EVA ALCAYDE | 26-09-2019
Un abrazo para el cartel Para el cartel de este año se ha elegido una fotografía impactante y muy significativa. La instantánea recoge el momento del abrazo de Domenico Lucano, alcalde de la localidad italiana de Riace (Calabria) a los refugiados llegados a su población. Lucano ha destacado por su forma de tratar a los refugiados, ya que como alcalde permitió asentarse a 450 refugiados entre los 1.800 habitantes de su localidad, revitalizándola y evitando el cierre del colegio. En octubre del pasado año, fue detenido, acusado de favorecer la inmigración ilegal, y puesto bajo arresto domiciliario. Ese abrazo de la fotografía, que es símbolo de la fraternidad, solidaridad y acogida, refleja muy bien el lema de la jornada de este año: no se trata solo de migrantes, se trata de personas. La autora de la imagen es Lucía Ballester de Catholic News Agency, agencia fundada en 2004 como parte del apostolado para la nueva evangelización de EWTN News.
Este domingo, día 29, se celebra la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado, que este año lleva por lema ‘No se trata solo de migrantes’.
La jornada, que hasta ahora se celebraba en enero y se ha trasladado al último domingo de septiembre, pretende sensibilizar sobre la acogida a los migrantes y refugiados y trasladar la idea de que “no son un peligro, sino una ayuda que nos enriquece”. Así lo destaca la Conferencia Episcopal Española (CEE), que subraya también que “donde otros ven solo un emigrante, los cristianos tenemos que ver a un hermano, evitando así que nuestros miedos, prejuicios y estereotipos injustos los hagan responsables de los males sociales, dando pábulo a la exclusión, ya sea social o territorial”.
Con esta idea de luchar contra los miedos que genera el fenómeno migratorio y poniendo por encima de todo a la persona, la diócesis de Valencia va a celebrar esta jornada este domingo 29, a las 19:30 horas, en la parroquia San Miguel de Soternes, de Mislata.
Según ha adelantado el responsable del Secretariado Diocesano de Migraciones, Olbier Hernández, la misa estará amenizada por los cantos de la comunidad filipina y africana, que una vez acabada ofrecerán también un festival de cantos y danzas típicas de África en la plaza de la Cruz, de Mislata, próxima a la parroquia.
Tras la misa, también en la plaza, se proyectarán fotos del Papa alusivas a las migraciones y a la campaña de este año y finalmente todos los asistentes compartirán un aperitivo.
Acercar la jornada a los barrios
Dado que para la Iglesia universal es una prioridad pastoral dar respuestas al fenómeno de la migración, desde el Secretariado Diocesano de Migraciones del Arzobispado de Valencia se han marcado como objetivo acercar esta jornada mundial a los barrios de la ciudad y darla a conocer entre todos los fieles.
Así, “en lugar de celebrar la jornada todos los años en el mismo templo, a partir de ahora se extenderá a toda la diócesis y se celebrará cada año en una parroquia distinta”, explica el sacerdote Olbier Hernández, que también añade que durante ese año “se intensificará el trabajo del Secretariado de migraciones en ese barrio en concreto”.
De esta forma, la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado del próximo año, en 2020, está previsto que se celebre en la parroquia de San José Artesano, en la Ciudad Fallera, con su párroco, Jesús Belda, al frente.
Una prioridad para la Iglesia
En su mensaje con motivo de esta jornada los obispos españoles recuerdan que el fenómeno de la migración supone “un desafío” y una “prioridad para la Iglesia”. Por ello instan a las diócesis a reflexionar sobre la respuesta pastoral a esta llamada y si se avanza de forma eficaz. También destacan la labor de las instituciones como Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, y las delegaciones diocesanas de Migraciones, que “diariamente están generando procesos para que nadie quede excluido”.
En este sentido, la CEE considera “imprescindible” que el trabajo con los inmigrantes trate de “erradicar y prevenir las situaciones de vulnerabilidad o la desatención de los derechos humanos, vinculados a la irregularidad administrativa, a las dificultades de nuestras fronteras, a leyes discriminatorias, o a la reclusión, como la de los Centros de Internamiento”.
Lo que dice el Papa
Por su parte, el mensaje del papa Francisco para esta Jornada del Migrante y del Refugiado fija su atención en el trasfondo de las migraciones, que, en ocasiones, queda difuminado por la fuerza de los números, por el dolor acumulado de quienes lo protagonizan o por el debate social y político que suscita.
Así, el papa Francisco nos alerta sobre el peligro de que “la globalización del individualismo conduzca a la indiferencia”, y nos advierte “de la decadencia moral a la que nos enfrentamos, si seguimos dando espacio a la cultura del descarte”. En su mensaje el Papa asegura que “la maldad y la fealdad de nuestro tiempo acrecienta nuestro miedo a los “otros”, a los desconocidos, a los marginados, a los forasteros… Y esto se nota particularmente, en la llegada de migrantes y refugiados”.
Francisco analiza el lema de la jornada de este año, ‘No se trata solo de migrantes’, y lo va uniendo con una serie de términos para llegar al trasfondo del fenómeno migratorio. Así, junto a ‘No se trata solo de migrantes’… añade “también se trata de nuestros miedos, de la caridad, de la persona, de la humanidad, de la no exclusión, de la ciudad de Dios, y de que los últimos serán los primeros”.
El Papa, entre otras cosa, pide que “el miedo no se convierta en un rasgo identificativo de nuestra cultura o que una errónea comprensión del progreso pueda condicionar la interpretación y la gestión del fenómeno migratorio”.
Roberto Vetere es argentino, de Mar del Plata. Llegó a Valencia en año 2000 y se integró perfectamente en la parroquia de San Miguel de Soternes, de Mislata, donde colabora en las tareas pastorales con jóvenes y familias. (FOTO: A.SÁIZ)
Roberto Vetere es de los que piensan que “el mundo es un buen lugar para vivir”. Él y su familia han vivido la migración desde siempre como algo natural “no como una desgracia, sino como un lugar de búsqueda”, dice.
Es argentino, de la ciudad Mar del Plata, y llegó a Valencia en el año 2000, con su mujer, dos de sus cuatro hijos y 47 años, huyendo de la política de su país y de los ahogos económicos.
Pese a la edad, a la dificultad de empezar desde cero y a separarse hijos y nietos, llegar a España no supuso para la familia de Roberto un problema excesivo. “Casi fue como si nos mudáramos de barrio y cambiáramos el asado por la paella”, dice bromeando con su particular acento argentino.
Y es que Mar del Plata, situada al sudeste de Buenos Aires, es una ciudad marítima, centrada en el turismo, donde en verano su población puede aumentar hasta un 300 %. “Es una ciudad como Valencia, alegre y familiar. Allá también tenemos buñuelos y chocolate, fallas y procesiones, con mucha vida en la calle”, cuenta Roberto, que asegura que en Valencia se han sentido realmente “como en casa”.
Los Vetere, como muchos argentinos, han vivido la inmigración como una riqueza porque Mar del Plata está llena de inmigrantes. “Casi todos tenemos abuelos de otras nacionalidades. Allí vinieron judíos huyendo de los alemanes, alemanes perseguidos por el holocausto, italianos, españoles y franceses que escapaban de las dificultades de Europa tras la guerra”, explica Roberto, cuyos abuelos, por ejemplo, eran italianos y españoles de Asturias, mientras que los de su mujer eran alemanes. “El movimiento de personas es algo natural. Los hijos no pueden quedarse pegados a la historia de sus padres”, afirma Roberto, que tiene hijos y nietos en Valencia y en Argentina.
Roberto es psicoterapeuta y psicólogo social. Ahora a sus 66 años ayuda en los grupos de jóvenes de su parroquia, la de San Miguel de Soternes de Mislata, y colabora con la pastoral familiar. “La labor de esta parroquia es incansable. Nos tocan a la puerta paquistaníes, rusos, ucranianos… y siempre encuentran a un buen cura y mucha gente para echar una mano, porque el que viene sin papeles quiere que le ayudemos con los papeles, pero también con su angustia por no tener nada, ni huella, ni futuro”, opina Robert, que cuenta que hasta tuvieron que ofrecer los primeros auxilios a una chica a la que no atendieron en el centro de salud por falta de papeles.
“La sociedad tiene miedo de ayudar a los demás, piensa que el inmigrante viene con la navaja en el bolsillo y eso no es así”, considera Roberto, que tiene esperanza en que las cosas cambien.