E.A. | 3-01-2014
Familias, tenéis que ser como la familia de Nazaret”, así comenzó su homilía el arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, el pasado sábado en la catedral de Valencia.
Rodeado de niños, que se sentaron en el presbiterio, el arzobispo presidió la misa conclusiva del Día de la Familia Misionera, que congregó en Valencia a cientos de familias cristianas de toda la diócesis.
A todas ellas les animó a “hacer frente a los desafíos actuales, sin pesimismo ni insultos, con un ‘sí’ rotundo a la vida y les alentó a ser “un reclamo en los pueblos y ciudades con vuestra presencia pública, necesaria y urgente, sin violentar a nadie, sino mostrando el rostro de Dios mismo que nos ha dado Jesucristo”.
El Arzobispo pidió a las familias que no tuvieran miedo a los “desafíos de hoy”, y les invitó “a decir un ‘no’ rotundo a la economía que excluye y mata”. “Dios no es el dinero”, señaló el prelado, que llamó a “no absolutizarlo, porque el dinero no debe servir para beneficio propio, sino para servir a todos, y especialmente a los más pobres”.
Se persigue a la familia con disimulo
El Arzobispo reflexionó también sobre las persecuciones religiosas, “que en unos países son directas y causan la muerte de muchos cristianos, y en otros lugares pueden tener un diseño especial, porque se persigue a la familia con disimulo, disfrazado de libertad, pero la familia cristiana debe presentarse ante el mundo en público con su adhesión a Dios, sin esconderlo”.
En este sentido, monseñor Osoro alentó también a “no entrar en el juego de las ideologías en crisis, que dicen que la adhesión a Dios pertenece a la esfera de lo privado y que hacerla pública estimula totalitarismos, cuando es todo lo contrario: el Dios cristiano estimula acoger a todos, a no rechazar a nadie, y las ideologías sí que instauran totalitarismos creyéndose que son únicas”.
No está prohibido hablar de Dios
A propósito de ello, monseñor Osoro recordó cómo “hubo tiempos en que en muchos países se prohibía creer en Dios; incluso en algunas constituciones se llegó a decir que Dios no existía”.
Sin embargo, “hoy no lo hacemos así, pero confundimos también porque diciendo que somos aconfesionales, en el fondo se quiere decir es ‘Dios, fuera’. Y esto no es así, no está prohibido hablar de Dios y tenemos que hacerlo”. Y acto seguido, el prelado animó a las a las familias cristianas a vivir en la vida pública hablando de Dios.
“Familias, salid a anunciar el evangelio, sed familia cristiana, mostraos como lo habéis hecho hoy”, exclamó el Arzobispo.
En otro momento de su homilía, monseñor Osoro recordó que “la familia cristiana es patrimonio de la humanidad, es el lugar donde todos hemos aprendido a convivir en la diferencia, a pertenecer a otros, no a nosotros mismos, es el lugar donde los padres nos han transmitido la fe”, y se preguntó “¿Qué hubiese sido de España en estos momentos si no hubiese habido familias cristianas, padres pagando el alquiler del piso de sus hijos, abuelos dando de comer a sus nietos?”. El Arzobispo añadió que “cuando esta estructura no existe, la convivencia se deshace”, porque “la familia es evangelizadora y misionera, cuando se presenta como célula básica de la sociedad”.
“¡No seáis pesimistas!”
Finalmente, el arzobispo de Valencia lanzó un llamamiento a la alegría y la esperanza. “¡No seáis pesimistas!”, exclamó el prelado y añadió “Porque los desafíos son para crecer, no para ser pesimistas, las dificultades no son excusa para reducir nuestra entrega y nuestro fervor”. Por ello, el Arzobispo invitó a las familias cristianas a “decir ‘no’ a la conciencia de derrota, y ‘sí’ a la audacia, al fervor, al perdón, a la acogida de Jesucristo en vuestra vida” y les pidió que “no os dejéis robar la alegría del Evangelio”.
“Os invito a salir en la calle mostrando con obras y palabras que entendéis la vida de otra manera y que tenéis la audacia de presentarlo, ofreciéndolo como la gran novedad que este mundo necesita”, concluyó monseñor Osoro.
Fue una la celebración llena de vida, pues los niños que no estaban en el altar jugueteaban unos con otros, algunos se encaramaban por los bancos, a otros les tocaba la merienda. Algunos padres se tenían que salir por los llantos de sus pequeños, y otros les regañaban por no estarse quietos. Los más pequeños, en cambio, dormían plácidamente la siesta en sus carritos.
Tras la homilía, el Arzobispo bendijo los rosarios y estampas que las familias habían recibido por la mañana en las celebraciones de la acogida y dio las gracias a los niños por su participación y por lo bien que se habían portado. “Me impresiona el silencio con el que estáis aquí”, señaló.
También expresó su agradecimiento a todos los que habían hecho posible el desarrollo del Día de la Familia Misionera, a los niños que habían participado en el rosario, a la Vicaría de Evangelización y a los voluntarios, que con sus petos rojos, atendieron a las familias durante toda la jornada. Las familias cristianas mostraron su agradecimiento con un sonoro aplauso.
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