La de maestro es una profesión de vocación. Y eso se nota más que nunca en las situaciones difíciles, como ésta que nos ha tocado vivir por la pandemia de la Covid-19, que ha dado al traste con el final del curso de 2020.
Los alumnos se han visto obligados a permanecer en sus casas y continuar sus clases de forma ‘online’ o telemática. Y los profesores se las han tenido que ingeniar para adaptarse rápidamente a los nuevos tiempos de pandemia, al cole en casa, a nuevas herramientas, a teletrabajar desde sus casas y al mismo tiempo mantener su cercanía con los alumnos. Hoy traemos a las páginas de PARAULA algunos casos de profesores de Colegios Diocesanos en plena acción.
“He llevado a las chabolas de alumnos tablets y comida”
EVA ALCAYDE | 28.05.2020
Sus 40 años de trayectoria en el Colegio Diocesano Santiago Apóstol del Cabanyal le otorgan una experiencia y una perspectiva difícil de igualar. Su vocación profesional y su calidad humana hacen el resto. La ‘seño Mamen’ conoce a todos los alumnos, a sus padres, tíos, abuelos y demás parentela…
El colegio se encuentra en la calle Escalante, en pleno Cabanyal, uno de los barrios más deprimidos -y también más de moda- de la ciudad de Valencia. Sus 200 alumnos son la mayoría de etnia gitana, de familias vulnerables, tanto que muchos de ellos desayunan, e incluso se duchan, en el propio colegio.
Las primeras semanas de confinamiento por la Covid-19 fueron para ella una “aunténtica locura”, ya que lo primero, y lo más urgente, fue resolver el tema de la comida. “Nuestra fase 0 fue asegurar que el 100% de las familias del colegio tenían comida en la nevera. Tuvimos que llevarles alimentos, ayudarles a gestionar la beca de comedor con la Consellería, pedir al Ayuntamiento las ayudas de emergencia y ver con los servicios sociales qué otras ayudas podíamos conseguir”, explica la profesora, que asegura que las familias del cole no tienen ingresos, “son gente que no cobra nada, viven de la chatarra, de los mercadillos, de buscarse la vida y en confinamiento no podían dedicarse a ello”.
Durante las primeras semanas Mª Carmen también cogió un listado de las cien familias del colegio y las repartió por las Cáritas parroquiales de la zona para que también tuvieran alguna ayuda extra de comida. “La Cáritas de Nuestra Señora de los Ángeles también estaba saturada, ya que atiende a mucha gente y les quedan pocos alimentos, así es que a unas cinco o seis familias les llevo yo la compra”, cuenta la profesora del Santiago Apóstol.
Una vez que el tema de la comida estuvo más o menos controlado, el colegio y sus profesores se centraron en las tareas escolares. Fue la Fase 1. El problema es que los alumnos del Santiago Apóstol no tienen los medios materiales ni tecnológicos necesarios para poder seguir con el curso académico como los demás escolares valencianos.
El colegio realizó un análisis de la realidad social y tecnológica de las 100 familias del centro que reveló que el 95’92% de los alumnos no tenía ordenador en casa, el 71’51% estaban sin conexión wifi en casa y el 23’72% no disponía de conexión de datos móvil.
Así que con este panorama, el colegio proporcionó a cada tutor un teléfono móvil para que pudieran mantener contacto directo con sus alumnos, hacer un seguimiento y acompañamiento a través del único dispositivo disponible en sus hogares, y tratar de adaptar la tareas a través del whatsapp. “Yo soy tutora de apoyo en sexto de primaria y todos los día llamamos a los móviles de los padres para ver cómo están, si tienen algún problema o no entienden algún ejercicio. Al principio enviábamos fotos por whatsapp de los deberes, pero era muy complicado hasta que llegaron los cuadernos”, señala Mamen.
En la Fase 2, todos los tutores prepararon cuadernos de trabajo de cada curso, con 100 fichas a color para poder trabajar todas las materias, junto a pinturas, lápiz, goma, sacapuntas y demás material escolar que se hizo llegar a todos los alumnos. “Así la comunicación y la realización de los deberes ha sido más fácil”, apunta la profesora. El colegio también ha instalado un wifi comunitario en la zona donde se concentra la mayor parte de los alumnos -Casitas Rosas de Malvarrosa y Bloques Portuarios del Cabanyal- para dar conexión a internet a unos 70 alumnos.
La ola de solidaridad también ha llegado a las familias del Santiago Apóstol. Las Escuelas San José (Jesuitas) donó un ordenador portátil para cada alumno de Formación Profesional Básica y los alumnos de la ESO recibieron también portátiles gracias a Celéstica SAU, una empresa que colabora con el centro desde hace años. Por su parte la Conselleria de Educación ha enviado tablets con conexión a internet para los alumnos de 5º y 6º de primaria.
De esto también se ha encargado Mamen. “Algunas familias viven en chabolas y no tienen dirección, ni luz, así que les he llevado yo la tablet en persona, con algo de comida, claro”, dice la profesora que también ha tenido que gestionar dónde puede cargar el alumno su nuevo dispositivo. “Lo más importantes es que las niños y sus familias no se sientan solos”, añade.
Por su parte el director del centro, Jordi Bosch, afirma que “si las donaciones económicas siguen llegando, soñamos con conseguir que todo el alumnado tenga en su casa un dispositivo en condiciones para acabar el curso con conexión a internet”.
Un teatro donde los sueños parecía que se hacían reales
BELÉN NAVA | 28.05.2020
El 13 de marzo tanto Fani como Bárbara, profesoras de la etapa de Infantil del Colegio Diocesano Ntra. Sra. Del Socorro de Benetússer, cerraron las puertas de sus aulas sin saber qué era lo que iba a pasar. A la incertidumbre se unía el cómo mantener las clases ‘online’ de niños tan pequeños, de entre los 3 y los 6 años. Pequeños que empiezan a descubrir la letras y los números y comienzan a sentir un vínculo muy especial con sus profesores y compañeros de clase.
Fani reconoce que todos estos días se ha despertado con la necesidad de “querer volver a abrazarles, besarles, enseñarles, contarles… de poder estar junto a esas personitas” de las que no pudo despedirse puesto que todo sucedió muy rápido.
En este mismo sentido Bárbara asegura que “desde ese fin de semana en el que se decretó el estado de alarma “comencé a preparar cosas para mis alumnos. Necesitaba hacerles sentir que su ‘seño’ y el cole no se habían terminado. Comencé a buscar plataformas de comunicación grupales, a preparar materiales lo más atractivos posibles, a grabar en vídeo mis clases, a formarme en nuevas formas de enseñanza, a grabarme en la oración de la mañana junto con mi equipo de pastoral; para en definitiva, seguir llegando a ellos y estar presente en su día a día. Ahora mis esfuerzos se centran en hacer sentir a mis alumnos y a sus familias, que sigo igual de cerca o más si cabe”.
Lo importante ha sido que los más pequeños del colegio “comprendieran que no estaban solos y que juntos y con la ayuda incondicional de la Virgen y Jesús podríamos recorrer juntos este camino y que al final nos enseñaría algo bueno”, reafirma Fani.
Tanto Fani como Bárbara se han dado cuenta de que no solo los niños necesitaban su atención. “He sentido -puntualiza Bárbara- que algunos de los papás necesitaban ayuda y orientación para convertirse en ‘maestros de escuela’, otros han hecho materiales preciosos para sus hijos, verdaderas obras de arte, he sentido que los niños también necesitaban entender que ahora el cole era en casa. Muchos dicen que la mamá no es la seño, que en el cole cada día aprenden algo nuevo y que en casa solos es muy aburrido. Viendo mis vídeos, les dan besos a la pantalla y lo ven 50 veces diciendo que la seño no les contesta”.
Las videollamadas y las tutoría ‘online’ se han convertido en una de las herramientas más utilizadas. Ambas coinciden en destacar en la importancia de que los niños no pierdan el sentirse ‘clase’ y que siguen siendo amigos aunque estén separados.
El teatro de los sueños
Además, la creatividad se ha agudizado en estos meses y Fani ha construido un teatrillo “para contarles cuentos, ya que sé que durante unos minutos me tenían en su corazón, y donde los sueños parecían que se transformaban en realidad. Esos sueños que nos ayudarán a comprender que este planeta maravilloso que Dios creó para nosotros debemos de cuidarlo”.
En estos días, “he visto que ellos me necesitan pero yo a ellos tal vez más, porque son mi vocación y porque esto no lo he hecho nunca, no sé si lo estoy haciendo bien. De hecho, me pasa como a principio de curso, que a veces la incertidumbre me abruma. Pero lo que sí sé, es que lo que se hace con amor, entusiasmo y corazón, nunca falla”, concluye Bárbara.
“Clases ‘online’, pero también comida y ropa para familias”
L.B. | 28.05.2020
David Borja Campos es tutor de 27 niños de 6º de Primaria en el colegio San Bartolomé de Godella. Durante el confinamiento ha conseguido una relación muy fluida con sus alumnos a través de las clases ‘online’, haciendo sesiones grupales y también individuales con aquellos que necesitan un apoyo extra por situaciones personales o familiares. “Cada casa, cada familia tiene su realidad concreta y algunos niños necesitan tu atención especial estos días”, comenta. Por eso David ha intentado estar pendiente de cada uno de ellos ofreciéndoles recursos a todos los niveles pero, sobre todo, primando el acompañamiento y la persona. “Que los niños se sientan acompañados, que sepan que pueden contar conmigo en cualquier momento” ha sido uno de sus principales objetivos.
La comunicación ha sido constante con los niños, pero también con las familias “para ver cómo están unos y otros” porque, tal como explica, “hay niños que están pasado por períodos difíciles, viviendo realidades muy complicadas y fuertes a nivel familiar” y en este tiempo en que están encerrados, “viven el problema en primera persona y de forma más intensa”. En algunos casos, la situación familiar del alumno es tan complicada que el colegio ha tenido que implicarse. Así ha sucedido con alguna familia extranjera sin ingresos que, al carecer de permiso de trabajo, ni siquiera podía acceder a las ayudas básicas. “En un primer momento les facilitábamos bolsas con comida, pero luego, hemos tramitado y gestionado ayudas en Cáritas para que puedan recibir alimentos y ropa”.
David también se ha encontrado con que algunos alumnos no tenían acceso a la tecnología necesaria para seguir las clases. “Ahí te has de implicar a nivel personal y en la medida de lo posible, porque la comunicación ha sido muy difícil. No puedes realizar un seguimiento tan directo como con los otros. Pero hemos intentado que el niño avance académicamente, que a la familia no le falte de nada y, sobre todo, que se sientan acompañados”.
El profesor es consciente de que para los padres también es difícil esta situación. “Hay que tener en cuenta que los padres, aunque estén en casa, están teletrabajando y a veces no pueden atender a los hijos como quisieran. Cuesta conciliar familia y trabajo”.
Y es que David ha podido experimentar personalmente todas estas dificultades. Casado y con tres hijos de 3, 5 y 7 años, su mujer cayó enferma en este tiempo por lo que ha estado “fuera de combate” y él tenía que cuidar de familia, de la casa y llevar adelante las clases. “Ha sido un tiempo realmente duro, pero lo ha sido para todos y cada uno lo vive de una manera”, señala.
Precisamente para ayudar a llevar adelante esta situación difícil, David ha intentado transmitir esperanza a sus alumnos “que no optimismo”, destaca. “Es importante para ellos que aprendan a vivir descansando en el Señor, teniendo la seguridad de que todo, salga bien o salga mal, tiene un sentido. Hay que hacerles ver que todo lo que les ha pasado a lo largo de su vida tiene un sentido y que todo está bien, porque esa historia es la que ha pensado el Señor para ellos”, concluye David.
“Tuvimos que reinventarnos de la noche a la mañana”
CARLOS ALBIACH | 28.05.2020
Carlos Borja, profesor del colegio San José de Moncada, promovió en este centro diocesano la ‘gamificación’, que consiste en adaptar técnicas típicas de juegos y videojuegos al proceso educativo. Este año el hilo conductor era la conocida saga de Harry Potter. Con el confinamiento los planes se truncaron y tuvo que reinventar la historia para que tuviera sentido desde casa: “tenía sentido para el colegio, porque les motiva a venir cada día a clase, así que creamos otra historia y a través de la plataforma ‘Genially’ les mando vídeos y otros recursos para que además de las tareas tuvieran un elemento más motivador y les ayudara a tener ánimo”. La historia consiste en que ellos son los magos de la historia de Harry Potter, los aurores, y tienen que ir desinfectando cosas para pasar pantallas a través de redacciones, ortografía y otros trabajos. Como se la creatividad no tiene límites y Carlos, todo un apasionado de la educación, no ha escatimado tiempo ni recursos educativos para seguir atendiendo a sus alumnos.
Es verdad, que como detalla, “de la noche a la mañana tuvimos que reinventarnos”, pero enseguida se pusieron manos a la obra y cada semana les hacen llegar las tareas a través del correo electrónico. En el caso de este centro cada tutor luego se organiza las clases ‘online’ en grupos más pequeños o grandes, incluso de forma individualizada. De hecho, como explica Carlos, “han tenido que ver la situación de cada familia y adaptarse a ellos”. “No todos tienen la misma facilidad en el ámbito digital o tiene que trabajar, algunos incluso en primera línea frente al coronavirus, y no pueden sentarse con los niños lo que quisieran, así que nos hemos adaptado a cada situación”, cuenta. De ahí, que llamadas e incluso audios por ‘Whatsapp’ hayan sido también los medios para “que todos los niños estuvieran atendidos”.
En el caso de las familias que no tienen la posibilidad de acceder a internet el ayuntamiento de Moncada les echa un cable, de forma que ellos adaptan las tareas y hacen un documento que el ayuntamiento imprime y se lo hace llegar a casa. También ha habido alumnos que han recibido ‘tablets’ con conexión a internet gracias a Cáritas Diocesana de Valencia.
Carlos aprovecha las videollamadas con sus alumnos además de para resolver dudas para tener un rato más distendido con ellos, hacer un juego y sacar “alguna historia loca”. “Al principio estaban encantados por la novedad, el ver al profe por la pantalla, pero cuando la situación se alargó llegó el desánimo, así que tuvimos que animarles y estar cercanos. La verdad que los padres están haciendo un gran trabajo. Yo cada vez que les envío un correo les doy ánimo y les digo que son muy valientes”, cuenta.
Carlos también ha puesto en marcha otras iniciativas como el reto diario, que va desde cosas sencillas y divertidas hasta manualidades o vídeos. Además, desde el centro han impulsado otras como la cadena de sonrisas o que un grupo de profesores se encarguen de enviar un vídeo con la oración de la mañana. En esta última iniciativa, impulsada por el sacerdote, además de rezar explican un pasaje del Evangelio o los encuentros de los santos, o el propio del profesor, con Jesucristo. “Una forma para que alumnos y padres se sientan acompañados también desde la oración”, explica Carlos.