Vicente Garrido Pastor, miembro del Presbiterio valentino, nació en Benaguacil (Valencia), el 12 de noviembre de 1896 y falleció en Moncada (Valencia), el 16 de abril de 1975. Se formó en el Seminario Conciliar de Valencia y en el Colegio Seminario Corpus Christi de Valencia, donde posteriormente fue Director espiritual. Ordenado sacerdote en 1921, inicia su ministerio en un contexto socio-político muy convulso y poco a poco va tomando conciencia del acelerado avance de la increencia en el mundo obrero, en los jóvenes y, especialmente en la mujer que se incorpora al mundo laboral en talleres y fábricas.
Vicente Garrido Pastor, respondió a los desafíos de su tiempo
El Espíritu va preparando el don que desea regalar a la Iglesia y al mundo, y a través de los servicios sacerdotales que le encargan sus superiores, Vicente Garrido va dando respuesta a los desafíos de su tiempo.
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Promoción del laicado, especialmente de la mujer. Se dedica intensamente al apostolado con la juventud femenina. Fue nombrado Consiliario de la Asociación Femenina Católica-Escolar de Valencia; propone al arzobispo don Prudencio Melo la creación de la Juventud Femenina Valenciana de Acción Católica, redacta el primer Reglamento y le nombran Consiliario. También lo fue de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas de Valencia.
Desde los inicios de su ministerio sacerdotal se dedicó a la formación humana y cristiana de la mujer y a su dirección espiritual; impulsó particularmente su compromiso apostólico en la Iglesia y en el mundo. «Desde mis primeros años de sacerdocio —dirá al final de sus días— la mujer fue un brazo derecho para mí, en el trabajo de apostolado»1. Creyó en la mujer, una mujer con iniciativa, comprometida, formada, asumiendo responsabilidades sociales y laborales, trabajando apostólicamente, y lo hizo en tiempos no propicios para ello.
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«Recristianización» de la gente sencilla y trabajadora. No permaneció pasivo viendo cómo la masa obrera se alejaba de Dios y de la Iglesia. «El día en que los pobres vuelvan su mirada a Cristo, se nos llenarán las iglesias… Y éste es nuestro deber: llegar hasta su corazón, ganarlo y rendirlo a los pies de Jesucristo».2 Deseaba que conocieran a Jesucristo y, desde el Evangelio, descubrieran el auténtico sentido de sus vidas. Por eso, decía que es urgente «trabajar… en la fábrica, en el taller, en los centros de estudios, en sus reuniones, en todas partes»3, y anima a las Obreras de la Cruz a ejercer el apostolado en sus lugares de trabajo, a crear talleres y centros donde las mujeres, en un ambiente cristiano, pudieran aprender un oficio y ganarse el sustento. Con su palabra y testimonio, defendió el valor y dignidad del trabajo manual.
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Revitalización de la vida espiritual. Ante la pérdida de profundidad de la vida cristiana, se entrega en cuerpo y alma a revitalizar la experiencia de Dios a través de los Ejercicios espirituales, la dirección espiritual y la administración del Sacramento de la Reconciliación, primero en el Real Colegio Seminario de Corpus Christi y después como Penitenciario de la Catedral de Valencia. Hay constancia de que al terminar la guerra civil española, organizó y dirigió en la diócesis de Valencia los primeros Ejercicios y el primer Retiro. Conocido es el aprecio que de él tenía el Venerable José María García Lahiguera, quien, siendo Arzobispo de Valencia, lo eligió como Director espiritual. «Para mí, desde el primer día fue el confesor apetecido, en quien resplandecía el don de consejo… Escuchaba con atención e interés, y su palabra daba plena seguridad. Era el buen director que, ante todo, secunda la acción del Espíritu Santo, sin jamás anticiparse a Él, cuanto menos suplantarlo…. Su palabra final era siempre alentadora. Y así, todas las semanas, hasta su muerte. Reconozco que ésta fue una de las grandes gracias que el Señor concedió a mi alma».4
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Docencia al servicio de la evangelización. Desarrolló este servicio, principalmente en dos campos, en los que dejó una profunda huella: como profesor de Religión en el Instituto Femenino de Enseñanza Media “San Vicente Ferrer” de Valencia. Allí, a través de sus clases y de los Ejercicios Espirituales que organizaba y dirigía iba despertando en las jóvenes estudiantes el deseo de seguir a Jesús con radicalidad. Y como Catedrático de Teología Moral en el Seminario Conciliar de Valencia y Profesor del Instituto Sedes Sapientiae para religiosas. Éstas y los seminaristas le recordaban como el sacerdote santo y ejemplar, prudente consejero y director espiritual.
Pionero como fundador de un Instituto Secular
Fue pionero, junto con otros Fundadores y Fundadoras, de una nueva forma de vida consagrada en la Iglesia: la secularidad consagrada. Desde 1940, en que fue aprobado el Instituto como Pía Unión, la obra a la que Don Vicente «dedicó sus mayores esfuerzos y a la que cuidó con su amor, ejemplo y palabra», viene actualizando su espiritualidad «visceralmente evangelizadora» impulsando presencias, obras y proyectos. Como fruto de la “última hora”, dos años antes de partir al cielo, Don Vicente crea los Miembros Cooperadores: mujeres y hombres, sacerdotes, jóvenes y mayores, casados y solteros, que desean vivir la espiritualidad del Instituto y colaborar en su misión.
Hoy, al reconocer la Iglesia que el Siervo de Dios Vicente Garrido Pastor vivió las virtudes cristianas en grado heroico, las Obreras de la Cruz y los Miembros Cooperadores nos unimos con gratitud a toda la Iglesia, y renovamos nuestro compromiso de vivir con fidelidad creativa el seguimiento de Jesús, «sembrando a Cristo» en los corazones de los hombres y mujeres de hoy como nuestro Fundador lo hizo.
1 V. Garrido. Cooperadores, vivid lo que sois, pág. 87
2 V. Garrido. Formación moral y acción de apostolado”, págs. 172-173
3 V. Garrido. Cursillos 1944, pág. 21
4ISOC. Breve semblanza de D. Vicente Garrido Pastor, pág. 1
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