Los enfermos que están ingresados en los hospitales también van a vivir una Navidad especialmente difícil. Como consecuencia de las restricciones impuestas por la pandemia, prácticamente no van a poder recibir las visitas de sus familiares. Los capellanes de los hospitales estarán ahí, a su lado, como lo han estado durante toda la pandemia, para tratar de reducir su soledad esta Navidad y devolverles la alegría con la llegada del Niño Jesús.

CARMEN FERNÁNDEZ | 17.12.2020
Este año, la Navidad viene acompañada de mascarillas, reuniones familiares limitadas a diez personas, poco contacto con los mayores de la casa, y un 5 de enero sin la tradicional cabalgata de los Reyes Magos de Oriente. Ésta es la situación de la que todo el mundo habla y para la que todos tienen alguna queja, pero parece ser que nadie recuerda que entre las batas blancas, operaciones y goteros de los hospitales, también se celebra la Navidad.


Las restricciones en los centros hospitalarios, a causa de la pandemia, son más fuertes que nunca, y donde años anteriores las plantas se colmaban de grupos con guitarras cantando villancicos, repartiendo regalos e intentando sacar una sonrisa a los niños y mayores enfermos que pasan la época más mágica del año tumbados en una camilla, este año únicamente podrán recibir la visita de un familiar por habitación. “Con el protocolo que hay aplicado, esta Navidad se va a vivir mucha soledad. A las enfermedades físicas habrá que sumarle enfermedades psicológicas. Estas fechas van a ser muy duras”, según cuenta Raúl Rodríguez, capellán del hospital Francisco de Borja, de Gandía.


Reyes magos o capellanes
Por suerte, para romper con la soledad propia de los hospitales, los capellanes trabajan para devolver la esperanza y el ánimo a los enfermos cuyas familias no pueden atenderles a diario y ofrecen acompañamiento espiritual o ratos de conversación para apartarles de sus pensamientos más negativos y distraerles de su rutina solitaria. Como explica Raúl Rodríguez, “no estamos solo para dar la unción de enfermos, también por si quieren tomar un café, charlar o desahogarse”.
A pesar de la escasez de celebraciones navideñas que va a notarse en los centros hospitalarios, algunos capellanes optan por tener detalles con enfermos y personal sanitario para felicitar la Navidad y agradecerles el duro trabajo que realizan a diario. En el Hospital Clínico Universitario de Valencia, el capellán Juan José Segarra ha comprado figuritas del Niño Jesús fluorescente y las ha repartido a pacientes y a sanitarios para que brillen por las noches y les den algo más de compañía. “Es un privilegio poder atender a los enfermos en Navidad. No solo es la ayuda humana la que cuenta, ya que con la ayuda espiritual les llevamos a Dios y la esperanza. Dios actúa a través de los sacramentos y con ellos los enfermos quedan en paz”.

Mantener el espíritu
La capilla del Hospital Clínico, que suele estar frecuentada por jóvenes universitarios, niños y mayores que acuden a la eucaristía a diario y a las adoraciones de los jueves, busca no perder el espíritu de la Navidad este año de tanta incertidumbre sanitaria. Para ello celebrarán el 24 la misa de Nochebuena en la que jóvenes cantarán villancicos, y el 25, dos misas por la mañana y por la tarde, que estarán abiertas a todos hasta completar el aforo. En la capilla han colocado un nacimiento bajo el altar, y han procurado que cada planta del hospital tenga su belén, gracias a la ayuda de las religiosas Siervas del Hogar de la Madre.


“En las misas pedimos todos los días por los enfermos, familiares, sanitarios, estudiantes de la Facultad de Medicina y profesores. Los fieles están llenando la capilla a diario, a pesar de tener un tercio de capacidad”, añade Segarra. Además, este año, el grupo de música de Hakuna se ha ofrecido para acompañar con villancicos la misa de Nochebuena de la capilla del hospital clínico que tendrá lugar el día 24, a las 17:30h.


Otros centros hospitalarios, como el Instituto Valenciano de Oncología (IVO), han tenido que suprimir actividades navideñas que realizaban años anteriores, como el concierto tradicional de instrumentos de cuerda acompañados por una coral que alegraba a los enfermemos cada Navidad. “Con toda esta situación, no podemos permitir traer a gente de fuera, por lo que vamos a continuar con la normalidad”, afirma el capellán del IVO, Juan Ramón Lozano.


Aun así, tras haber pasado un año de extrema dureza, los capellanes afirman que la desesperación y el desánimo ya se empieza a reducir, ya que se comienza a ver en el horizonte la llegada de la vacuna. “En el hospital no todo es covid, pero sin él, los enfermos vivirían la Navidad mucho más acompañados.”