❐ AMPARO CASTELLANO
La Iglesia celebra cada 25 años un Año Santo. Como anunció el Papa Francisco, la Iglesia celebrará el Año Jubilar para la Iglesia universal en el año 2025, con el lema ‘Peregrinos de la esperanza’. La bula de convocatoria del Jubileo, se publicará -según la tradición- en la fiesta de la Ascensión, el 9 de mayo. Al cruzar el umbral de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro el 24 de diciembre de 2024, llegaremos al significado profundo de lo que representa el Jubileo, por lo que se espera a millones de peregrinos en Roma. El Arzobispo de Valencia, Mons. Benavent concede una gran importancia a este acontecimiento y ha nombrado Delegado Diocesano para el Jubileo 2025 al vicario de Evangelización, D. Juan Melchor Seguí. En conversación con PARAULA nos deja reflexiones de intensidad sobre nuestra diócesis: “Hay muchísimos laicos magníficos, muy preparados y formados. Lo sabía, pero ahora desde la Vicaría todavía lo veo más, están trabajando muchísimo por nuestra Iglesia”, y señala que “el Jubileo nos puede ayudar mucho para ir pensando en un plan pastoral diocesano para los próximos años después de esta renovación”. Del diálogo de la Iglesia diocesana en su contexto, asegura que “puede ser una oportunidad para establecer diálogo, consenso, con el contexto actual, con la sociedad que nos toca vivir y apertura a los nuevos tiempos” y sobre el diálogo de la Iglesia universal con el mundo destaca, “cuántos hombres y mujeres hay en nuestro mundo que buscan verdad, sentido. El Jubileo y el Sínodo son una oportunidad que nos puede ayudar a llegar a muchas más personas”. Sobre el Sínodo universal y la renovación en la Iglesia, afirma que “por inseguridad o los cambios de los tiempos algunos reaccionan encerrándose en los cuarteles de invierno. Y sin embargo, creo que tenemos que dejarnos conducir por el Espíritu. No somos nosotros los que llevamos esto, sino Él”.
– El lema que nos propone este año Jubilar es Peregrinos de la Esperanza. ¿Qué sentido debemos darle a este lema?
– Este lema precisamente lo ha propuesto el Papa, que da esta razón en la Carta que escribe a Mons. Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, en la que dice que nosotros los cristianos somos depositarios de una gran esperanza en Cristo. Y el Papa dice que el Jubileo puede ayudar a restablecer un clima de esperanza y de confianza como signo de un nuevo renacimiento. Y por eso ha decidido poner como lema a este Jubileo Peregrinos, Peregrinos de la Esperanza.
– Celebración del Jubileo precisamente en el 60 aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II. Por ello, la Vicaría de Evangelización había propuesto una serie de materiales, acerca de las cuatro Constituciones conciliares, por cierto, con un lenguaje muy aproximativo, y por lo tanto, permiten a todos consultarlo y hacer nuestras esas reflexiones. ¿Pero además de ello, de qué otro modo deberíamos prepararnos los diocesanos para la celebración de este Jubileo?
– Tuve una reunión con todos los delegados diocesanos y con el delegado nacional de la Conferencia episcopal, y nos propusieron varias posibilidades. Además de las propuestas de cada diócesis, también esa relación permitió que las diócesis compartiéramos, y así pudiéramos conocer y enviarnos todos otras propuestas de otra diócesis. Este material que hemos preparado en la diócesis de Valencia en primer lugar, a través de las cuatro Constituciones del Concilio, es un material que se puede utilizar de muchas maneras, de hecho se ha utilizado en la pasada Cuaresma en charlas, retiros en grupos, etc. Hay también momentos de oración, momentos para la reflexión, para el diálogo en grupo y de alguna manera, es un material muy rico, que se puede utilizar de diversas maneras. Además, pronto, a través de la Delegación de Liturgia, vamos a enviar a todas las parroquias y comunidades de la diócesis la oración oficial de El Año Jubilar. También unas preces para añadirlas a la celebración de la Eucaristía. También el himno oficial del Jubileo con la partitura, incluso con la música, para que lo puedan interpretar en los distintos lugares. Y que la oración por todos los frutos del Año Jubilar vaya realizándose en todas las parroquias y comunidades como una preparación espiritual. Además, el Papa ha propuesto dos itinerarios, dos formas o dos momentos de preparación del Año Jubilar. Uno, la reflexión y profundización en torno a las cuatro grandes constituciones conciliares. Y la otra, sobre el tema de la oración, poniendo en el centro la oración del Padre Nuestro. El Papa nos decía “poner la oración en el centro”, para que realmente el Jubileo se prepare también desde la espiritualidad, desde el corazón, desde la interioridad, y no tanto hablando de manera teórica, sino sobre todo rezando y orando. En nuestra diócesis, estamos preparando ya también unos materiales de cara a este segundo momento de tiempo de la oración. Empezarán en el mes de septiembre, tras el verano, en el nuevo curso. En primer lugar, habrá una gran Vigilia Diocesana de oración en la Catedral que después se propondrá para que lo puedan también realizar en otros lugares. También se preparará una Vigilia mariana de oración que se celebrará a nivel diocesano en la Basílica de la Virgen, por la Inmaculada, como siempre es tradición, pero también se enviará a toda la diócesis para que se pueda hacer en otros lugares. También se están preparando talleres de oración que se van a proponer por las distintas vicarías territoriales, en los distintos monasterios en nuestra Archidiócesis, y además se preparan unos materiales -similares a los de la las cuatro Constituciones del Concilio Vaticano II- con los cuadernos que están saliendo de la Santa Sede, que hablan sobre el tema de la oración. Por tanto, hay mucho material y muchas iniciativas para poderse preparar bien este Año Jubilar.
– Por lo tanto, 2024 el Año de la Oración, para ir preparándonos, como decimos para para llegar a pasar el umbral de la Puerta Santa para el Jubileo en 2025. A todos aquellos que por su situación de enfermedad, o situaciones de vulnerabilidad, no puedan llegar a peregrinar a Roma, ¿en qué modo la diócesis puede llegar a poder ayudar a todas esas personas? ¿O se van a utilizar los templos de referencia de la diócesis?
– En primer lugar, hay que decir que este Jubileo no va a ser como el del año 2000, o como otros que ha habido anteriormente, en el que en las diócesis, la Catedral y otros templos han sido también templos jubilares. Este Jubileo, como todos los jubileos ordinarios -menos el del 2000, porque dio paso al segundo milenio- siempre los únicos templos jubilares han sido las cuatro basílicas patriarcales de Roma. Eso sí, se pide que el Año Jubilar también tenga una apertura solemne en todas las catedrales del mundo. Y aquí nuestra diócesis, como en todas, desde la apertura de las puertas de San Pedro por el Papa Francisco en Nochebuena, se pide que en torno al mes de enero, haya una apertura del Año Jubilar -no de Puerta Santa- porque la Catedral, en este caso no será templo jubilar. De todos modos, se puede vivir el espíritu del Jubileo a través de la oración, a través de la formación que proponemos con todos estos materiales, a través también de todas las actividades. Y no olvidemos también que la gente impedida o la gente enferma puede vivirlo a través de los medios de comunicación, la televisión, etc. también puede recibir la indulgencia plenaria. Después también en nuestra archidiócesis, estamos preparando una gran peregrinación diocesana -que se anunciará oportunamente- en torno al mes de febrero de 2025, presidida por el Arzobispo, para poder también participar directamente. Aparte de la predicación diocesana, hay también otras peregrinaciones, podemos decir, ‘sectoriales’, en las que participarán muchos diocesanos, por ejemplo la de los jóvenes, que será en el verano, la de sacerdotes, seminaristas, etcétera. Hay varias peregrinaciones sectoriales, en las que también participará mucha gente de la diócesis.
– Ya está abierta desde hace unos meses la la página del propio Jubileo. Y efectivamente, justamente la de los la de los jóvenes está teniendo un éxito importante en esta diócesis. También en octubre estaremos en la segunda fase del Sínodo universal. Con el Sínodo y el Jubileo de 2025, ¿podemos decir que la Iglesia está en una actualización, renovación o una nueva primavera?
– Creo que este acontecimiento del Año Jubilar siempre es un acontecimiento que renueva la Iglesia. Porque este acontecimiento toca la entraña del Evangelio, porque nos habla de perdón, de reconciliación, de vida nueva, de santidad. Y eso significa, pues, renovación. Es mirar hacia el futuro sin dejar de ser lo que somos, evidentemente, pero lanzarnos hacia el futuro y por tanto, sí que es un momento de renovación. El Año Jubilar busca eso. La renovación de la vida cristiana es como una gran Cuaresma, una gran Pascua. De alguna manera la conversión, para después volver otra vez a afianzar nuestra vida y empezar a nuestra vida en Cristo. Y el Sínodo, por supuesto también, porque lo que nos invita también es a algo que es evangélico totalmente, como es el caminar unidos, caminar en comunión.
– Estos dos acontecimientos eclesiales, como decimos, a la Iglesia a ‘primer plano’. De hecho estamos viendo a muchos personas, RRSS y medios de comunicación que habitualmente a lo mejor no prestan atención a la vida de la Iglesia que están ampliando el foco. ¿Cree que para las diócesis, para las Iglesias particulares como la nuestra, el Jubileo universal representa nueva oportunidad de dar altavoz a una Iglesia que quiere contribuir a responder a los desafíos que plantea nuestro tiempo?
– El Arzobispo, Mons. Enrique Benavent está haciendo una labor bastante importante de salir al encuentro y cree que también puede ser una oportunidad para cada iglesia particular. En nuestro caso, nuestra diócesis también. Poder establecer ese diálogo de una manera más de consenso, más en contacto con el contexto actual, con la sociedad que nos toca vivir y por el hecho de que de que existe esa apertura, digamos, a los nuevos tiempos. Vamos siguiendo también una frase del Concilio Vaticano II que el Papa ha pedido a los obispos: que el Jubileo nos ayude a centralizarnos en él, pues nos dice que la Constitución dogmática “Gaudium et espes” que la Iglesia, aunque siempre fiel a su origen, que es Jesucristo y el Evangelio, tiene que conocer los gozos, las esperanzas, las tristezas, las angustias de los hombres, como nos recuerda esa constitución pastoral. Por eso tiene que hablar a los hombres y mujeres de cada generación que experimentan según sus necesidades concretas. Y en ese aspecto sí, que la declaración del Año Jubilar y la celebración del Sínodo sí que significa de alguna manera un esfuerzo, un esfuerzo por intentar darnos a conocer o intentar comprender la situación del otro y poderles ofrecer lo mejor que tenemos, que es la Palabra, que es Jesucristo. Como en la lectura del diácono Felipe hablándole al funcionario de la Reina de Candance que está leyendo un libro y no entiende nada, se sube a su carroza y allí en la carroza sigue camino con él y se pone a su altura para explicarle precisamente lo que él no entiende. Cuántos hombres y mujeres hay también en nuestro mundo que buscan esa verdad, ese sentido, esa realización. Y si no hay nadie que les explique, si no hay nadie que les cuente, si no hay nadie que les testimonie, pues no lo encuentran, evidentemente. Pues esa es la misión también de la Iglesia. Creo que el Jubileo y el Sínodo son una oportunidad que nos puede ayudar a llegar a muchas más personas.
– Como Vicario de Evangelización, que es su responsabilidad también, nos habla a menudo de de desarrollar una nueva evangelización, de seguir abriendo al Primer Anuncio. Entiendo que el Jubileo también refuerza el Plan pastoral de la diócesis?
– El Papa habla de muchos de los desafíos que plantea nuestro tiempo, además de la dimensión espiritual, que evidentemente es la prioritaria que se presenta, pero presenta también otros desafíos que tienen que estar atendidos, como la pobreza, los refugiados, el cuidado de la casa común. Por supuesto que el Año del Jubileo nos puede ayudar mucho para ir pensando también en un plan pastoral para nuestra diócesis, después de la renovación del Jubileo. Ir pensando en una comisión creada para la celebración del Año Jubilar y por supuesto, el trabajo del Consejo Diocesano de Pastoral y otras entidades. Estamos pensando en ese futuro Plan pastoral diocesano que se tiene que elaborar, que se tiene que lanzar para nuestra diócesis. Evidentemente estamos comenzando una etapa nueva, un obispo nuevo y después de haber iniciado el ministerio, propone la diócesis a través de todos, de sus medios de veranos, un nuevo Plan pastoral para los próximos años.
– Volviendo al Jubileo, gracias a la difusión que se está haciendo para el Jubileo Universal, quien no recuerde o desconozca el acontecimiento que supuso el Concilio Vaticano II, puede descubrir el anhelo innovador que permitió a la Iglesia entrar en el tercer milenio de su historia. Y es curioso que ya entonces algunos padres conciliares pedían mayor implicación de los laicos y también se hablaba como uno de los puntos de debate de la libertad religiosa. Han pasado 60 años y seguimos hablando de la presencia de los laicos, seguimos abogando por la libertad religiosa. ¿Tampoco hemos cambiado tanto?
– Creo que sí, que han cambiado las circunstancias, han cambiado mucho. Evidentemente la mentalidad entonces era distinta a la de ahora. Hablo también de dentro de la Iglesia. Pero creo particularmente, que hay muchísimos laicos muy preparados y muy formados en nuestra diócesis que están trabajando y están trabajando muy bien. Eso ya lo sabía, pero ahora desde la Vicaría todavía lo veo más, en las delegaciones, en los Secretariados… tenemos laicos magníficos que están trabajando muchísimo por nuestra Iglesia y ahora hemos tenido experiencias muy bonitas, como el encuentro de Primer Anuncio en Madrid, donde fuimos una delegación bastante numerosa de nuestra diócesis, con bastante laicos y todos ellos muy, muy preparados, y las delegaciones diocesanas. Si no fuera por los laicos no tendríamos la vitalidad que tenemos. Es ejemplar aunque siempre se puede implementar más, por supuesto que sí, pero yo creo que estamos a un nivel muy aceptable en ese sentido.
– El proceso del Concilio Vaticano II no estuvo exento de desencuentros o de disensiones entre los partidarios de cambios y los defensores de las tradiciones que ya no eran acordes a los tiempos. De alguna manera estamos encontrando a algunos escorados en sentidos diferentes. Frente a esa polarización que existe en la sociedad y que parece que quiere llegar a la Iglesia, ¿qué podemos hacer para mantener la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, pero al mismo tiempo entender que estamos en nuevos tiempos?
Bueno, yo creo que hay una frase de San Juan Pablo II cuando inició el pontificado, en la Eucaristía de inicio de su Pontificado, decía ‘no tengáis miedo, abrir de par en par las puertas a Cristo’, pues eso es el criterio que tenemos que tener los cristianos, dejarnos llevar por el Espíritu. Estamos celebrando la cincuentena pascual, y no tener miedo. Muchas veces la inseguridad o los cambios tan vertiginosos de los tiempos que vivimos pues hace que haya personas que reaccionen encerrándose en los cuarteles de invierno. Y sin embargo, creo que tenemos que dejarnos llevar por el Espíritu. No somos nosotros los que conducimos esto, sino que es Él, y hemos de estar abiertos siempre a todo lo que el Espíritu nos dice. Si muchos que han sido pioneros en la Iglesia no se hubieran abierto a la acción del Espíritu, pues no existirían las congregaciones religiosas, no existirían los nuevos movimientos que tanto bien han hecho a la Iglesia. Y ahora en estos tiempos, el Espíritu suscitará también pues los organismos, las actividades, las entidades, las instituciones que sean necesarias para poder continuar la tarea de la Iglesia, que es anunciar el Evangelio sin tener miedo. El miedo nunca es bueno, porque el miedo siempre paraliza.
– Le agradecemos este tiempo de encuentro. ¿Cuál sería su mensaje de conclusión?
– Animar a todos a que celebremos el Jubileo como un acontecimiento de Gracia. Siempre el Jubileo busca eso, una renovación de la vida cristiana, de la espiritualidad. Nuestra adhesión a Cristo y nuestro entusiasmo por anunciar el Evangelio es tarea de todos los cristianos. z