❐ M.A. PICALLO/L.B. | 16.2.2023
El arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, destacó durante la celebración de la misa de los enfermos en la Catedral, completamente llena, que los cristianos “estamos llamados a acercarnos a los que sufren para hacerles presente el amor de Dios, mostrarles el rostro materno de la Virgen María y que puedan experimentar que no están solos” e invitó a hacer este acercamiento “con actitud de servicio vivido con alegría”.
La Catedral acogió la misa de los enfermos y posterior procesión de las antorchas, actos centrales de la Jornada Mundial del Enfermo, presididos por el Arzobispo. Concelebraron el cardenal Antonio Cañizares, arzobispo emérito de Valencia; los obispos auxiliares de Valencia monseñores Arturo Ros y Vicente Juan Segura; los obispos auxiliares eméritos monseñores Javier Salinas y Esteban Escudero; el Cabildo de la Catedral y decenas de sacerdotes.
Con motivo del Año Jubilar del Centenario de la Coronación Canónica de la Virgen de los Desamparados, la imagen peregrina de la Mare de Déu fue trasladada previamente desde la Basílica, acompañada por enfermos y fieles devotos, hasta la Seo, donde entró por la Puerta de los Hierros y, situada frente al altar mayor, presidió la misa, organizada por la Pastoral de Enfermos y Mayores del Arzobispado en colaboración con la Hospitalidad Valenciana de Nuestra Señora de Lourdes.
En el corazón de la Iglesia
La Jornada del Enfermo se celebra alrededor de la fiesta de la Virgen de Lourdes por voluntad del papa san Juan Pablo II y “esto tiene un significado muy profundo, como nos recuerda el papa Francisco, porque el santuario de Lourdes muestra a todos que los enfermos están en el corazón de la Iglesia. Vuestro testimonio, entrega y manera de vivir la fe en una situación de enfermedad y sufrimiento son un tesoro para toda la Iglesia”, aseguró el arzobispo de Valencia.
En este Año Jubilar dedicado a la Mare de Déu dels Desamparats, el titular de la Archidiócesis subrayó que “en la enfermedad es cuando el ser humano experimenta el desamparo más radical” y en ese momento “la mirada de María sobre todos los desamparados es una mirada que nos muestra el rostro de Dios, porque mira a los enfermos con el mismo amor de Dios”.
“Bajo esta mirada os propongo que reflexionemos sobre cómo todos nosotros, los cristianos, tenemos que hacer presente el amor de Dios hacia las personas que sufren”, indicó monseñor Benavent, añadiendo que “nadie está preparado para la enfermedad, como dice el Papa en su mensaje de la Jornada de este año. Y si se vive en la soledad, sin un rostro hermano que nos acompañe y sostenga, la experiencia se hace más difícil e inhumana”.
En su homilía, el Arzobispo se dirigió a los “hospitalarios y hospitalarias que acompañáis a los enfermos a las peregrinaciones a Lourdes, y a los que, en parroquias y hospitales, os acercáis a los enfermos para hacerles presentes el rostro de Dios” y les animó a hacerlo “como lo hizo María con su prima Isabel, con la misma disponibilidad y sin esperar nada a cambio”.
Además, “la autenticidad de esa entrega se refleja si se realiza con alegría porque en el servicio a los enfermos recibe más aquel que da más. Cuando visitamos a enfermos, su testimonio de fe nos hace pensar, nos evangeliza. Recibimos más de lo que damos”, expresó.
Ver en ellos el rostro de Cristo
“Acercarnos a los enfermos con la actitud de María significa ver en ellos también el rostro de su Hijo. Cuando un cristiano se acerca a alguien que vive la situación de enfermedad y sufrimiento lo tiene que mirar con los ojos de la fe y eso significa verlo unido a Jesucristo y descubrir en él la imagen misma de Cristo”, dijo el Arzobispo.
Mons. Benavent alentó a “mirar como María a los enfermos, porque eso significa también alentar su fe y esperanza” ya que en la enfermedad “nos planteamos las preguntas más fundamentales: ¿Tengo motivos para creer? ¿Dios me ama? ¿Por qué me ocurre esto a mí? ¿Qué sentido tiene?”.
“También María ha vivido con su Hijo la prueba del dolor y el sufrimiento, y con sus mismas actitudes. El Señor en la cruz se abandona en las manos del Padre. María, al pie de la cruz, no solo está sufriendo: está creyendo. Y su fe es más fuerte que el sufrimiento. Debemos ver en Ella a una mujer creyente porque por muy grande que fuera su dolor, más grande era su fe. Sabe que Dios no abandonará a su Hijo”, indicó el Arzobispo.
Finalmente, pidió que esta celebración de la Jornada del Enfermo “bajo la mirada amorosa de la Virgen María nos impulse a todos a servir a los más necesitados, que ocupan en nuestro corazón el mismo lugar que ocupa en el corazón de la Virgen María. Y que Ella, y su mirada amorosa, sostenga siempre nuestra fe y nuestra esperanza”.
A la luz de las antorchas
Antes de la misa de los enfermos, la Hospitalidad Valenciana de Nuestra Señora de Lourdes entregó las medallas a brancardiers y enfermeras. Su presidenta, María Jesús Arnandis, destacó la vinculación de los enfermos, y de esta Jornada, con la advocación de la Virgen de los Desamparados: “María, nuestra Madre celestial, lo es de un modo especial de los enfermos y de todos cuantos sufren. Nosotros, sus hijos, estamos llamados a cuidar con amor y ternura a cuantos pasan por el oscuro valle de la enfermedad y el dolor”. Y pidió que María “nos impulse en esta preciosa misión”.
Tras la misa, tuvo lugar la esperada procesión de las antorchas, a semejanza de la que se realiza en el santuario francés. Los enfermos y sus familiares, con sus candelas encendidas, acompañaron desde su sitio, con gran emoción y una alegría rebosante, a la pequeña imagen blanca de la Virgen de Lourdes en su recorrido por el interior del templo. En la procesión fue portada por voluntarios jóvenes de la Hospitalidad, mientras los cientos de fieles que llenaban el templo entonaban el Ave, María de Lourdes.
En esta ocasión, excepcionalmente, la celebración concluyó con el canto del Himno de la Coronación de la Virgen, cuyo centenario marcó toda la ceremonia.