L.B. | 23.01.2020
La Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced, conocida como Orden de la Merced, fue fundada en 1218 por san Pedro Nolasco, cuya festividad se celebra este domingo 26 de enero. En sus orígenes, la orden fue creada para la redención o liberación de los cristianos cautivos en manos de musulmanes. Por este motivo, los Mercedarios se comprometen con un cuarto voto, añadido a los tradicionales de pobreza, obediencia y castidad, a liberar a otros más débiles en la fe, aunque su vida peligre por ello. Fueron muchos los mercedarios que llegaron a ofrecer su vida a cambio de la de los prisioneros.
A mediados del siglo XIX se produjeron las últimas redenciones de cautivos, por lo que se tuvo que redefinir la tarea de los Mercedarios, que seguían fieles a su cuarto voto. Desde entonces se dedican a las ‘nuevas formas de cautividad’, que se dan allí donde hay una situación social opresora y degradante para la persona o pone en peligro la fe de los cristianos.
En la actualidad, los Mercedarios, se han abierto al mundo de la pobreza y la marginación, y ayudan a la promoción humana y a lograr una vida digna. Su labor se desarrolla en la atención a los recluidos en cárceles, a los emigrantes, colegios, misiones y, también, en la atención de parroquias.
En la actualidad, su labor se extienden por 23 países, con treinta y siete conventos y más de 500 miembros. En Valencia actualmente existen dos comunidades de Mercedarios, una, en el Monasterio de Santa María de El Puig; y otra, en la parroquia de Nuestra Señora de El Puig en la ciudad de Valencia. Además, uno de los Mercedarios, Joaquín Pina, es capellán en la prisión de Picassent.
P. Juan Gilabert Jofré
P. MELCHOR AZCÁRATE VALENCIA. Rector del Monasterio de El Puig
Como todos los años, el último domingo de enero, el pueblo de El Puig celebrará a su patrón San Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced, que acompañó a Jaime I en la conquista de Valencia y que recibió como donación real el lugar donde se asienta el Monasterio de El Puig de Santa María. El recuerdo de Sant Pere Nolasc, desde tiempo inmemorial, se convierte en celebración solidaria en la condimentación de veinticinco sabrosas calderas de arroz, de trescientas raciones cada una, que se reparten a todos los que están o acuden a El Puig ese día, este año el 26 de enero.
Predicador y redentor de cautivos
La Orden de la Merced, presente en Valencia desde sus inicios como Reino cristiano, cuenta entre sus hijos más señalados a muchos religiosos valencianos. En esta línea de solidaridad, hoy queremos recordar al P. Juan Gilabert Jofré, nacido en la calle “dels Chofrens” de Valencia, que profesó en el Monasterio de El Puig, que destacó por sus dotes de predicador y acompañó en varias ocasiones a San Vicente Ferrer, que desempeñó importantes cargos en la Orden de la Merced, que por su inteligencia y santidad de vida fue elegido redentor de cautivos en varias ocasiones, pero que, sobre todo, inspiró y alentó la creación en Valencia del primer Hospital Psiquiátrico del mundo con el célebre sermón del 24 de febrero de 1409 en la catedral de Valencia, como es de todos conocido.
Para la atención del Hospital, llamado a curar y a atender tantas miserias humanas, se creó una Cofradía, que se puso inmediatamente bajo el patrocinio de Santa María, cuya imagen y título querido es el de la “Mare de Déu dels Desamparats”.
El P. Jofré murió en El Puig el 18 de mayo de 1417, aquí se encuentra su sepulcro, y desde el mismo momento de su muerte el pueblo cristiano lo ha venerado e invocado como santo, aunque oficialmente la Iglesia aún no le ha dado ese título. Cinco fueron los intentos de promover la Causa del P. Jofré, pero diversas y dolorosas circunstancias históricas lo impidieron. Por fin, el día 24 de febrero de 2007, en el Monasterio de El Puig, se clausuró el Proceso Diocesano sobre la Santidad y Culto Inmemorial del religioso mercedario, trasladándose la Causa a Roma.
Cercano a sus vidas
De la vigente actualidad del P. Jofré entre nosotros, quiero resaltar las tres esculturas más conocidas que mantienen la presencia constante en la ciudad de Valencia: en el Camarín de la Basílica de la Mare de Deu dels Desamparats, en el jardín de entrada al Hospital General y en el barrio de Patraix, en la cercanía del propio Hospital Padre Jofré. Muchos de los eventos en torno a la Virgen de los Desamparados realzan su figura. Y son frecuentes, además, las peregrinaciones de diversas instituciones para dar gracias ante el sepulcro del P. Jofré.
El Puig le ha dedicado la calle ‘Beato P. Jofré’ y el Colegio Público ‘Beato P. Jofré’. Y es toda su gente la que mantiene vivo su recuerdo. Las personas de El Puig, cuando acceden al templo, se dirigen en primer lugar a orar a la capilla donde se sitúa el sepulcro del P. Jofré, pasan después a la capilla del Santísimo, para colocarse definitivamente ante la venerada imagen de Santa María de los Ángeles de El Puig. Ante el sepulcro del P. Jofré nunca faltan dos cirios encendidos día y noche que van renovando los propios devotos. Si hay flores en la iglesia, nunca faltan ante su sepulcro. Hablar con la gente de El Puig es hablar de favores recibidos por intercesión del P. Jofré. Lo sienten cercano a sus vidas y a sus problemas. Son favores que seguramente no resistirían la definición de milagro requerido por la Iglesia, pero para los que a través de su invocación sienten la presencia benefactora y sanadora de Dios son signo claro de la santidad del P. Jofré.
Es notorio el interés y el esfuerzo de nuestro Arzobispo D. Antonio por el reconocimiento por parte del Papa de la santidad del P. Jofré. La Causa en Roma la está llevando el sacerdote valenciano D. José Brosel. Me dice que la Causa progresa adecuadamente. Sé que ha fortalecido la actualidad de la devoción del santo con multitud de testimonios. También soy conocedor del trabajo que está realizando el Instituto Histórico Mercedario para conseguir mayor firmeza documental. Espero que todo ello tenga un resultado muy positivo y en un breve plazo de tiempo podamos ver al P. Jofré reconocido como beato y santo.