Arturo Ros Murgadas
Obispo Auxiliar de Valencia
Después de dos años de espera hemos podido peregrinar a Lourdes. Escribo estas letras pocas horas después de haber regresado y todavía saboreando en la memoria del corazón las experiencias vividas estos días.
En las primeras horas del miércoles 29 de junio arrancaba la Peregrinación, casi ochocientos diocesanos, entre enfermos, voluntarios, sacerdotes y peregrinos. Fue el primer momento de reencuentro, se palpaba la alegría evangélica de “ponernos en camino”. Nos esperaba una larga jornada de viaje que, al mismo tiempo, se hacía corta por el deseo de estar en nuestro destino. La primera noche da para poco: acompañar a los enfermos a sus respectivas habitaciones en el “Accueil Notre Dame”, y el resto a sus lugares de hospedaje. Tocaba descansar para recuperar fuerzas para los días siguientes.
Lo escrito anteriormente es para situarnos en los prolegómenos de lo que estaba por venir y que difícilmente se puede explicar. Y pasando del principio al final, ayer noche (domingo tres de julio), conforme llegaban los autocares de los peregrinos, la expresión más común era una bella sonrisa. Las palabras más repetidas eran: “feliz” y “gracias”.
Así ha sido, una experiencia de gracia, un regalo del Señor, una caricia continua de “La Señora”, como la llamaba Santa Bernardita. La gracia es don, es regalo, y hemos sentido y gozado esta preciosa experiencia. Cada acontecimiento que hemos compartido nos llenaba y agrandaba el corazón, la alegría y la felicidad de todos crecía con el paso de las horas. Hemos vivido muchos momentos profundos y bellos de oración. Hemos cantado, reído y llorado. Hemos dado gracias en todo momento por el don de la fe, por ser parte de esta gran familia que es la Iglesia.
Me siento inmensamente agradecido y feliz por todo lo que he recibido en esta Peregrinación. Felicito, de corazón, a la Hospitalidad Valenciana de Nuestra Señora de Lourdes, a los enfermos por su testimonio, paciencia y entrega. A los voluntarios, sacerdotes, peregrinos, personas extraordinarias de toda la geografía diocesana, que han mostrado claramente su gran corazón y admirable espíritu de servicio.
Es verdad, nos sentimos muy felices y con ganas de contar a todo el mundo la experiencia vivida que quedará grabada en el corazón para siempre. Y, por supuesto, ya estamos pensando en la Peregrinación del próximo año. Gracias y que el Señor os colme de bendiciones.
¡Nuestra Señora de Lourdes, ruega por nosotros!