BELÉN NAVA | 26.09.2024
Las parroquias, residencias de ancianos y otros centros socio sanitarios elevarán, en las misas del primer domingo del mes de octubre, oraciones específicas por las personas mayores con motivo del Día del Mayor que se celebrará en la diócesis de Valencia.
La delegación diocesana de Pastoral de Enfermos y Mayores del Arzobispado de Valencia ha preparado subsidios litúrgicos para utilizar en las misas en los que se indican ideas para la homilía y textos para la liturgia.
El próximo domingo 6 de octubre “celebraremos en nuestra diócesis, como ya es tradicional, el Día del Mayor, uniéndonos así al Día Internacional del Mayor, en las cercanías del Jubileo del próximo año 2025, que está especialmente dedicado a la esperanza y que pretende ser un tiempo de encuentro, vivo y personal, de todos nosotros con Jesús, nuestra esperanza. Como nos dice el papa Francisco en la Bula por la que convoca el Jubileo, recordando a san Pablo: “la esperanza no defrauda” (Rm 5,5)”, explica Luis Sánchez, delegado de la Pastoral de Enfermos y Mayores.
De igual manera, recuerda que “los mayores son transmisores de la esperanza, en la que viven, y que desean llevar tanto a los jóvenes, como a los que también son mayores como ellos, colaborando así en la acción evangelizadora de la Iglesia. Por ello, también queremos agradecerles la inmensa labor que realizan en nuestras parroquias, asociaciones, movimientos y grupos, desde la certeza que su presencia y labor en la Iglesia es cada día más necesaria”.
“Igualmente, tenemos un recuerdo muy especial a todos los que han alcanzado una edad avanzada o se encuentran enfermos, así como los que siendo muy ancianos viven cuidados tierna y amorosamente por sus familias en sus domicilios, o residen en los centros sociosanitarios”, indica.
En nuestra diócesis existe el movimiento de apostolado seglar de personas jubiladas y mayores, Vida Ascendente. En el mismo, los mayores viven la experiencia del mutuo acompañamiento, creciendo en la verdadera amistad que se funda en la fe que nos congrega en la unidad del amor, animándose unos a otros a ir creciendo en su vida espiritual para entregarla en la misión apostólica de la Iglesia. Su inserción plena en la vida parroquial y diocesana son un gran tesoro.