Eva Alcayde | 25-05-2017
Foto: Alberto SáizCasi todos los alumnos del Colegio Diocesano Santiago Apóstol del Cabañal son gitanos. Es un centro humilde con escasos resursos y situado en una zona deprimida y conflictiva. Sin embargo, lo mires por donde lo mires el Colegio Santiago Apóstol del Cabañal es un colegio excepcional.
Y es excepcional porque a primera hora los niños pueden desayunar, ducharse y cambiarse de ropa, porque está abierto hasta las seis de la tarde y pueden merendar y hacer los deberes, porque los familiares pueden aprender a leer, a escribir, o prepararse el carnet de conducir… todo gratis. Y es excepcional porque su equipo directivo y toda la comunidad educativa se deja la piel a diario para que los alumnos tengan una oportunidad en la vida.
El colegio se encuentra ubicado en los poblados marítimos de Valencia. Es un centro pequeño, de una sola línea. Salta a la vista que cuenta con escasos recursos económicos y con espacios limitados. Sin embargo, su edificio es singular, con ese encanto que tienen las cosas con historia. Recorriendo sus pasillos y sus aulas, entre sus zócalos de cerámica, suelos un pasado de esplendor.
Por el mismo sitio por el que antaño entraban los coches de caballos con los alumnos más adinerados del barrio, entran hoy los chavales al Santiago Apóstol del Cabañal. No son muchos, unos 170, y la gran mayoría -el 98%-, son gitanos.
En la ‘puerta de cocheras’, como todavía se sigue llamando a la entrada que da a la calle Arzobispo Company, el director, la jefa de estudios y la secretaria reciben todos los días a los niños y a sus familias. Eso también es excepcional.
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