El matrimonio pakistaní condenado a pena de muerte.
EDUARDO MARTÍNEZ |
08-1-2015
Que la Justicia de Pakistán anule la pena de muerte contra su hermana y su cuñado por una “falsa blasfemia” contra el islam. Es el empeño en el que se encuentra Joseph Anwar, el joven católico paquistaní refugiado en Valencia tras huir en 2013 de la persecución contra los cristianos en su país (como ya informó PARAULA en sus números 1.267 y 1.278).
La sentencia fue dictada el año pasado por un tribunal de la ciudad de Toba Tek Sing. Ahora, la ONG ‘World vision in progress’ ha apelado a la Corte Suprema de Pakistán para que revoque la condena. Para que prospere el recurso, Anwar reclama “presión internacional” a través de instituciones y de medios de comunicación. El objetivo es que las autoridades pakistaníes no se sientan “impunes” ante la posibilidad de ejecutar “una condena injusta” que “atenta gravemente contra los derechos humanos”, sino “vigiladas y recriminadas” por la comunidad internacional. En caso contrario, es decir, si se produce un silencio generalizado sobre el caso, “es mucho más fácil que la sentencia se lleve a término”, según expresa a PARAULA Joseph Anwar. El joven teme también que los carceleros maten al matrimonio en la prisión, como “ha sucedido hace algo más de un mes en Pakistán con otros dos cristianos acusados de blasfemia”.
En la actualidad, la hermana de Joseph, Shagufta Kausar, y su marido, Shafqat Emmanuel, están en las prisiones de Jhang y de Faisalabad, respectivamente. El matrimonio, que tiene cuatro hijos de 8 a 14 años, fue arrestado en julio de 2013 en la ciudad de Gorja, tras “ser acusado falsamente por musulmanes radicales” de enviar mensajes blasfemos por móvil al presidente de abogados de una asociación y al líder de una mezquita. “Fueron detenidos y torturados por la policía”, señala Joseph, que añade que “mi cuñado se vio obligado a autoinculparse para evitar el sufrimiento de su esposa”.
En abril de 2014, fueron condenados a muerte y llevan más de un año en prisión. El marido, además, sufre una paraplejia desde que en 2009 radicales islámicos atacaran setenta casas de cristianos en Gorja. Entonces, siete personas “murieron quemadas vivas”, relata también Joseph.
El Card. Cañizares y Joseph Anwar, en una audiencia en Valencia.
Con el cardenal Cañizares
Hace unas semanas, el joven refugiado en Valencia fue recibido en audiencia en el Palacio Arzobispal por el cardenal Antonio Cañizares, a quien informó pormenorizadamente del caso. El purpurado mostró su apoyo a Joseph y su preocupación por la situación en que se encuentra su familia.
Además de promover el recurso favorable de la Corte Suprema de Pakistán, Joseph tiene planeado poner en marcha una organización a través de la cual “pueda hablar con los líderes musulmanes para que se apiaden de mi familia”. Asimismo, quiere hacer partícipe al papa Francisco de la situación de su hermana y su cuñado, así como entrar en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores, con la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y con la ONG Amnistía Internacional.
Al ser preguntado por su fe cristiana y por el alto precio que tienen que pagar en su país por profesarla, Joseph asegura que “merece la pena” sufrir persecución por ella. De hecho, junto a su determinación por alzar su voz ante la situación de los cristianos en Pakistán, va su deseo de “ser la luz de una vela encendida por la paz y por la difusión del amor de Cristo”.
Necesitado de un trabajo para subsistir y cuidar a sus sobrinos
Entre las necesidades para las que Joseph Anwar pide ayuda está también la de encontrar un trabajo en Valencia. Ello le permitiría, además de su propio mantenimiento, solicitar la recepción en España de sus cuatro sobrinos para hacerse cargo de ellos. En la actualidad, los menores están en Pakistán al cargo de la ONG ‘World vision in progress’.
El joven, que tiene permiso de residencia y está siendo alojado en la capital valenciana en un piso de los Salesianos, ha trabajado desde su llegada a España en la ayuda a sacerdotes mayores y dependientes. En Pakistán trabajó también como gerente, vendedor y especialista en ‘marketing’ en varias multinacionales y empresas locales, y como profesor de inglés. A sus 28 años, domina perfectamente ese idioma y puede mantener también una conversación en español.