❐ REDACCIÓN | 10.3.2022
“Ahora lo que tenemos que hacer es colaborar, por su puesto, y rezar y confiar en Dios, que siempre nos ayuda”. Son las palabras de Stefania Dub, ucraniana católica que llegó a Valencia hace 22 años.
En Ucrania, todavía viven dos de sus tres hijos: un hijo, que acaba de unirse al Ejército ucraniano, y una hija, que es médico. Junto a ellos está ayudando a los refugiados “que tienen que huir del país de repente sin nada, por la guerra”.
Aunque su profesión es la de enfermera, desde hace 14 años trabaja con las religiosas de María Inmaculada de Valencia en la residencia de la calle Trinquete Caballeros. Junto a ellas, está realizando acopio de mantas y alimentos.
“Las familias allí necesitan medicamentos, ropa de abrigo, mantas, productos de higiene, alimentos en latas y leche en polvo para los bebés porque las madres están perdiendo la leche materna por la tensión que sufren por el conflicto”, asegura.
Su hija que vive en Ucrania con su familia, a 15 kilómetros de la frontera con Polonia, prepara comidas y lleva caldo caliente a los desplazados, que hacen “largas colas para poder salir del país y que no comen en varios días”.
“Lo que estamos viviendo ahora es una catástrofe pero sufriendo llevamos muchos años”, asegura. “Yo me vine a Valencia para poder volver a mi tierra en uno o dos años, dejándome a mi hija con 12 añitos allí, y aún no he podido regresar”.
Stefania confía en la oración y en el Señor. “Aunque yo me porte mal con Él- porque todos somos pecadores- Él siempre se porta bien conmigo” y “estoy muy agradecida”. “Tenemos que rezar para que el conflicto acabe”.