendidas por la parroquia San José, en La Mosquitia.
“Valencia y Monteolivete han sido mi escuela para ser sacerdote y misionero”
Enrique Alagarda Nácher, de 53 años, ingresó en la Congregación de la Misión en 1986 cuanto contaba con 21 años y recibió la ordenación sacerdotal en 1991 en la Catedral de Valencia, de manos del Arzobispo de Valencia, monseñor Miguel Roca Cabanellas, “al igual que José Vicente Nácher, porque estudiamos juntos y ambos hicimos nuestra primera misa en nuestra parroquia de Monteolivete”, ha explicado.
Precisamente en la parroquia de Monteolivete, regida por los Padres Paúles, fue donde surgió su vocación “al conocer el espíritu misionero de la congregación e identificarme con esa manera de ser sacerdote”. Según Alagarda, “la diócesis de Valencia y mi parroquia han sido la escuela para ser sacerdote y misionero porque allí pude vivir la religiosidad propia de nuestra tierra y aprender a participar en la Iglesia, y con todo ese aprendizaje he podido, después, transmitir mi fe en otros lugares”.
Ese aprendizaje y ese espíritu misionero pudo ponerlo en práctica poco después de su ordenación ya que su primer destino fue la ciudad hondureña de San Pedro de Sula, donde estuvo cinco años.
El siguiente destino “fue en La Mosquitia, en la otra parroquia de los Padres Paúles, donde permanecí hasta 1998 cuando la congregación asumió la parroquia de San José, en Puerto Lempira, de la que me ocupé hasta 2008”. Finalmente, tras dos años más en Tegucigalpa, Alagarda fue enviado a España, donde desempeñó durante siete años el cargo de Provincial de la antes denominada Provincia de Barcelona, que abarcaba Cataluña, Valencia, Baleares y las cuatro casas de Honduras.
Ahora que ha regresado a Honduras, su prioridad será “volver a conseguir fluidez al hablar la lengua de La Mosquitia, el miskito, porque cuando estuve en mi primera etapa me di cuenta de la importancia de poder comunicarte, tanto en lo personal como en cuestiones de liturgia o de formación, en su propia lengua”.
JOSÉ VICENTE NÁCHER
“Cuántas gracias por esta vocación”

José Vicente Nácher, de 54 años, entró en la congregación en 1989 y fue ordenado sacerdote el mismo día que Enrique Alagarda, el 26 octubre de 1991, “siendo los últimos que ordenó monseñor Miguel Roca, que falleció en enero de 1992”, según ha precisado. En la parroquia de Monteolivete fue donde conoció “el carisma y la congregación, de la mano del padre Miguel García y los otros Padres Paúles de la parroquia, así como con las Hijas de la Caridad y el movimiento Juventudes Marianas Vicencianas”.
Ya en tierras hondureñas, entre otros destinos, estuvo al frente de la parroquia de San José, en Puerto Lempira, desde 2008 hasta enero de 2016, cuando le cedió el testigo a Isaac Demets.
Al recordar su parroquia de Monteolivete, Nácher se siente “muy agradecido con el Señor -cuántas gracias hay que darle- por esta vocación vicenciana y misionera y por contar con dos magníficos compañeros, a quienes aprecio y admiro mucho”, en referencia a Enrique Alagarda e Isaac Demets.
Desde enero de 2016, Nácher es el superior regional de los Padres Paúles de la Casa Regional de Honduras, conformada por cuatro parroquias, una de ellas la de San José, y otra la de San Vicente de Paúl, en la ciudad de San Pedro de Sula, de la que es párroco. De su vivencia en La Mosquitia, Nácher subraya de la comunidad parroquial de San José “su buena organización, su identidad, sus variados servicios, la disponibilidad de toda la gente, su extensión y la variedad tanto de territorios como de etnias y culturas”.
ISAAC DEMETS
“La misa dominical les llena de alegría”

Isaac Demets Reyes, de 39 años, ingresó en la Congregación de la Misión en 2012 y recibió la ordenación sacerdotal en 2014 en la parroquia de Monteolivete. Según precisa, fueron sus padres los que le contagiaron “la alegría de ser cristiano que pude profundizar en mi parroquia de Monteolivete y en Juventudes Marianas Vicencianas”. Precisamente el párroco y paúl Pedro José Gómez fue su primer acompañante espiritual y su implicación “se intensificó cuando dos feligreses de la parroquia, Enrique Alagarda y José Vicente Nácher, fueron ordenados sacerdotes y destinados a Honduras”.
Su primer destino pastoral fue la parroquia San José de Puerto Lempira, a la que se incorporó como diácono y después vicario, hasta su toma de posesión como párroco en 2016, y de donde regresó el pasado mes de enero. El tiempo que compartió siendo diácono cuando Nácher estaba al frente de la parroquia en Puerto Lempira, Demets lo define como “una gran experiencia de aprendizaje personal” y, en general, los años vividos en Honduras le han aportado “capacidad de trabajo y escucha”.
De la comunidad parroquial de San José, Demets subraya la fusión “de la población indígena, en las aldeas y en la ciudad, y la comunidad ladina o india, del interior, ambas con culturas, tradiciones e idiomas diferentes pero con una misma fe”. También les une otra característica: “la alegría de las celebraciones: cuando llega la Eucaristía del domingo desaparecen todas las preocupaciones”.
Pero lo más destacable de los feligreses de La Mosquitia “es el amor que le tienen a la Iglesia y a los sacerdotes”. Un amor que han vivido en primer persona los tres paúles valencianos que un día salieron de Monteolivete para seguir el camino de la misión.