L.B. | 1-06-2018
Mª Dolores Cortés. 67 años. Maestra jubilada. Presidenta electa de Vida Ascendente.Mª Dolores Cortés Soriano es la presidenta electa del movimiento diocesano de jubilados y mayores ‘Vida Ascendente’. Jubilada desde hace tres años, durante 44 fue maestra de Primaria en el colegio Nuestra Señora del Pilar de Valencia. Y subraya la palabra maestra. “Siempre he dicho que he sido maestra porque este término engloba muchísimas áreas de la educación como los valores, el testimonio, la educación religiosa… mientras que el profesor parece un instructor. Es verdad que en Primaria la educación es muy global y, por eso, es mucho más fácil dar una educación integral a los niños”, explica.
Mª Dolores se declara “una apasionada de la educación” y con una sonrisa dice que es “una malcriada de Dios” porque ha coincidido su hobby con su profesión. “He sido y soy muy, muy feliz”, declara. Y esa felicidad, efectivamente, la refleja con su forma de hablar ágil y alegre, y su mirada serena.
Con los jóvenes…
Con tres hijos -Pau, Roser y Neus- y dos nietas -Claudia y Mirella-, Mª Dolores entiende que es fundamental tener tiempo para ellos, “para pararte y escucharles sin juzgarles” porque “lo importante es que se sientan queridos”.
Dada su mucha experiencia con niños y jóvenes, pues, además, ha colaborado en la pastoral de infancia de su parroquia, es consciente de que en la actualidad los jóvenes van a vivir la religión de una forma muy distinta a las generaciones anteriores. “Su fe será mucho más auténtica porque no se dejarán guiar por las modas o costumbres sino que serán personas más genuinas, estarán en la Iglesia por decisión personal, no porque la sociedad les haya favorecido el estar”, dice.
En este sentido, entiende que las instituciones deben hacer lo posible por conocer en profundidad la situación actual de los jóvenes, “no para adaptarse a ella, sino para darles lo que realmente necesitan”.
Así, Mª Dolores Cortés entiende que las catequesis “tendrán que ser totalmente distintas, después de saber qué es lo importante para ellos, y con acompañamiento personal, que va a ser fundamental para mostrarles la persona de Jesús”. Y aconseja la lectura del informe presentado por la Sociedad Marianista (SM) sobre la realidad juvenil española, publicado a finales del pasado año con el título ‘Jóvenes españoles entre dos siglos (1984-2017)’. (Ver en: www.observatoriodelajuventud.org/jovenes-espanoles-entre-dos-siglos-1984-2017/)
… y los mayores
Tras haber dedicado gran parte de su vida a los niños y jóvenes, ahora, a los 67 años ha sido elegida presidenta de Vida Ascendente, movimiento al que pertenece desde que se jubiló, aunque lo había conocido muchos años antes.
Fue a través del sacerdote Manuel Guillén, de quien guarda “un recuerdo entrañable”. Él había sido párroco de Alboraya, localidad natal de Mª Dolores, y cuando lo nombraron capellán de la iglesia de El Salvador, en Valencia, y consiliario de Vida Ascendente, se dedicó a promover mucho el movimiento también entre sus antiguos feligreses. “Él nos contaba lo que era y yo siempre le decía que en cuanto me jubilara me apuntaría”. Y así lo hizo.
Para Mª Dolores su experiencia en Vida Ascendente está siendo “muy interesante y estupenda” desde el principio. “Es impresionante el testimonio y la alegría de vivir que transmiten los mayores”, exclama.
Nada más integrarse en el movimiento de jubilados y mayores, Mª Dolores empezó a colaborar intensamente. Ayudaba a la anterior presidenta, Mª Luisa Manglano, llevándole en coche cuando tenía que visitar algún pueblo. “Yo sólo conducía, no hacía nada más, pero fue una experiencia muy enriquecedora”. Por eso, cuando Mª Luisa no pudo seguir, ella se animó. “Si el Señor me pone ahí, haremos ese servicio”, pensó.
Entre sus principales objetivos como presidenta figura el extender el movimiento a todas las parroquias de la diócesis, así como crear grupos de gente un poco más joven, de entre 60 y 70 años, “para mostrar que es un movimientos de jubilados, no sólo de mayores, de manera que si te jubilas a los 55 años, también puedes incorporarte a Vida Ascendente porque te va a aporta mucho: una espiritualidad que te ayuda a vivir la tuya, amistad, te abre al apostolado…”.
Y es que como explica, “los mayores tenemos una gran responsabilidad y una labor preciosa que llevar a cabo: la de transmitir la fe”. “Disponemos del tiempo para escuchar y de la experiencia que nos da el comprender, y que no tienes cuando eres joven porque entonces eres radical… Por eso, los mayores podemos dar un gran testimonio, ser testigos de lo que vivimos y transmitirlo”.
Alegría y aceptación activa
Por otra parte, Cortés reconoce que Vida Ascendente le ha aportado mucha alegría y aceptación activa de las limitaciones propias de la edad. “Piensas: estoy así, pero aún puedo hacer cosas, no tengo por qué sentarme de cara a la tele. Creo que aún tengo mucho que dar y considero que las personas mayores con bastón son un testimonio”.
El movimiento le ayuda a vivir su espiritualidad a través de las reuniones que semanal o quincenalmente tiene con su grupo -normalmente están integrados por 10 o 15 personas-, en las que reflexionan sobre los temas del guión establecido para el curso y ofrecen sus experiencias personales. “Es muy importante el intercambio entre personas de 90 y 60 años y la oración en común es muy rica”. Además, entre los miembros del grupo se crean vínculos de amistad que llevan a preocuparse por los demás. “Me siento muy acompañada en al oración por mi grupo. Tienes algún problema y todos rezan por ti, se preocupan. Y esto es muy bonito”, comenta.
En este sentido añade que “a veces pensamos que hemos de hacer muchas cosas y que han de dar mucho fruto, pero llegas a Vida Ascendente y ves que el testimonio de la oración es importantísimo”. “Las personas que están en casa tienen una gran labor apostólica y muy bonita, que es rezar. No deben pensar qué desgraciado soy que no me puedo mover sino que estoy rezando por otros. Son la Iglesia orante y, como sienten la limitación, su oración es más profunda, más vivida”, explica.
Para Mª Dolores en este momento, lo importante es que el movimiento “llegue a muchos mayores para que sean muy felices”. Es consciente de que este reto no puede llevarlo adelante ella sola “no lo haré yo sino el equipo -la comisión permanente- y el Espíritu Santo. Queremos extenderlo y pedir a los mayores que lo den todo”, concluye.