❐ M.J.C./A.C. | 27.04.2023
La Iglesia celebra el 30 de abril la Jornada Mundial de oración por las vocaciones y la Jornada de vocaciones nativas bajo el lema, «Ponte en camino. No esperes más». Esta campaña se difunden de manera conjunta por el servicio de Pastoral Vocacional de la Conferencia Episcopal Española, la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), Obras Misionales Pontificias Pontificias (OMP) y la Conferencia Española de Institutos Seculares (CEDIS). El «domingo del Buen Pastor», el cuarto de Pascua, es el día elegido para celebrar, de forma conjunta, estas dos Jornadas:
La Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, de carácter universal, pretende suscitar en todos los jóvenes la pregunta por su vocación, y que la comunidad cristiana promueva las vocaciones cristianas con la oración y el acompañamiento.
La Jornada de Vocaciones Nativas que busca sostener las vocaciones de especial consagración que surgen en los territorios de Misión, para que ninguna de ellas se quede frustrada por falta de recursos. Para ello, además de la oración, promueve la colaboración económica.
En la archidiócesis de Valencia hay contabilizados 140 seminaristas y sacerdotes extranjeros. Una gran la mayoría provenientes de Burundi, Brasil o Venezuela. Buscamos a algunos de ellos para que nos den sus testimonio. Celeus Nshmirimana, de Burundi, llegó hace tres años a Valencia, son tres los miembros de su comunidad, la Congregación del Buen Pastor. Celeus Nshimirimana fue ordenado diácono el pasado mes de septiembre, y será ordenado presbítero el próximo mes de julio en Burundi. La estancia le ayuda a ampliar los estudios de Teología. “Mi vocación es desde niño, aunque fui bautizado después del catecumenado de adultos. Ahí empecé a cuestionarme mi vida y me planteaba ser sacerdote. Fui a escuelas de formación de religiosos y religiosas que me explicaron otra forma de entender la vida, respuestas a preguntas que yo me había estado planteando. Allí me encontré con la Congregación de los Apóstoles del Buen Pastor, con la imagen del buen pastor que deja todo lo que tenía, que deja a sus ovejas y se va a buscar al “último”. Así me encontré con esta llamada del Señor, dirigida a mi, para seguir el camino y colaborar”.
Es como otros testimonios vocacionales, que amplían su formación religiosa en Valencia, y a su vez colaboran en el servicio a las parroquias. “Estoy viviendo y sirviendo en Beniarrés. Vivo la mitad del tiempo en el seminario de Moncada donde sigo mis estudios y para colaborar en la misión de todo es la propia Iglesia”.
Celeus afirma que en la Jornada de las vocaciones nativas “es muy importante comprender la importancia a lo que nos llama el bautismo en la misión de la Iglesia, cada uno con la llamada que ha recibido y contribuir a las necesidades reales de la Iglesia particular, pero también de la Iglesia universal.” En segundo lugar saber que hemos de salir, como nos está indicando el Papa Francisco, ir a las periferias. Allí donde no han escuchado aun la voz del Evangelio. Como nos dice el Buen Pastor, ese ir hasta los que no han tenido noticia del Evangelio.
Por su parte, Alejandro Henao, llegó de Colombia hace dos años y ahora atiende a Sueca y a los Marenys. Asegura que “es una oportunidad vivir esta experiencia, me permite aprender mucho y compartir mi fe. Desde el primer momento me han hecho sentir como en casa”.
Luis Molina, delegado para el clero de la archidiócesis de Valencia, explica que “hoy en día se ordenan de cinco a diez sacerdotes cada curso, y es muy importante tener estos testimonio de vocaciones nativas. “Cuando terminen la formación volverán a casa y trabajarán en sus iglesias particulares”.
Las vocaciones que nacen en los Territorios de Misión son las herederas de los misio- neros: testimonian que el Evangelio ha sido acogido y se ha inculturado. Una Iglesia particular no puede constituirse en una Iglesia implantada, fuerte, hasta que no cuenta con vocaciones sacerdotales y religiosas propias. Por eso, apoyar a las vocaciones nativas es una apuesta por el futuro de la misión.
El Santo Padre se hace cargo de estas vocaciones que nacen en las misiones, a través de una de las Obras Misionales Pontificias: la Obra de San Pedro Apóstol. Nacida en 1889, fue asumida hace 100 años por la Santa Sede como el cauce para sostener todos los seminarios diocesanos que hay en las misiones, y para apoyar los novicia- dos locales.
Como indican desde OMP, “uno de los regalos más importantes que Dios da al trabajo de los misioneros es que su testimonio provoque la llamada de algunos jóvenes a consagrarse como sacerdotes o religiosos y religiosas. Las vocaciones nativas son el mejor legado que los misioneros pueden dejar en la misión”.
España ocupa el primer puesto en el ranking de solidaridad con la Obra de San Pedro Apóstol. La diócesis de Valencia aporta también becas de formación que se ofrecen en mayo a la Virgen de los Desamparados, en el tradicional acto de las guirnaldas en la Basílica. Esta ayuda llega a unos 85.000 jóvenes, lo que supone uno de cada tres seminaristas del mundo. También se pueden realizar donativos puntuales, incluso de forma anónima, para colaborar con la labor misionera; hacerse socio; a través de herencias y legados; o bien financiando becas de ayuda a la formación espiritual, académica y pastoral de las vocaciones nativas para sostener las necesidades de los seminarios y noviciados de los territorios de misión.
Becas y donativos para Vocaciones Nativas, delegación diocesana de Misiones: Banco Santander ES24 0049 5442 26 2310644096 y CAIXABANK: ES60 2100 6208 05 2100151878. Bizum con el código 00500 o directamente en la delegación.