CARLOS ALBIACH | 25.03.2020
18 de marzo de 2020 en la plaza de la Virgen de Valencia. La imagen es radicalmente distinta a la vivida en otros años justo este mismo día, cuando las flores portadas por los miles de falleros y ofrecidas a la Virgen de los Desamparados impregnaban de aroma y color toda la plaza. Este año la suspensión de las Fallas por la emergencia sanitaria a raíz de la pandemia del coronavirus ofrece una imagen diferente, la de una plaza vacía sin apenas tránsito de gente. Sin embargo, uno de los balcones que dan a la emblemática plaza sí se acuerda de la patrona de Valencia. Un enorme dibujo de la Virgen de los Desamparados con la frase ‘La Geperudeta nos cuida’ y un gran mural con flores pintadas con el título ‘#ofrenda2020’ así lo hacen. Se trata del balcón de la familia de Gil María y María, que han hecho el dibujo junto a sus tres hijos: Gil María (7 años), Mª Elena (4 años) y Mercedes (18 meses).
En estos días, en que debido al estado de alarma hay que estar confinados en las casas, la fe es un aliado muy importante. El dibujo de la Virgen en el balcón de esta familia valenciana es la expresión de lo que dentro se vive y que como esta familia se expresa en muchos balcones. Gil María, el padre, explica a PARAULA que decidieron hacer el dibujo de la Virgen de los Desamparados porque “es nuestro referente”. “Veíamos que en muchos balcones los niños colocaban sus dibujos de un arco iris, que también está muy bien, pero nosotros quisimos poner a nuestra Madre”, explica.
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También, añade Gil María, es una forma de recordar la emoción de los días de ofrenda y de la que ellos siempre han sido testigos privilegiados desde su balcón. Y no hay que olvidar, tal y como comenta, “que hacer el dibujo también ha sido una actividad muy divertida hecha en familia”.
¿Cómo están viviendo los días de confinamiento? Esta familia valenciana, como está ocurriendo en multitud de hogares, están haciendo “piruetas” para trabajar desde casa y atender a los niños. Ellos conviven además con la abuela, la madre de Gil María, y la hermana de él. Además, como detalla el padre, “es una muy buena oportunidad que tenemos los padres de disfrutar de nuestros hijos”.
Tener presente a Dios todo el día
Para ellos compartir la fe en familia “es muy importante”. En este tiempo de confinamiento se mantiene presente y más si cabe. “Para nosotros es fundamental que los niños tengan presente a Dios a lo largo de todo el día”, explica. En estos días mantienen la oración que habitualmente hacen en tres momentos al día: al despertar, a la hora de comer y al acostarse. En el último momento del día reflexionan y rezan en torno a tres preguntas: ¿Por qué dar gracias a Jesús?, ¿en qué podemos mejorar? y ¿a quién hemos ayudado? “Durante este tiempo, como no podía ser de otra manera, todo gira en torno a la situación que estamos viviendo. Es verdad que cada uno lo vive de una manera y que, sobre todo el mayor, se hace sus preguntas pero están tranquilos y contentos”, cuenta Gil María.
La familia, feligreses de la parroquia San Esteban de Valencia, sigue la celebración de la eucaristía a través de la televisión. Y, paradojas de la vida, lo hace conectando con el templo que tienen a tan solo unos metros de casa, la Basílica de la Virgen de los Desamparados, cuyas misas se retransmiten a través de la Ocho Mediterráneo. Asimismo, mantienen contacto a través de plataformas ‘online’ con el grupo con el que viven la fe, una Comunidad de Vida Cristiana (CVX) de la Compañía de Jesús. Incluso han compartido con ellos alguna eucaristía ‘online’. Pero también están en contacto, explican, “para ver cómo pueden ayudar a otras familias que tengan alguna necesidad”. “Es además un momento de animar a los demás”, detallan.
No hay duda de que esta crisis es una oportunidad para muchas cosas buenas. Y así es como lo siente y como lo vive esta familia: “es una oportunidad para dar gracias a Dios por las cosas pequeñas del día a día”. Y es que, explica Gil María, “en un mundo en el que muchas veces ponemos el foco en lo que no es importante, en estos días tenemos la oportunidad de vivir el presente y eso es un regalo”. “Dar gracias porque podemos comer, tenemos un techo, salud y estamos juntos por ejemplo”, matiza. También toda una oportunidad para “conversar y hablar en familia y para que los niños puedan interactuar y jugar entre ellos”. “Para nosotros lo que más nos ayuda es ser conscientes de que tenemos que dar gracias por todo”, concluye.