Eva Alcayde | 27-11-2013
A sus 86 años, Doménec Murcia preside en Villanueva de Castellón la asociación ‘Punt d´Encontre’, entidad que él mismo fundó para ayudar a personas con algún problema de adicción. Allí han atendido a más de un centenar de familias. Dice que Proyecto Hombre, donde ha sido voluntario durante más de 25 años, le ha cambiado la vida y le ha devuelto a su hijo, que creía perdido.
«Cuando hablo de Proyecto Hombre me cambia la cara”. Con esta frase nos recibe Doménec Murcia de 86 años en Villanueva de Castellón, su localidad natal.
Doménec es un hombre amable. Sonríe a menudo y sus vecinos le paran por la calle para saludarle. Casi todo el mundo le conoce. Es muy popular porque fundó en el pueblo la asociación ‘Punt d’Encontre, un bon pas’, que ofrece información sobre drogodependencias y ayuda a quien vaya con cualquier problema de adicción.
La asociación funciona desde hace 17 años. Allí han atendido a más de un centenar de familias y no solo de Villanueva de Castellón. También acude gente con problemas adictivos de otras localidades como Senyera, Alcantera, Alginet, Alberic o Xàtiva.
Doménech es un experto en la materia. Además de fundar la asociación y ser voluntario en Proyecto Hombre durante más de 23 años, su familia sufrió en primera persona el drama de la droga.
Un infierno que duró 10 años
Doménec habla con orgullo de los cuatro hijos que tuvo con María, su mujer. Blesila, su hija mayor, y sus tres chicos: Ángel, César y el pequeño, Eneas, que se lleva 18 años con César. “María tenía 44 años cuando nació y fue una alegría para la casa”, dice Doménec, que entonces no sabía el sufrimiento que le esperaba.
Con 16 años César empezó el instituto. “Su madre le preparaba todos los días la comida y se iba en el autobús a Alzira, porque aquí no había. De esto hace 33 años”, recuerda.
Un día les llamaron del instituto informando que César no iba a clase desde hacía tres semanas. “Tuvimos reuniones con el tutor y el director y ahí se destapó el problema”. El chico no quería estudiar y además empezaba a coquetear con las drogas.
Se inició así una época que Doménec recuerda con gran amargura. César no estudiaba, ni trabajaba, “solo hacía calamidades”. Los disgustos en la familia se sucedían uno tras otro y el ambiente tenso y crispado en la casa llegó a ser “insoportable”
“Una vez le pillaron llevando papelinas, otra, robando un coche, también fue detenido por la Policía Nacional y pasó unos días en el calabozo. Solía desaparecer ocho o diez días y no sabíamos nada de él. Le pillábamos drogándose en casa con un amigo o le encontrábamos drogas entre sus cosas. Mi mujer las tiraba por el inodoro y él se ponía furioso. Había fuertes peleas, discusiones y reproches… Fueron 10 años de sufrimiento, no se podía vivir en mi casa, un autentico infierno”, resume Doménec.
Durante este tiempo, su padre le decía “César estás matándonos”, pero él no reaccionaba, ni reconocía su problema. La familia sufrió su manipulación, sus engaños y sus mentiras. “Nos sabíamos como tratarle. Incluso llegó a tirarse por el balcón a la calle. Suerte que vivimos en el primer piso y sólo se rompió un pie”, recueda el padre.
De todo esto hace 33 años y Doménec reconoce que entonces no había tanta información como ahora. Su hermana, Blesida, que había terminado la carrera de Medicina, no pudo hacer nada por él. Fueron a ver a un compañero de facultad, que era psiquiatra, pero tampoco resolvió nada. “Al final nos hablaron de un proyecto muy bueno que estaba en Valencia y que empezaba a tratar casos de drogodependientes. Allí fuimos”, señala. “Y empezamos a ver la luz”.
Los padres se sentían culpables
Según asegura Doménec, Proyecto Hombre les abrió los ojos a todos. A César, porque asumió su problema y empezó la terapia y a los padres, porque entendieron que ellos no eran los culpables de la drogadicción de su hijo. Y esto fue un gran alivio.
Doménec, que ya se había jubilado, se encargó personalmente de llevar a su hijo a Valencia todos los días durante 2 años y 10 meses, acompañándole y apoyándole, aunque también se tuvo que mantener firme. “Un día, de vuelta a casa paré el coche en el arcén, le abrí la puerta y le dije: ‘con 27 años puedes hacer tu camino, elige. En mi casa, o cumples o sobras’. Ese día empezó una nueva relación entre nosotros”, recuerda el padre emocionado, aunque reconoce que fue un momento muy duro.
En Proyecto Hombre, César fue recuperando los valores que había perdido, y siguiendo las terapias y las normas. Cuando acabó el programa recuperó sus estudios, empezó a trabajar y a colaborar económicamente en casa.
“Desde que acabó el programa, César no era el hijo al que le había deseado la muerte, sino el que nos había salvado a todos”, dice Doménec con una crudeza que pone los pelos de punta. “Es un gran fill”, añade bien orgulloso.
Gracias a su hermana César encontró trabajo en Palma de Mallorca, como celador en un nuevo hospital, y después estudió Enfermería en la universidad. “Allí lleva trabajando ya 16 años”, explica su padre feliz.
Punt d´encontre
Como agradecimiento por haber recuperado a un hijo que daba por perdido, Doménec se ofreció a Proyecto Hombre como voluntario. Y empezó a formar parte de los grupos familiares de autoayuda, donde padres con la misma problemática compartían experiencias y vivencias.
Después, montó la ONG en el pueblo y reunió a los responsables de todas las entidades de Villanueva de Castellón, junto con el párroco y concejales en una asamblea para explicarles su iniciativa, que todo el pueblo acogió con agrado.
Los voluntarios realizaron el curso de formación básico en drogodependencias y el Ayuntamiento les cedió un local en la Casa de la Cultura para escuchar, atender y orientar a personas con problemas de adicciones.
“Somos un grupo de personas que creemos en la solidaridad y en la capacidad de cambio del ser humano”, dice Doménec. Todos los lunes y miércoles hay un grupo de voluntarios que atienden en la asociación y “siempre salimos con una sonrisa en la boca”, dice Doménec. Llevan ya 17 años en marcha y han atendido a más de un centenar de familias.
“La gente viene y quiere que les des un manual de instrucciones, que les digas lo que tienen que hacer, pero yo les hablo de lo que he hecho en mi casa”, señala Doménec, que nos cuenta algunos de los casos que han llevado: una madre a quien su hijo pinchaba con una navaja pidiéndole dinero, otra que acudía llorando porque su hijo le amenazaba con suicidarse, otras, desesperadas, que sufren maltrato de sus hijos y no saben qué hacer, e incluso una familia donde todos consumen.
“Yo no quiero convencer a nadie, quiero que esas madres se convenzan por ellaa mismas de que si dan dinero a sus hijos, ellas mismas les están matando”, asegura.
Ahora, después de tantos años, Doménec habla orgulloso de su familia: sus cuatro hijos, ya emancipados, de sus cinco nietos y sus dos biznietos. Se emociona recordando a su mujer ya fallecida, con la que ha compartido 67 años de la vida y se le llenan los ojos de lágrimas cuando nos cuenta que César, desde Mallorca, todavía le llama por teléfono para decirle que le echa de menos.
El apoyo de la familia, fundamental para el cambio del paciente toxicómano
Conscientes de la importancia de las familias en el proceso de recuperación de los pacientes con algún tipo de adicción, Proyecto Hombre quiere potenciar los espacios propios para las familias.
“Se trata de grupos de autoayuda para familiares de personas en tratamiento o afectados por las drogas”, explica Mar González, psicóloga y nueva responsable del Área de Voluntariado y Sensibilización de Proyecto Hombre.
“La familia es un agente fundamental para el cambio en el paciente. Y también necesita ayuda para expresar su frustración y sus miedos, porque eso paraliza. La familia muchas veces no entiende que el adicto pierde la voluntad y el control y son personas enfermas”, explica.
La psicóloga subraya que es muy importante que las familias se den cuenta que sus hijos son enfermos. “En la mayoría de los casos, en un princio, consumen para disfrutar o experimentar, pero cuando la personas empieza a ser adicta, consume por los efectos negativos de estar abstinente. El enfermo sólo piensa en consumir y eso conlleva problemas en la familia, agresiones y hasta robos. Por ello los grupos familiares son tan importantes”, afirma.
Por otro lado, Proyecto Hombre también quiere reconocer el papel destacado que para la entidad tienen sus voluntarios, que llegan al medio centenar. “Queremos que sean partícipes de la organización porque su labor también es inestimable”, asegura Mar González.