L.A. | 13-06-2019
Todo el recinto delimitado en la Plaza de la Virgen para la Cena del Hambre se llenó. (FOTO: A.SÁIZ)
La Cena del Hambre de Manos Unidas volvió a convertir el pasado viernes 7 por la tarde noche la plaza de la Virgen en el corazón solidario de la ciudad.
Muchos de los que cruzaban por la plaza para dirigirse a alguno de los restaurantes cercanos se quedaban boquiabiertos al ver cómo más de quinientas personas se sentaban en unas sillas de madera ante unas mesas con mantel de papel blanco. Por todo menú se ofrecía un trozo de pan, con aceite y sal, y una fruta, además de un botellín pequeño de agua… Y nada más.
Allí estaban representantes de Manos Unidas llegados de toda la diócesis, también la vicepresidenta nacional, delegadas comarcales, muchos voluntarios y familias, jóvenes y niños. Gentes que pasaban por allí se sumaron a esta buena causa de la Cena del Hambre, en la que participó el obispo auxiliar de Valencia, monseñor Arturo Ros, y el delegado episcopal para Cáritas e Instituciones Caritativas y Sociales, José María Taberner.
El buen ambiente reinó desde el minuto 1, cuando nuestra compañera, la periodista María José Cervera, redactora jefe de AVAN -presentadora este año del acto, algo que hizo a la perfección- dio la bienvenida y la delegada de Manos Unidas Valencia, Ana Ruiz, agradecía a todos la asistencia y aportaba los últimos datos de esa lucha a muerte contra el hambre en el mundo. La bendición de la Cena por el consiliario de Manos Unidas, Pablo Tos, que tuvo muy presente a los que no tienen absolutamente nada que llevarse a la boca y, al terminar, la brillante actuación del coro del Colegio Oficial de Médicos de Valencia, dio paso al momento culminante con todos los participantes en pie cantando el Himno de la Virgen de los Desamparados.
La recaudación obtenida se destinará a los 18 proyectos de desarrollo que Manos Unidas Valencia lleva a cabo este año en países de África, América del Sur y Asia.
Como en años anteriores, varias empresas colaboraron donando sus productos y servicios de manera desinteresada; jóvenes voluntarios ayudaron con el montaje de las mesas y las sillas para transformar la plaza en un comedor improvisado.