Eduardo Martínez | 09-02-2012
Este mes de febrero, en el que se cumple un año de la visita de la cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) a la diócesis de Valencia, hemos vuelto a vivir en pequeña escala uno de los momentos más significativos de aquellos días. Si entonces era la cruz entregada por Juan Pablo II a los jóvenes la que recorría las calles y plazas de varias localidades valencianas, hace unos días fue el icono de Cristo que se utiliza en las vigilias juveniles con monseñor Carlos Osoro el que fue portado por la vía pública por un grupo de jóvenes.
Lo trasladaron desde la parroquia de Santa Mónica de Valencia hasta la basílica de la Virgen de los Desamparados para que presidiera la vigilia juvenil correspondiente al primer viernes de febrero. Así, a la vista de todos, viandantes, conductores, curiosos varios…, los jóvenes dieron testimonio de nuevo de que en la expresión pública de la fe no caben complejos. Tal como sucedió en aquellos inolvidables días con la cruz de la JMJ.
Antes del comienzo de la procesión, Juan Pedro Cegarra, párroco de Santa Mónica y titular del arciprestazgo que organizaba esta vez la vigilia (el número 6, ‘Santos Patronos’), recibió a los jóvenes que iban a trasladar el icono y les dio la bienvenida. Tras ello se inició la procesión, con cantos y en medio de un ambiente gélido, con apenas 2ºC de temperatura y una sensación térmica de -1ºC.
Ya en la basílica de la Virgen, se iniciaba la vigilia con un nuevo y quizás esta vez inesperado (el frío era terrible) llenazo. Pues fueron cientos de jóvenes los que una vez más abarrotaron el templo.
En su homilía, don Carlos animó a los jóvenes a construir un mundo donde “se respete la verdad, la justicia y la dignidad humana”, frente al “momento actual, en el que estamos viendo hasta qué punto han llegado los egoísmos de los hombres”.
Consideró, en este sentido, que las situaciones de injusticia y de falta de solidaridad que se dan en el presente se han producido por no tener en cuenta “la verdad de Dios”. Así, tomando como ejemplo el templo que el rey David quiso construir a Dios, aseguró que “hemos querido hacer un templo a nuestra medida, según nuestros propios intereses, donde no se respeta al otro, donde sólo entra el que yo quiero”. Por ello, invitó a levantar “un templo a la medida de Dios, donde todos caben, donde se da amor y esperanza, donde se respeta al hombre”.
Durante la vigilia, dos hermanos de la Comunidad Ecuménica de Taizé de visita en Valencia invitaron a los jóvenes a acudir a la población francesa para participar con ellos en sus encuentros y oraciones.