El rector de la Basílica, Melchor Seguí, dirigió unas palabras a los valencianos en el acto central del Centenario en el Puente del Real
BONA GENT! COM DIRIA EL GLORIÓS PARE, I VALENCIÀ UNIVERSAL, SANT
VICENT FERRER
“Al voret coronada, com Reyna i com Patrona,
Sentim tons fills de l’ànima, glatir lo nostre cor,
I perles qu’enriquixquen, per pures ta corona,
Serán les nostres vides, formant lo seu tresor.
Oh Verge Sobirana! Oh, imatge Beneida!
Orgull de nostra terra, escut de nostra fe…”
Aquestos versos, pertanyents a l’himne de la coronació, que es va interpretar en aquest mateix lloc, en el qual ens trobem, fa ara justament, cent anys, resumeixen, de manera molt excel·lent, els sentiments dels valencians, d’aquell momento, i també del temps present, al contemplar la sagrada imatge de la Mare de Déu, coronada, com a reina i senyora de cel i terra.
Feia ja cinc-cents anys, que el poble fidel, venerava com a mare celestial, a la Verge dels Desamparats, i per això, el Sr. arquebisbe de València, en aquell moment, Cardenal Enrique Reig Casanova, recollint el sentir unànim del poble de Déu, va demanar que la Santa Seu, concedira el màxim honor, que se’ls podia tributar, a les imatges de la Mare de Déu, de major veneració: La anomenada en aquell temps, coronació pontifícia.
L’ entusiasme de la iniciativa, va unir, com en poques ocasions, al poble, autoritats, i a totes les institucions, donant com a resultat, les jornades històriques de maig de 1923, que ara commemorem, en les quals, l’entusiasme per la Mare de Déu, es va desbordar, com mai abans s’havia conegut.
El poble valencià va mostrar el seu amor a Maria, oferint-li una esplèndida corona de metalls nobles i pedres precioses: Si la Verge dels Desamparats, fins a eixe moment, havia sigut la gran mare de València, a partir de la seua coronació, es va convertir també, en la seua reina.
Però el regnat de Maria no és un regnat a la mesura dels regnes d’aquest món, sinó, com el del seu Fill, que ens diu en la Sagrada Escriptura. “Jo estic enmig de vosaltres com el que serveix” (Lc. 22, 27).
La Iglesia ha sido siempre consciente, de que la caridad, ha tenido una importancia constitutiva para ella desde sus comienzos, y por eso, el Libro de los Hechos de los Apóstoles, al narrar la vida de la primitiva comunidad cristiana, dice lo siguiente: “Los creyentes vivían todos unidos, y lo tenían todo en común; vendían sus posesiones y bienes y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno…”(Hch 2, 44-45).
Fue la caridad, la virtud que impulsó al Padre Jofré, para salir en defensa de aquel discapacitado mental, la caridad, la que dio origen al hospital “Dels ignocens, folls e orats”; la caridad, la que dio origen a la cofradía, y la caridad, igualmente, la que condujo a la misma, a atender sucesivamente a los antedichos “Ignoscens, Folls e orats”, a “Les fembres de partit”, al socorro material a los enfermos, a la asignación de socorros mensuales a los necesitados, a conceder préstamos sin interés a las víctimas de accidentes, a la piedad hacia los encarcelados, al entierro de los ajusticiados, y de los cadáveres abandonados, a recoger a los niños repudiados al nacer y abandonados, muchos de ellos, depositados en el torno del antiguo hospital; a la provisión de dote a las doncellas huérfanas pobres, llamadas “Vergens de Maria”…
Por todo ello, el rey Fernando el Católico, mediante real privilegio de 1493, ordenó que, “Al timbre y sobrescrito de Madre de los Inocentes, se le añadiese el de los Desamparados”.
Podemos asegurar, que la motivación caritativa, con la que se inició la archicofradía, y la devoción a la Mare de Déu, continua plenamente vigente, después de seiscientos años:
En la actualidad, la Archicofradía, es patrona de la Fundación Maides, para la atención e inserción en la sociedad, de discapacitados psíquicos, y junto con la Basílica, también colabora con Pro Vida Valencia, para la lactancia de bebés, y otras necesidades, de madres sin recursos; con la institución “Villa Teresita”, que actúa muy activamente a favor de las mujeres abusadas y excluidas socialmente, trabajando por su reinserción. Además de atender otras necesidades de atención primaria básica y de cooperación internacional.
Dicen las crónicas, que hace cien años, fueron más de dos mil, las familias y particulares, que donaron joyas para confeccionar la corona de la Virgen. Puedo asegurar, que son muchos más, los que han colaborado en esta ocasión, para confeccionar la corona del centenario: Una corona de caridad, tejida por el amor fraterno de sus hijos, a favor de otros hijos, sus predilectos: Los desfavorecidos, los excluidos, los Desamparados. Muchas gracias a todos los que habéis colaborado. Hoy le ofrecemos a María esta corona del centenario, pero la caridad debe continuar, la corona, no termina aquí, debe seguir creciendo, para que la historia de amor entre la Mare de Deú y su pueblo, continue proyectándose hacia el futuro, así como la realidad de las palabras del himno, cuando nos dice: “Les perles qu’ enriquixquen per pures ta corona, serán les nostres vides, formant lo seu tresor.”
“Ampareu-nos nit i dia
En totes necessitats;
Puix que sou Verge Maria,
Mare dels Desamparats”.