(Fotografía: Víctor Gutiérrez).

BELÉN NAVA | 14.06.24

«Vida Ascendente es el gran movimiento de los mayores”, así lo reconoce Luis Sánchez delegado episcopal de Enfermos y Mayores del Arzobispado y consiliario del movimiento.

La misión de los mayores en Vida Ascendente no es solamente “fortalecer su espiritualidad, su fe, sino transmitirla a los de su misma edad y también a sus familiares, amigos, vecinos y seres queridos”, indica. Vida Ascendente tiene tres grandes columnas: la espiritualidad, la amistad y el apostolado.”La espiritualidad es profundamente cristocéntrica, en la cual vemos a Cristo como el motor, el iluminador, el guía de nuestras almas. Esa vivencia, esa vida de oración del mayor con Cristo, nos impulsa a vivir ese mismo amor en pequeños grupos. Es la virtud de la amistad. En los grupos de Vida Ascendente, vivimos en esa amistad en que todo el mundo se quiere, se ayuda y se acompaña mutuamente”. “Realmente”, prosigue, “los grupos de Vida Ascendente son un acompañamiento pastoral y espiritual, que nos ayuda a todos nosotros a ir creciendo en la fe, a ir madurando en la fe. Y a unirnos cada día más y mejor con Dios y con nuestro prójimo, con nuestros amigos, con nuestros miembros del grupo”.

Sánchez recuerda la labor de los mayores  en las parroquias porque “están en Cáritas, en liturgia, en canto, en catequesis, en pastoral de los enfermos, en otros muchos sitios”.

Por lo tanto, la dimensión de Vida Ascendente triple. “Uno, crecimiento y maduración espiritual. Segundo, la vivencia del amor en el pequeño grupo con un profundo acompañamiento espiritual de los miembros. Y tercero, llevar lo que hemos recibido a la gran Iglesia de Dios, a la parroquia, a la diócesis y a todo aquel ámbito, en el que el mayor se pueda estar presente”.

Ya el Papa Francisco, poco después de entrar en su pontificado aseguró que el futuro de la Iglesia del mundo es de los mayores y de los jóvenes. “De los jóvenes, porque lo tienen que construir. Y de los mayores, porque les tienen que enseñar a los jóvenes a construirlo con la sabiduría de la experiencia de la vida iluminada por Cristo”.

La experiencia de los mayores está sustentada “en su vida espiritual, en su vida religiosa, en su vida de unión con Dios, que nos quiere, que nos ama y que siempre nos está cuidando. Y aun cuando en la ancianidad puedan haber enfermedades, dolencias, problemas de todo tipo, y también con los hijos y los nietos, evidentemente, sin embargo, por encima de todo ello, está esa confianza plena que el mayor tiene en Dios, con la cual está profundamente unido”, recuerda. 

La vivencia de la fe que experimenta el mayor es lo que transmite a las nuevas generaciones, lo que transmite a los hijos y a los hijos de sus hijos. “Un anciano feliz es aquel anciano en que vive en el amor de Dios, vive en el amor de sus seres queridos y da a todos ese amor que ha recibido primero”. 

María Dolores Cortés, presidenta de Vida Ascendente: «Somos los transmisores de la fe»

Cuidar la espiritualidad, la amistad y el apostolado de los mayores es el objetivo principal que se marca Vida Ascendente, “el movimiento de laicos mayores, jubilados que empezó en Francia con un grupo de jubilados y luego se ha ido extendiendo ya por todo el mundo”, recuerda MªDolores Cortés, presidenta del movimiento en nuestra diócesis.

“No es la misma espiritualidad una persona a los 65 que a los 80 que a los 15. De igual manera tratamos de cuidar la amistad, porque son grupos pequeños donde se establece una comunicación muy importante, muy íntima entre los miembros”, indica esta maestra jubilada.

El movimiento ayuda a los mayores a vivir su espiritualidad a través de las reuniones que semanal o quincenalmente tiene con su grupo -normalmente están integrados por 10 o 15 personas-, en las que reflexionan sobre los temas del guión establecido para el curso y ofrecen sus experiencias personales. “Es muy importante el intercambio entre personas de 90 y 60 años y la oración en común es muy rica”. Además, entre los miembros del grupo se crean vínculos de amistad que llevan a preocuparse por los demás. “La amistad se favorece mucho en estos grupos y después esto nos lleva a un compromiso dentro de nuestras parroquias, porque es un movimiento que fundamentalmente está dentro de las parroquias, aquí en la diócesis”. Y es que nuestra diócesis es una de las que cuenta con mayor número de integrantes con alrededor de 900 miembros.

Para la presidenta de Vida Ascendente es fundamental “que los mayores vivan tan bien y tengan ese ámbito de vivencia y de formación y de espiritualidad. De igual manera ellos tienen un compromiso fundamental con las parroquias, con las vivencias en la familia…por eso es tan importante su testimonio y su presencia”.

Para MªDolores, el papa Francisco “nos ha abierto mucho los ojos en ese sentido. Hay una conciencia universal de que los mayores somos algo más. Somos un grupo de laicos importante, de transmisores de la fe”. Una transmisión, como bien recuerda, que “es un legado, una identidad…puesto que somos los que lo trasladamos al resto de generaciones. Porque los abuelos son “fundamentales en la transmisión, en la vivencia. Simplemente con su presencia ya es suficiente. Sirve nuestro testimonio”. 

 En cuanto a los jóvenes, MªDolores asegura que “son el fruto de lo que nosotros hemos hecho. Los aceptamos y los queremos muchísimo” pero ahí es donde hay que hacer valer el testimonio de los mayores ya que “es importante porque saben que por nuestra fe nosotros vamos a estar siempre al lado de ellos. Y yo creo que eso es muy importante en la sociedad actual”.

Una de las claves que expone la presidenta de Vida Ascendente es que “tenemos más tiempo para dedicarles, sabemos escuchar y no tenemos prisa”.