Una de las impresora de 3D de las Escuelas San José en pleno funcionamiento.

BELÉN NAVA / L.B. |02.04.2020

Unidos por una buena causa, profesores, personal administrativo, familias y alumnos de colegios católicos de la diócesis de Valencia se han convertido en lo que se ha denominado como ‘makers’ y todo por ayudar al personal sanitario que está luchando contra la pandemia del coronavirus.
La idea que mueve a los ‘makers’ es que todo el mundo es capaz de desarrollar cualquier tarea en vez de contratar a un especialista para realizarla, y a esto, ahora le aplicamos, además, la tecnología 3D. Y así han nacido los ‘Coronavirus Makers’ , una red de voluntarios que utiliza las impresoras en 3D para ayudar a hacer frente a la crisis sanitaria.


Esta red se dedica a la fabricación casera de pantallas de protección para el personal sanitario, de las que ya han repartido lotes a varios hospitales de la Comunitat, aunque también se trabaja en el desarrollo de otros muchos proyectos.

De esta manera, el colegio Pureza de María de Ontinyent está fabricando viseras de protección facial para personal sanitario o cuerpos de seguridad.
“El material estará destinado para combatir al COVID-19 y es una iniciativa surgida de forma altruista”, explican fuentes del colegio. De igual manera realizan un llamamiento a la solidaridad “si quieres colaborar, tienes impresora 3D o quieres donar material puedes obtener toda la información en covidvalencia.org”. Además comentan que “existen iniciativas como la web somosuno.eu o la comunidad coronavirusmakers.org que están desarrollando iniciativas similares”, porque #EsteVirusLoParamosUnidos.

Por su parte, el colegio diocesano Claret de Xàtiva también ha puesto a disposición de las autoridades el material de laboratorio y las impresoras 3D con las que cuenta. Así, el colegio está contribuyendo a la iniciativa Covid-19 Makers del EPSA-UPV de Alcoi fabricando en 3D soportes de pantallas de protección destinados a la sanidad pública además de colaborar con personal y voluntarios para el soporte técnico y diseño.

Escuelas San José
En la ciudad de Valencia, las Escuelas San José también han puesto a trabajar las impresoras 3D que se encuentran en los talleres de sus ciclos de Formación Profesional así como en la etapa educativa de la ESO “para poder dar EPIS a nuestros sanitarios”, han asegurado. La solidaridad, además, se ha extendido también a la comunidad educativa así como a las familias de los alumnos que han contribuido con la aportación de los acetatos necesarios para la protección de las viseras.


“Todo comenzó viendo la necesidad de material de protección en los centros de salud y hospitales de Valencia, de forma que el profesorado que suele emplear las impresoras de 3D, viendo que en otras partes de España se estaba haciendo, decidió empezar a realizar pruebas y diseños de elementos de protección que no disponían. En muy poco espacio de tiempo, estaba utilizando el equipamiento del centro, así como las impresoras que tenían en sus hogares, para poder fabricar los elementos necesarios”, explican a PARAULA desde las Escuelas San José de Valencia.


En colaboración con el instituto AIMPLAS (Instituto Tecnológico del Plástico), se está diseñando un molde para la inyección en plástico de mascarillas de seguridad. El profesorado fabricará el molde con las máquinas del taller de mecanizado, y posteriormente, se fabricarán esas mascarillas en las instalaciones de AIMPLAS con todas las medidas de seguridad necesarias.


Y es que en tiempos de incertidumbre y duda, la solidaridad es uno de los valores para dar significado a nuestras vidas. “El placer y el gozo de ser útil -comentan-, es uno de los potenciales de las personas que se multiplica exponencialmente, cuando se unen los esfuerzos por el deseo de ayudar. Porque la solidaridad es contagiosa, y de forma altruista y entusiasta, un grupo del profesorado y del personal de las Escuelas San José de Valencia, ha querido aportar sus conocimientos, materiales, ganas e ilusión en ayudar al personal sanitario que lucha contra esta crisis”.


“Nuestro deseo es ayudar a la construcción de una sociedad más consciente, compasiva y comprometida, con miedo, pero con esperanza, en el confinamiento pero desde la libertad, y con la meta de superar esta difícil situación y salir fortalecido por el gran aprendizaje de afrontamiento a la adversidad. Nos sentimos satisfechos de que nuestro lema ignaciano que dice “en todo amar y servir” se haya podido hacer realidad una vez más y en este momento tan dramático para todos”, afirman fuentes del centro educativo.


Al cierre de esta edición de PARAULA, estas viseras de protección ya habían llegado a los sanitarios del hospital Arnau de Vilanova y del hospital de Llíria.

4.000 viseras protectoras fabricadas por vecinos de Benimámet


Más de 4.000 viseras protectoras fabricadas por vecinos de Benimámet se han repartido ya a hospitales, ambulatorios, farmacias y residencias de ancianos de toda España. Prácticamente todas las familias de la pedanía valenciana están implicadas en este proyecto que promovió la Asociación del Pequeño Comercio de Benimámet a iniciativa de uno de sus miembros, la Copistería Soriano.


José Luis Soriano y su mujer, Mª Ángeles, son los dueños de una copistería y, además, de un negocio de venta de colchones para bebés. Al ver la escasez de material protector para el personal sanitario que están sufriendo los hospitales, pensaron que en sus almacenes tenían el material necesario para fabricar viseras protectoras. Se pusieron manos a la obra y comprobaron que con las fundas de plástico utilizadas para encuadernar, una tira de la esponja de la que están hechos los colchones y una simple goma, se podía hacer rápidamente, de forma sencilla y barata, una visera de protección muy eficaz.


Al ver que el procedimiento era sencillo, se pusieron en contacto con otros comerciantes de su asociación que, a su vez, fueron implicando a sus familias y a otras familias del barrio hasta llegar a ser más de 50 las que todos los días trabajan en este proyecto. Junto ellas, es fundamental la labor de los comerciantes: el zapatero hace los agujeros de los plásticos; la mercería suministra cintas; la ferretería, alambre; otra empresa, corta la espuma de los colchones; otra facilita las gomas; los taxistas hacen el reparto gratuitamente… No faltan empresarios que han aportado material e, incluso, algunos particulares han hecho sus propios donativos.


El ‘cuartel general’ está instalado en la copistería, allí reparten el material para trabajar y reciben las viseras ya fabricadas para clasificarlas, embalarlas y enviarlas a su destino.


Mientras, en sus casas, familias como la de Vicente Benlloch trabajan durante cuatro horas al día para hacer unas 300 viseras. Vicente, Mª Luz y sus tres hijos, Mª Luz, Isabel y Víctor, ya se han especializado y han conseguido trabajar en cadena. Y los vecinos que tienen máquina de coser fabrican mascarillas.


Gracias a esta labor, ya se han repartido viseras y mascarillas en Madrid, Alicante, Castellón, Ávila, Segovia… Y también, cómo no, en Valencia, al hospital Clínico, Arnau de Vilanova, el General, La Fe, Dr. Moliner…, y en localidades cercanas como Banisanó, Benaguacil, Paterna, Moncada o Manises.


“La gente se va enterando y estamos recibiendo un montón de pedidos. Nos faltan horas”, indica Vicente quien reconoce que ya han empezado a recibir fotos, vídeos y whatsapps dando las gracias por su trabajo.

Un ‘milagro’ con origen en otro milagro de 1885

Vicente Benlloch califica de “milagro” el que esta iniciativa surgida de la nada, haya logrado implicar a todo un barrio. Y piensa que algo puede haber tenido que ver su patrón, san Francisco de Paula.


El párroco de San Vicente Mártir, José Manuel Marhuenda, propuso al principio de la epidemia una novena al patrono y distribuyó estampas con una oración y recordando el milagro que en 1885, en plena epidemia de cólera, tuvo lugar cuando varias familias se salvaron de la enfermedad por la visita y oración de la imagen del santo a sus casas. “Es posible, que el santo inspirara a la copistería y de un milagro haya surgido otro ‘milagro’”, explica Benlloch.