Para facilitar que la celebración del Año Santo sea un auténtico momento de encuentro con la misericordia de Dios para todos los creyentes, y para que todos los fieles cristianos puedan acceder a las gracias del Año de la Misericordia contenidas en los signos jubilares, el Santo Padre ha concedido, mediante una Carta a Mons. Rino Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la promoción de la Nueva Evangelización, la posibilidad de lucrar el don de las Indulgencias durante el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.

En virtud de estas facultades,

DISPONGO:

l. El comienzo del Año de la Misericordia en la Diócesis tendrá lugar el día 13 de diciembre de 2015, Domingo III de Adviento, con la apertura de la Puerta Santa y la celebración solemne de la Santa Misa, en la Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana.

2. La clausura del Año de la Misericordia, tendrá lugar el día 20 de noviembre de 2016, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, con una solemne celebración en la Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana.

3. De acuerdo con la Carta del Santo Padre, para vivir y obtener la indulgencia

os fieles están llamados a realizar una breve peregrinación hacia la Puerta Santa, abierta en la S.l. Catedral, como signo del deseo profundo de auténtica conversión. Es importante que este momento esté unido, ante todo, al Sacramento de la Reconciliación y a la celebración de la santa Eucaristía con una reflexión sobre la misericordia. Será necesario acompañar estas celebraciones con la profesión de fe y con la oración por el Santo Padre y las intenciones que lleva en el corazón para el bien de la Iglesia y de todo el mundo.

Podrá también obtenerse la indulgencia plenaria, con las condiciones señaladas, peregrinando a los siguientes templos de nuestra Archidiócesis:

– Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados, de Valencia.

– Colegiata de la Asunción de Nuestra Señora, de Xativa.

– Colegiata de la Asunción de Nuestra Señora, de Gandía.

– Basílica de San Jaime Apóstol, de Algemesí.

– Santuario Nuestra Señora de la Encarnación, Virgen del Castillo, de Cullera.

– Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, de El Puig de Santa María

Parroquia Resurreción del Señor, de Valencia

En todos los lugares donde puedan lucrarse las gracias del Año de la Misericordia se observarán las disposiciones generales de la Iglesia en esta materia contenidas en el Código de Derecho Canónico, y en la última edición del Enchiridium indulgentiarum.

5. Los fieles verdaderamente arrepentidos, que por diversos motivos estén imposibilitados de llegar a la Puerta Santa, podrán obtener la Indulgencia. En primer lugar los enfermos y las personas ancianas y solas, a menudo en condiciones de no poder salir de casa. Para ellos será de gran ayuda vivir la enfermedad y el sufrimiento como experiencia de cercanía al Señor que en el misterio de su pasión, muerte y resurrección indica la vía maestra para dar sentido al dolor y a la soledad. Vivir con fe y gozosa esperanza este momento de prueba, recibiendo la comunión o participando en la santa misa y en la oración comunitaria, también a través de los diversos medios de comunicación, será para ellos el modo de obtener la indulgencia jubilar.

También para los presos, que experimentan la limitación de su libertad, el Jubileo siempre ha sido la ocasión de una gran amnistía, destinada a hacer partícipes a muchas personas que, incluso mereciendo una pena, sin embargo han tomado conciencia de la injusticia cometida y desean sinceramente integrarse de nuevo en la sociedad

ando su contribución honesta. Que a todos ellos llegue realmente la misericordia del Padre que quiere estar cerca de quien más necesita el perdón. En las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su arrepentimiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad.

6. El Santo Padre nos llama a redescubrir en este tiempo jubilar las riquezas contenidas en las obras de misericordia corporales y espirituales. La experiencia de la misericordia, en efecto, se hace visible en el testimonio de signos concretos como Jesús mismo nos enseñó. Cada vez que un fiel viva personalmente una o más de estas obras obtendrá ciertamente la indulgencia jubilar. De aquí el compromiso a vivir de la misericordia para obtener la gracia del perdón completo y total por el poder del amor del Padre que no excluye a nadie. Será, por lo tanto, una indulgencia jubilar plena, fruto del acontecimiento mismo que se celebra y se vive con fe, esperanza y caridad.

7. La indulgencia jubilar, por último, se puede ganar también para los difuntos. A ellos estamos unidos por el testimonio de fe y caridad que nos dejaron. De igual modo que los recordamos en la celebración eucarística, también podemos, en el gran misterio de la comunión de los santos, rezar por ellos para que el rostro misericordioso del Padre los libere de todo residuo de culpa y pueda abrazarlos en la bienaventuranza que no tiene fin.

8. El Santo Padre también ha concedido a todos los sacerdotes para el Año jubilar, no obstante cualquier cuestión contraria, la facultad de absolver del pecado del aborto a quienes lo han practicado y arrepentidos de corazón piden por ello perdón. Los sacerdotes se deben preparar para esta gran tarea sabiendo conjugar palabras de genuina acogida con una reflexión que ayude a comprender el pecado cometido, e indicar un itinerario de conversión verdadera para llegar a acoger el auténtico y generoso perdón del Padre que todo lo renueva con su presencia.

Dado en Valencia a veintiuno de noviembre de dos mil quince, memoria de la Presentación de la Santísima Virgen María.

Antonio, Cardenal Cañizares Llovera. Arzobispo de Valencia