¡Este año sí pudo ser! Con todas las medidas de seguridad posibles, con aforo reducido, control de entrada, distancias de seguridad, sin aglomeraciones ni colas… en este 2021 pudo celebrarse la Missa d´Infants, en un ambiente más solemne y grave que festivo, y donde estuvieron muy presente los enfermos y afectados por la pandemia de la covid-19. La misa en honor de la Mare de Déu se convirtió en la primera gran celebración religiosa tras el fin del estado de alarma.

Por primera vez, la imagen de la Virgen peregrina estuvo presente en la plaza durante la celebración de la misa. FOTO: A.SÁIZ

EVA ALCAYDE | 13.05.2021
Ni aglomeraciones, ni colas en los accesos, ni gente agolpada en los aledaños de la Plaza de la Virgen, ni en las calles adyacentes. Este año solo se podía acudir a la Missa d´Infants con una invitación previa y los valencianos supieron respetar ejemplarmente todas las medidas adoptadas por la organización para garantizar la celebración del acto con total seguridad. “Valencia es la Mare de Déu dels Desamparats! No se puede entender sin ella”, como dijo el Arzobispo en su homilía.

Y fue todo perfecto. La Missa d’Infants de este año, con motivo de la fiesta en honor a la Virgen de los Desamparados, se convirtió el pasado domingo en la primera gran celebración religiosa en España tras el fin del estado de alarma decretado por la pandemia de la Covid-19. Con un aforo restringido a 750 personas, se pudo respetar la distancia de seguridad entre los asistentes, que estuvieron todos sentados en sillas separadas y numeradas.

La plaza se dividió en tres sectores a los que solo se podía acceder por los controles de entrada, situados en la calle Navellos, calle del Miguelete y Plaza de la Almoina.

La celebración fue coordinada por la Basílica de la Virgen y el Ayuntamiento de Valencia y se contó con la colaboración de unos 70 voluntarios de los Seguidores de la Virgen y els Eixidors, de Policía Local, Policía Nacional, Protección Civil y Cruz Roja. Se utilizaron unas 900 vallas para realizar todo el cierre perimetral de la plaza y las calles adyacentes.

Los participantes fueron llegando escalonadamente, por lo que no se formaron colas ni aglomeraciones. Los voluntarios les acompañaron hasta sus asientos y prácticamente una hora antes de comenzar la celebración ya estaba casi todo el mundo en su sitio, en un ambiente más serio y solemne que festivo.

Como el altar de este año que también fue sobrio, aunque elegante, todo forrado de moqueta y tela azul intenso. Este año, en lugar del típico tapiz floral decorativo, alusivo a la fiesta de la Virgen, estaba la vidriera conmemorativa del Año Jubilar de la Familia, con motivo del 5º aniversario de la publicación de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia del Papa.

Aún faltaban veinte minutos para el comienzo de la celebración cuando empezaron a caer las primeras gotas de lluvia y a aparecer los primeros paraguas.

El silencio en la plaza también fue muy llamativo, -grave y solemne-, interrumpido solo por el sonido de las aves que sobrevolaban la plaza y por una fuerte ovación cuando los niños de la Escolanía de la Virgen hicieron su aparición y se colocaron en sus puestos.

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