EVA ALCAYDE | 22.07.2021
Julio con 20 años obtuvo una beca de estudios en una universidad pontificia en Roma y salió de Cuba. Ahora, con 34, tiene dos carreras, Periodismo y Derecho, y ayuda a su país desde Valencia con las dos herramientas a su alcance: la comunicación y las leyes. Es optimista ante la revuelta popular que vive Cuba y tiene las esperanzas depositadas en las generaciones más jóvenes: youtubers, artistas y músicos urbanos que ya no compran el discurso oficial del régimen y quieren vivir en una Cuba libre. (EDICIÓN AMPLIADA)
Julio Rodríguez tenía entonces 20 años y muchos deseos de cambiar las cosas. Había comenzado sus estudios universitarios de comunicación audiovisual, donde ya se respiraba el ambiente contestatario y de cuestionamiento de la realidad del país, pero consiguió una beca de estudios en Italia y allí se licenció en Periodismo en la Universidad Pontificia de la Santa Croce. Luego se asentó en Valencia y realizó estudios de grado y posgrado en la Universidad CEU-Cardenal Herrera y se graduó en Derecho en la Universidad Católica de Valencia.
Julio, que tiene ahora 34, lleva siete años ejerciendo la abogacía y además ha fundado, junto a otro abogado, la firma internacional Gowper que presta servicios jurídicos especializados en derecho internacional de los negocios, derecho de la Unión Europea y derechos humanos. Ahora continua su lucha por mejorar la situación de su país con dos armas muy potentes: la comunicación y las leyes.
Para Julio, la actual situación en la isla se ha producido por una combinación de factores, donde la crisis sanitaria mundial de la covid-19 ha sido solo un catalizador.
“Cuba es un país tremendamente empobrecido por el comunismo, donde el Gobierno controlado por el Partido Comunista, el único legal y permitido, y una cúspide militar que controla la economía del país, prefieren invertir en hoteles para turistas antes que en Sanidad, y en consecuencia, desde hace 30 años el sistema sanitario se ha ido deteriorando hasta llegar a la situación actual. En los últimos meses han ido aumentando el número de contagios por Covid-19 y de fallecidos de forma exponencial, debido a la negligencia grave de las autoridades cubanas: mientras en España y Europa estábamos viviendo cuarentenas muy duras, los cubanos se veían obligados a hacer colas interminables para conseguir comida e cubrir sus necesidades más básicas. Luego tenemos que las autoridades cubanas iniciaron una campaña masiva de vacunación con candidatos vacunales propios, que no estaban ni siquiera validados por su agencia de medicamentos, y de dudosa eficacia, simplemente porque se niegan a aceptar vacunas de otros países – incluido, por cierto, donadas por los EE.UU.- y tampoco quieren formar parte del programa COVAX de la OMS que las distribuye gratuitamente. Cómo es posible que Cuba haya desarrollado vacunas propias, con los ingentes recursos que esto requiere, pero sus hospitales estén desprovistos de jeringuillas para administrarlas, y sus farmacias carezcan de los analgésicos básicos como el paracetamol”, se pregunta.
Además de la crisis sanitaria, el abogado cubano destaca la crisis económica que vive el país, agudizada también por la llamada “tarea del ordenamiento” que impulsó el sustituto de Raúl Castro en el gobierno, Miguel Díaz-Canel. “Se ha demostrado que ha sido un fracaso, que ha cerrado a los ciudadanos la puerta a las divisas y ha disparado la inflación a cifras nunca antes vistas. Tu envías dinero a Cuba y el régimen lo convierte en una moneda virtual en una tarjeta y te obliga a gastarla en sus tiendas, donde los productos tienen precios desorbitados, muy por encima del de productos similares en los supermercados españoles. Los cubanos ya no tienen contacto con el dólar americano que les permitía tener una cierta independencia económica”.
Julio Rodríguez reconoce que, pese a la dramática situación en la isla, el cubano “no suele quejarse nunca, hasta ahora no había expresado su deseo de libertad de una forma tan masiva. Y esto era porque el pueblo ha estado sometido al miedo y ha sufrido el daño antropológico del terror durante muchos años”.
Pero ahora las cosas están cambiando, especialmente por el papel de las generaciones más jóvenes. “Las redes sociales, youtubers, influencers y artistas ya no se identifican con el régimen, ya no compran el discurso oficial, e incluso se enfrentan con sus padres, porque ellos no hicieron nada. Ahora los jóvenes no quieren irse, quieren vivir en Cuba, en una Cuba que quieren transformar y el régimen no les deja”, afirma Julio que añade que “la careta del régimen se ha caído completamente, llevan 62 años con el discurso del bloqueo y los cubanos ya no aguantan más la mentira, están gritando por la libertad, para acabar con una dictadura que reprime”.
Desde Valencia la comunidad cubana sigue los acontecimientos a través de las redes sociales. Y el mismo día 11 de julio cuando estallaron las protestas, un grupo de cubanos se concentró de forma espontánea en la Plaza de la Virgen para reclamar, al igual que sus compatriotas, “Patria y Vida”.