❐ CARLOS ALBIACH | 02.02.2023
El 8 de febrero la Iglesia celebra la Jornada de Oración y Reflexión contra la trata de personas con motivo de la fiesta de santa Josefina Bakhita, la religiosa sudanesa que padeció durante su vida los sufrimientos de la esclavitud. La jornada tiene como lema ‘Caminando por la dignidad’ y con ello se quiere invitar “a seguir en camino, con un horizonte que nos estimula a no desfallecer ni volver la vista atrás, a mantener la esperanza, a cimentar nuestra acción en los valores, y que nos ofrece también un itinerario que inspira y orienta. Se trata de caminar por la dignidad de toda persona, especialmente aquellas cuya dignidad ha sido agredida, dañada, violentada”, tal y como señala la directora del departamento de Trata de Personas de la Conferencia Episcopal Española, Mª Francisca Sánchez Vara.
En la diócesis de Valencia han un equipo, englobado por distintas entidades, que también lucha para evitar la trata de personas y ayudar a las víctimas de estas redes. Una de estas entidades es Villa Teresita, que como señala su responsable en Valencia, Inmaculada Soler, “es una realidad que sigue siendo sangrante y muy cercana”. De hecho, explica que aún sigue habiendo mujeres, en su mayoría migrantes, que son engañadas con la promesa de un trabajo y una vida digna en España y sin embargo son víctimas de la prostitución.
Frente a esta realidad, como señala Inmaculada, “la Iglesia sigue abriendo caminos de esperanza ofreciendo oportunidades y rompiendo cadenas”. Desde Villa Teresita ayudan a las mujeres recién llegadas como a mujeres que han conseguido salir de la prostitución, además de hacer actividades de sensibilización, sobre todo entre los más jóvenes, para que conozcan una realidad que también está detrás de la pornografía que se consume en Internet y en las redes sociales.
“Nosotras queremos expresar con fuerza que Dios es el Señor de la vida, de la libertad y que no quieren que nadie sea esclavo. Queremos vivir el amor de Dios en medio de esta realidad, en medio de los pobres y de la realidad de la esclavitud sexual y la prostitución”, destaca Inmaculada.
En la diócesis de Valencia esta jornada se celebrará más adelante, el 12 de marzo con una misa y una vigilia a las 19:30 h. en la parroquia San Jaime de Moncada.
“Yo les entrego el amor que he recibido de Dios, un amor que dignifica”
Amparo Ripoll, natural de Genovés, es Hija de la Caridad y actualmente dirige el proyecto Chatillon en Teruel, un programa de ayuda humanitaria a mujeres inmigrantes, donde realizan una acogida integral a las mujeres que han huido de su país por múltiples razones. Especialmente acogen a las más vulnerables: mujeres embarazadas, con enfermedades, con problemas de salud mental y víctimas de trata. En una entrevista realizada por Pilar Ladrón en la revista editada por el departamento de Trata de Personas de la Conferencia Episcopal Española, la religiosa valenciana señala que el proyecto es un centro de detección de víctimas de trata y destaca que en ellas “el miedo es el factor dominante que bloquea a la mujer para no dar pasos”.
Para la hermana Amparo atender a estas mujeres es un motivo de agradecimiento: “el amor de Dios que siento en mi interior, y que yo recibo como don, es lo que cada día entrego y quiero que sienta cada una de las mujeres que pasa por el proyecto. Dios es amor y ese amor dignifica”.
“Cada caso que vivimos y acompañamos es especial y deja una huella en el corazón. Pero este año hemos tenido varios casos muy claros de trata. Uno de ellos es la situación de una chica que, debido al estrés vivido en el viaje, pensábamos que sufría un trastorno mental. Cuando ella nos conoció y decidió quedarse, se normalizó su situación. Se sentía segura, comenzó una nueva vida y pudo verbalizar que estaba controlada por una red de trata. Comenzamos una intervención para poner solución, pero la localizaron los de la red. Tuvimos que trasladarla a otro centro para protegerla, pero la encontraron de nuevo y el miedo le superó”, relata.
En toda esta tarea, como la religiosa explica es fundamental el acompañamiento: “Mi experiencia de acompañamiento ha ido cambiando y madurando en estos años de servicio en el proyecto hacia la libertad y el respeto de cada persona. Siempre tienes que confiar y esperar para acoger de nuevo. Vivo desde el convencimiento de que el tiempo que permanecen con nosotras es un tiempo en el que viven desde el amor y la dignidad. Les acompañamos hacia la vida, la sanación y la integración personal; pero también desde el respeto cuando deciden dejar el proyecto y continuar con la vida que otros eligen para ellas.