BELÉN NAVA | 09.03.2023
El papa Francisco siempre ha abogado por la necesidad de que la Iglesia salga de su ensimismamiento y busque las periferias existenciales del mundo. En el libro ‘Soñemos juntos. El camino a un futuro mejor’, él mismo explicaba que: “Hay que ir a la periferia si se quiere ver el mundo tal cual es. Siempre pensé que uno ve el mundo más claro desde la periferia, pero en estos últimos siete años como Papa, terminé de comprobarlo. Para encontrar un futuro nuevo hay que ir a la periferia”. Y eso es algo que ha trasladado a sus 40 visitas apostólicas y 59 países en estos 10 años de pontificado.
Así lo comentaba a los periodistas en el vuelo de regreso de RD Congo y Sudán del Sur. Él hablaba sobre la globalización de la indiferencia y por ello argumentaba que su criterio siempre ha sido visitar los países más pequeños, como en Europa. “Fui a Estrasburgo, iré a Marsella, no a Francia. Los más pequeños, los más pequeños, para conocer un poco la Europa escondida, que tiene mucha cultura pero no es conocida por todos, para acompañar a países como Albania, por ejemplo, que fue el primer país que sufrió la dictadura más cruel de la historia. Entonces esta es mi elección, está en intentar no caer en la globalización de la indiferencia”.
Muchos de los lugares elegidos han sido para alertar de problemas de extrema gravedad, como Lesbos o Irak. Francisco viajó a la Isla de Lampedusa, para advertir sobre el drama de la inmigración. “Ellos están acá, porque antes nosotros estuvimos allá”, expresó en aquel momento.
De igual manera habló de la “cultura de la indiferencia”. No son migrantes, dice, son refugiados que huyen de las guerras. “Malditos los que fabrican armas y malditos los que las venden, esos son los que hacen las guerras”.
El primer viaje del papa Francisco fuera de Italia lo realizó al poco tiempo de ser elegido Papa a Brasil, donde participó en la JMJ de Río de Janeiro junto a casi 4 millones de jóvenes de todo el mundo.
El pontífice argentino realizó su primer viaje a África en noviembre de 2015; una visita centrada en la paz, la justicia social y el diálogo con el Islam en el que recorrió Kenia, Uganda y República Centroafricana. Tras ellos vendrían Egipto, Marruecos, Mozambique, Madagascar y Mauricio y recientemente República Democrática del Congo (RDC) y Sudán del Sur.
“Que África sea dueña de su propio destino”, exigió el papa Francisco desde Kinshasa. Con coraje denunció: “África está siendo explotada. Tras el colonialismo político ha venido el económico … África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear”. Más tarde, en Yuba, advirtió: “Solo con la paz, la estabilidad y la justicia podrá haber desarrollo y reintegración social… No puede haber futuro en los campos para desplazados”.
Otros de sus viajes más recordados fue el que emprendió rumbo a Cuba y Estados Unidos. En diciembre de 2014, Barack Obama y Raúl Castro decidieron retomar las relaciones diplomáticas, y dieron las gracias al Papa Francisco por su ayuda para el deshielo entre ambos países.
Por eso, en septiembre de 2015, Francisco emprendió un simbólico viaje a Cuba y EE.UU., para impulsar el proceso. En La Habana, cientos de miles de personas asistieron a la Misa del Papa en la Plaza de la Revolución. Cuando concluyó la ceremonia, el Papa visitó en privado a Fidel Castro en su propia casa.
El encuentro con Raúl Castro fue en la sede oficial. Y antes de despedir a la prensa, el Papa quiso darle las gracias por el induto de 3.500 prisioneros. “Yo le quiero agradecer la calidez de la recepción. También le agradezco los indultos”. Como recuerdo de la reunión, Castro le regaló un Crucifijo hecho con remos de balseros cubanos que trataron de alcanzar las costas de Estados Unidos.
Otro viaje que será recordado fue el que le llevó hasta Irak. Francisco aseguró entonces que viajó hasta allí “tras pensarlo mucho y conociendo los riesgos que suponía el viaje”, y aseguró que, a pesar de haber dudado, sintió la necesidad seguir adelante. La travesía era arriesgada por razones de seguridad y por la pandemia de la Covid-19.
“Tantas veces se debe arriesgar para dar este paso. Hay algunas críticas de que el papa no es valiente, que es un inconsciente, que está dando pasos contra la doctrina católica, que está a un paso de la herejía, Son riesgos, pero estas decisiones se toman siempre en oración, en diálogo, pidiendo consejo. No son un capricho”, dijo Francisco en la tradicional rueda de prensa en el avión después de los viajes, argumentando su decisión.
En una entrevista, el Santo Padre resaltó los momentos que más le impactaron de su viaje a Filipinas en el año 2015. Para él, presidir la Misa más multitudinaria de la historia fue una experiencia que jamás olvidará. Dijo que celebrar la Eucaristía ante seis millones de personas le hizo sentir pequeño, así como recordar cuál es su misión como cabeza de la Iglesia. “Lo de la gran presencia en la misa, me hizo sentir aniquilado. Ese era el pueblo de Dios, el Señor estaba allí. Era la gloria y la presencia de Dios que nos dice: Miren bien, que ustedes son los servidores de Dios, estos son los protagonistas”, señaló. “¿El momento más fuerte? La Misa en Tacloban, el ver a todo el pueblo de Dios allí, orando, después de esta catástrofe, pensar en mis pecados y en esa gente, fue muy fuerte, un momento realmente fuerte. Durante la misa me sentí aniquilado, casi no me salía la voz, no se que me ocurrió, quizá la emoción”, dijo el Papa Francisco.