AVAN | 23-05-2012
Previamente a la misa que presidió el arzobispo de Tegucigalpa (Honduras) y presidente de Cáritas Internacional, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, y en la que concelebraron el arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, y diez sacerdotes más, la imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados había sido trasladada desde la Basílica a la Seo. Precisamente, ante ella, los inmigrantes llevaron como ofrendas durante la misa flores, un mapa mundi en representación de todos los países presentes y varias velas como “luz y símbolo de la Resurrección”, además del pan y el vino.
La ceremonia, con motivo del V Encuentro de las Familias Inmigrantes con la Virgen de los Desamparados, comenzó con una procesión con las más de treinta banderas que portaban los propios inmigrantes que recorrieron el pasillo central de la Catedral dirección al presbiterio, desde donde siguieron la celebración. Varios grupos musicales de inmigrantes europeos y africanos participaron en la misa en la que se elevaron oraciones en polaco, inglés, francés y en lengua valenciana. En nombre de todos los inmigrantes, una familia de Colombia ofreció su testimonio para dar gracias a la Iglesia de Valencia por su acogida y ayuda en estos tiempos de crisis.
Esperanza ante la desorientación
El cardenal hondureño Rodríguez Maradiaga invitó a los cristianos a anunciar la esperanza y proclamar el Evangelio ante la “desorientación” y el “delito financiero que cunde por todas partes” en el mundo de hoy.
El purpurado destacó que, a pesar de vivir en una cultura con las últimas tecnologías y avances para orientarse, el mundo, sin embargo, “no sabe de dónde viene y hacia dónde va ni cuál es el objetivo de la vida”, y precisó que cuando “se tiene a Dios y la luz de la Palabra de Dios” se evitan “muchos venenos mortales” como el odio racial, la xenofobia, el egoísmo y el materialismo.
Así, en la sociedad actual, “vemos que la gente está perdida buscando dónde guardar sus pocos o muchos ahorros, porque no tienen confianza en los bancos porque quiebran, y el delito financiero ha cundido por todas partes con la desesperanza”, aseguró.
En este sentido, añadió el purpurado que “los demonios que estamos llamados a echar son los demonios del odio, de la violencia, de la falta de solidaridad, del egoísmo, del pensar que solamente en esta vida está la realización y, por eso, nunca como hoy se han caído los ídolos del poder, del placer sin reglas morales y, especialmente, del dinero”.
Flanqueado por más de 30 banderas de diferentes países traídas por los inmigrantes en torno al presbiterio de la Catedral, que se encontraba llena de fieles, el cardenal Rodríguez Maradiaga invitó a “ver con los ojos del corazón, que es ver con amor” porque “si vemos sólo con los ojos naturales, lo que miramos parece que es un desierto” y “nos quita la motivación y la esperanza”.
Además, el purpurado animó a “ver también con los ojos del corazón al hermano y a la hermana migrante” y que “éstos también vean con los ojos del corazón a la nueva cultura a la que están llamados a integrarse”.
La persona migrante “no es un extraño ni un adversario ni alguien a quien tenemos que ver con desconfianza”, recordó el arzobispo de Tegucigalpa, quien evocó también cómo “la Madre del Cielo fue una de las primeras migrantes cuando con San José y el Niño Jesús tuvieron que migrar hacia Egipto”. Por ello, elogió la organización del
Encuentro de Familias Inmigrantes, que da la oportunidad de “profundizar” en esta realidad “que siempre ha existido en el mundo pero ahora quizás se siente más dramática por las situaciones que se viven hoy”.
Finalmente, propuso tratar “cada día más de integrar a la familia porque la familia no es una utopía de la fraternidad universal y si no tenemos familia unida no podemos unir la gran familia que es la Iglesia”.
Elogió, además, el “excelente trabajo” de los economatos de Cáritas y la solidaridad de tantas otras entidades de la Iglesia que “nos dan su apoyo” tanto de necesidades básicas como espirituales.
“Estamos en la misma familia”
Por su parte, el arzobispo de Valencia agradeció también la presencia y el mensaje del cardenal hondureño e indicó que “desde nuestra archidiócesis seguiremos haciendo todos los esfuerzos que sean necesarios para que cada día los inmigrantes encontréis y experimentéis, de verdad, que estamos en la misma familia y en la misma casa” porque “nadie puede ser extraño entre los cristianos”. Las palabras del Arzobispo fueron acogidas con una ovación por parte de los inmigrantes y sus familias que llenaron la Seo, donde tuvieron que habilitarse sillas ante la falta de espacio en los bancos.
La ceremonia concluyó con el Himno a la Virgen de los Desamparados, para el que los inmigrantes que portaban las banderas ubicados en el coro del presbiterio se acercaron para rodear a la imagen peregrina, que vestía un manto blanco.
A la eucaristía asistieron, además de representantes de los consulados acreditados en Valencia y de las asociaciones de inmigrantes, el vice gran canciller de la Universidad Católica de Valencia (UCV), José Tomás Raga, y el rector, José Alfredo Peris.