L.B. | 29-11-2019
La iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, de Valencia, ya es basílica menor. Coincidiendo con la solemnidad de Cristo Rey, el pasado domingo 24, tuvo lugar una solemne eucaristía en la que el templo fue declarado basílica, a la vez que se inauguraba un año jubilar.
El sonido de las campanas, que podía escucharse por todo el barrio, anunciaba el gran acontecimiento que en pocos minutos se iba a vivir en esta querida iglesia situada en pleno centro de la ciudad, justo detrás de la Lonja. Los fieles, respondiendo a la llamada, acudieron y llenaron el templo mucho antes de comenzar la celebración. Iluminada y adornada para la ocasión, la iglesia estaba radiante e impresionaba la majestuosidad y belleza del edificio, a la que contribuía el sonido del conocido como ‘órgano de Cabanilles’, ubicado en el coro alto e inaugurado en 2002, que acompañó en la espera así como, posteriormente, a los cantos durante toda la celebración.
Para el bien de muchos
Tras la procesión de entrada, el rector de la nueva basílica, Luis Miguel Castillo, recordó que fue el valenciano san Francisco de Borja quien, siendo general de la Compañía de Jesús, eligió el lugar donde debía edificarse la iglesia y la Casa Profesa de la Compañía. Y rememoró cómo allí rezaron, predicaron y cultivaron la devoción al Sagrado Corazón numerosos jesuitas.
Igualmente reconoció que la distinción concedida por el Papa, además de ser “un privilegio y un honor”, debe servir para “el bien de muchos”, convirtiendo esta iglesia en “casa de oración con especial dedicación al Sagrado Corazón”, así como de “confesión, acogida de fieles, y divulgación del magisterio de la Iglesia”.
A continuación, el canciller secretario del Arzobispado de Valencia, José Francisco Castelló, leyó el decreto de declaración de basílica menor, enviado por la congregación del Culto Divino de la Santa Sede, así como el decreto por el cual se proclama un Año Jubilar del Corazón de Jesús para la archidiócesis de Valencia.
Como deferencia a esta basílica, el arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, que presidió la misa, entregó al rector de la misma una réplica del Santo Cáliz de la Última Cena que se conserva en al catedral de Valencia, que fue recibida entre los aplausos de los fieles.
Comunión y fidelidad
En su homilía, el arzobispo de Valencia destacó que con el título de basílica concedido por la Santa Sede “se establece un vínculo especial con el papa Francisco, de comunión, fidelidad y de obediencia a su magisterio” y manifestó su deseo de que “este templo se convierta en punto de referencia de toda la diócesis para su renovación”.
En ese sentido, el Cardenal se refirió también al inicio del Año Jubilar concedido a esta iglesia tras su declaración como basílica menor, “un año de gracia” en el que “este lugar se convertirá en un centro de renovación eclesial, precisamente en el año en el que estamos celebrando un Sínodo Diocesano para hacer de la diócesis de Valencia anuncio y testimonio del Evangelio, una Iglesia evangelizada y evangelizadora”.
El Arzobispo animó a renovar la entrega al Corazón de Jesús, del que destacó su predilección por los más desfavorecidos y por los que sufren y, por ello, invitó a todos a abrir también el corazón “a los pobres y marginados con su misma misericordia, amor y entrega”.
Oasis de oración
El secretario de la Nunciatura Apostólica en España, Michael Crotty, leyó al final de la misa un mensaje enviado por el papa Francisco, dirigido al cardenal Cañizares y a la diócesis tras la concesión de este título y Año Jubilar, que reproducimos íntegramente en la página siguiente.
En este mensaje el papa Francisco pide “que esta basílica sea un oasis de oración en la ciudad y un espacio de acogida y reconciliación para todos los sedientos de Dios que a ella se acerquen. Que se forme en ella una verdadera escuela del corazón, a través de la escucha de la Palabra de Dios, la adoración y la meditación de las enseñanzas de la Iglesia. Que el Año Jubilar que comenzará en este templo sea tiempo de gracia y de conversión, de consuelo y esperanza”.
La eucaristía fue concelebrada por los obispos auxiliares de Valencia monseñores Esteban Escudero y Javier Salinas, así como por monseñor Juan Piris, arzobispo emérito de Lérida, junto a decenas de sacerdotes. Igualmente, estuvieron presentes los representantes del Patriarcado de Moscú en España, del Patriarcado de Rumanía en España, del Consejo Evangélico y de la Iglesia Evangélica. Asimismo, participó el director del Centro Arrupe, regido por los jesuitas, Ignacio Dinnbier, junto a sacerdotes de la Compañía, y autoridades civiles, militares y académicas.
El crucero estuvo reservado para los sacerdotes que concelebraron la eucaristía, para el coro y un nutrido grupo de religiosos de distintas congregaciones como Dominicos, Siervas del Hogar de la Madre, Hermanitas de los Ancianos Desamparados, Fraternidad Arca de María o Cooperadores de la Verdad.
En la misa participaron numerosos grupos vinculados a la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús en la diócesis de Valencia, como el Apostolado de la Oración, los retiros de Emaús, la Adoración Nocturna Española y la Adoración Nocturna Femenina.
Al finalizar la eucaristía, fue descubierta una placa conmemorativa con la fecha de la misa de declaración de la basílica, tras la que los fieles dedicaron un gran aplauso.
También fue destacable el buen hacer de un grupo de voluntarios que colaboraron en la organización de la celebración, recibiendo y acomodando a los fieles y que todo saliera según lo previsto.
Previamente a esta celebración, se organizaron otros actos conmemorativos de la declaración como basílica. Así, la víspera, hubo una vigilia de oración junto al Corazón de Jesús. Y el mismo domingo por la mañana se celebró un concierto con el órgano monumental Cabanilles en el que el organista Carlos Paterson –estaba previsto que fuera el organista Arturo Barba pero sufrió un contratiempo unos días antes– interpretó obras de G.Muffat, D.Buxtehude, J.S.Bach, A.Guilmant, O.Messiaen y M.Widor.