La Fundación Bancaja de la ciudad de Valencia ofrece una nueva muestra pictórica titulada ‘Sorolla y la espiritualidad’, un recorrido por algunas de las obras de temática religiosa del pintor valenciano que incluye ‘Yo soy el pan de la vida’ (1896-1897), que la entidad ha recuperado después de su restauración integral. Se trata de una oportunidad única para disfrutar de estas piezas que, hasta ahora, permanecían en colecciones particulares.
BELÉN NAVA | 10-05-2018
Yo soy el pan de la vida.Fue Claude Monet quien le otorgó al pintor valenciano Joaquín Sorolla el calificativo de “maestro de la luz”. Sus cuadros retrataron la viveza del mar Mediterráneo, el sol de nuestra tierra y las sombras al atardecer en esas playas de la Malvarrosa. Su amor por Valencia fueron la mejor musa inspiradora para sus pinceles que consiguieron que el espectador de sus cuadros casi pueda sentir la brisa, el cosquilleo de los rayos del sol y el aroma a mar tan característicos.
Una faceta menos conocida de Sorolla fue la espiritual y religiosa, poco presente en su legado pictórico. Sin embargo, ahora, la Fundación Bancaja nos presenta una muestra de ello en ‘Sorolla y la espiritualidad’, una exposición -comisariada por Felipe Garín-, que aporta una aproximación a la presencia de la temática religiosa en la obra del artista valenciano, “que se caracteriza por ser minoritaria en el conjunto de su producción y por concentrarse en los años más tempranos de su trayectoria cuando estaba consolidando su personalidad artística y antes de desarrollar su estilo luminista”, explican fuentes de la exposición.
La muestra está integrada por seis obras datadas entre 1883 y 1899. Uno de los más importantes es, sin duda, ‘Yo soy el pan de la vida’ tras su reciente restauración dentro de la colaboración iniciada en 2015 con la familia Lladró a cuya colección pictórica pertenece.
Junto a él, se exponen obras de la colección de la Fundación Bancaja (‘¡Triste herencia!’ y ‘Monja en oración’), el Museo Nacional del Prado (‘Santa en oración’), el Museo de Bellas Artes de Bilbao (‘Mesa petitoria’) y el Museo de Bellas Artes de València (‘La Virgen María’), además de un boceto procedente del Museo Sorolla y otro de una colección particular.
A lo largo de su prolífica obra, Joaquín Sorolla pintó tres grandes cuadros de temática religiosa. El primero fue ‘El entierro de Cristo’ (1886), destruido por el pintor tras la decepción que supuso la crítica desfavorable y la mención honorífica otorgada en la Exposición Nacional de Bellas Artes 1887 que no llegó a recoger, y del que se expone una fotografía y los antes mencionados ‘Yo soy el pan de la vida’ (1896-1897) y ‘¡Triste herencia!’ (1899).
‘Yo soy el pan de la vida’ fue un encargo realizado a Sorolla por un político y hacendado chileno para su casa-palacio en Valparaíso. Lo primero que llama la atención es el constructivo marco dorado con un frontispicio muy destacado con la leyenda: ‘YO SOY EL PAN DE LA VIDA’. En el centro de la composición se encuentra Jesús, subido a una embarcación, y en gesto de estar predicando.
Mientras que ‘’¡Triste herencia!’, pintado por Sorolla en la playa del Cabañal de Valencia, supuso su consagración nacional e internacional tras obtener el Grand Prix en la Exposición Universal de París de 1900. Refleja a un grupo de niños enfermos atendidos por un religioso de la Orden de San Juan de Dios en el momento del baño en la orilla de la playa.
La exposición puede visitarse del 4 de mayo hasta el 2 de septiembre en la sede de la Fundación Bancaja en Valencia con entrada gratuita de lunes a viernes de 10 a 14 y de 17 a 21 horas.
La temática religiosa en Joaquín Sorolla se concentró en los años más tempranos de su trayectoria. Es en el momento en que se establece su periodo de consolidación de su personalidad artística y antes de desarrollar su estilo luminista. Destacamos aquí dos de sus obras, ‘¡Triste herencia!’ y ‘Santa en oración’ que también se pueden contemplar en la muestra.
¡Triste herencia! (1899), pintado en la playa del Cabanyal de València, supuso su consagración nacional e internacional tras obtener el Grand Prix en la Exposición Universal de París de 1900. Refleja a un grupo de niños enfermos atendidos por un religioso de la Orden de San Juan de Dios en el momento del baño en la orilla de la playa.