REDACCIÓN 24-11-2016
El papa Francisco durante el cierre de la Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia tuvo unos instantes de oración en silencio.
“Agradecidos por los dones de gracia recibidos y animados a dar testimonio en las palabras y con las obras, la ternura de tu amor misericordioso, cerramos la Puerta Santa”. Con esta oración y visiblemente emocionado el papa Francisco cerró el pasado domingo 20 de noviembre la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Con este signo se clausuraba el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que se inaugura con la apertura de la también bautizada como Puerta de la Misericordia el 8 de diciembre del año pasado.
Tras el cierre de la Puerta Santa el Papa presidió la eucaristía de la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo en una plaza San Pedro con más de 70.000 fieles llegados de diferentes partes del mundo. En la homilía el Papa indicó que aunque se cierra la Puerta Santa, permanece siempre abierta de par en par para nosotros la verdadera puerta de la misericordia, que es el corazón de Cristo”. En este sentido, añadió que “del costado traspasado del Resucitado brota hasta el fin de los tiempos la misericordia, la consolación y la esperanza”.
El Santo Padre también indicó que “muchos peregrinos han cruzado la Puerta santa y lejos del ruido de las noticias han gustado la gran bondad del Señor”. El Pontífice invitó a todos a continuar “nuestro camino juntos sabiendo que “nos acompaña la Virgen María, también ella junto a la cruz, que desea acogernos bajo su manto, conociendo que todas nuestras súplicas, dirigidas a sus ojos misericordiosos, que no quedarán sin respuesta”.
En sus palabras también hizo referencia a la fiesta litúrgica de ese día y al Evangelio que se había proclamado: “En este día de la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, Él se presenta sin poder y sin gloria, está en la cruz, donde parece más un vencido que un vencedor”.
Asimismo, añadió que “la grandeza de su reino no es el poder según el mundo, sino el amor de Dios, un amor capaz de alcanzar y restaurar todas las cosas”. Por ello, detalló, “vivió nuestra miseria humana, probó nuestra condición más ínfima: la injusticia, la traición, el abandono y experimentó la muerte, el sepulcro, los infiernos”.
El Papa hizo también una llamada a poner a Jesucristo en el centro de la vida: “Este Año de la Misericordia nos ha invitado a redescubrir el centro, a volver a lo esencial. Este tiempo de misericordia nos llama a mirar al verdadero rostro de nuestro Rey, el que resplandece en la Pascua, y a redescubrir el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece cuando es acogedora, libre, fiel, pobre en los medios y rica en el amor, misionera”. Siguiendo esta línea subrayó que “la misericordia, al llevarnos al corazón del Evangelio, nos exhorta también a que renunciemos a los hábitos y costumbres que pueden obstaculizar el servicio al reino de Dios; a que nos dirijamos sólo a la perenne y humilde realeza de Jesús, no adecuándonos a las realezas precarias y poderes cambiantes de cada época”.
Carta apostólica
Al término de la misa el Papa firmó la carta apostólica Misericordia et Misera, que fue publicada el lunes. En ella el Santo Padre pide que la misericordia no sea “un paréntesis en la vida de la Iglesia” y da indicaciones precisas sobre cómo concretar esta misericordia. (La carta íntegra se puede encontrar en la edición impresa).
20 millones de peregrinos
Monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, detalló el pasado lunes que más de 20 millones de peregrinos han cruzado la Puerta Santa de San Pedro a lo largo de todo el Año Jubilar. También indicó que entre 900 y 950 millones de fieles han atravesado las Puertas Santas de las catedrales y santuarios de todo el mundo.
Asimismo, señaló que en este Jubileo ha habido una “gran movilización en la web y en las redes sociales”.