CARLOS ALBIACH | 28.05.2020


Cuando hace varias semanas se anunció que los municipios valencianos pasarían a la fase 1 y por tanto se podía reanudar el culto en las parroquias fueron muchos los feligreses que no dudaron en ponerse en contacto con sus párrocos y ofrecerse para facilitar que las misas se pudieran celebrar siguiendo las directrices de las autoridades sanitarias. Había muchas cosas que hacer: desinfectar antes y después de la celebración, señalizar y distribuir los bancos, desinfectar los ornamentos, ayudar y explicar a los fieles las normas, mantener el orden a la entrada y la salida y en la distribución de la comunión… En pequeños grupos, por áreas de la parroquia, por turnos y distribuyéndose las diferentes misas se han organizado estos feligreses voluntarios cuyo objetivo ha sido que la parroquia, a la que muchos consideran “su casa”, esté lo más segura posible y con el menor riesgo de contagio posible.


En la parroquia Ntra. Sra. de Lepanto de la pedanía valenciana de Castellar en una semana se ofrecieron 40 personas a realizar este servicio. Todos ellos coordinados por Francisco Belenguer, secretario del Consejo de Economía de la parroquia, que ha explicado que han organizado grupos de cuatro personas para cubrir la misa de entre semana y las cinco misas del fin de semana. Ese grupo acude 45 minutos antes del comienzo de la celebración y desinfecta y limpia los bancos. Una vez abierto el templo dos voluntarios se quedan en la puerta para controlar el acceso e indicar que han de ponerse gel hidroalcohólico mientras que otros dos indican a los fieles donde pueden sentarse. “Tras esta primera semana todos han dicho que lo hacen con mucha alegría y que es una maravilla hacerlo”, detalla Francisco.


Similar organización es la que están realizando en la parroquia San Francisco de Asís de Llíria. Tras una reunión del consejo de Pastoral se decidió que cada grupo animase a sus integrantes a realizar esta labor. De ahí surgieron más de 50 personas, que como explica Paco Ibáñez, miembro del Consejo, organizados en grupos de cuatro personas ayudan en la recepción y disposición de los fieles. Además, tras la misa desinfectan y limpian todo el templo, incluido el presbiterio. También dos feligreses todos los días sulfatan todo el templo y el exterior del templo. “La disponibilidad de todos ha sido total. La parroquia es nuestra casa y hay que mantenerla y estar seguros en ella”, destaca Paco. Este feligrés, representante del grupo de teatro, apunta que “en este tiempo son muchos, incluso no habituales, que han querido acercarse a la parroquia”.


Abel Della Costa, de la parroquia San Pedro Apóstol de Paterna, explica que en este caso fue el grupo Juniors quien se encargó de realizar toda la señalización del templo. Además, los feligreses que habitualmente ayudan en la parroquia se ofrecieron para que en cada misa haya al menos una persona que ayude a que todos cumplan las normas y en su finalización pasar un vaporizador por los bancos. “Todos se han habituado con normalidad y ha habido mucha predisposición a ayudar”, señala este feligrés, que ha sido también el que ha realizado todas las retransmisiones ‘online’ durante el confinamiento.


En las parroquias El Salvador y San Nicolás de Requena han sido los más jóvenes los encargados de hacer este servicio. Pablo Martínez, vinculado a la Junta de cofradías, es un de ellos y destaca que “todos tenían muchas ganas de volver, de ahí la necesidad de que se facilitase la vuelta”. Ellos, como en el resto de parroquias, se han organizado para distribuir a la gente en el templo y velar para que se cumplan las normas.


Por su parte, en la parroquia San Juan Bautista de Manises son varios los feligreses que se han puesto manos a la obra para que el templo esté en perfectas condiciones cada misa. Una de ellas es Paqui, colaboradora habitual en la sacristía, que ahora cada misa tiene que desinfectar elementos del altar como el ambón, así como preparar cálices y patenas con mucho cuidado. “La parroquia es mi casa, es una alegría volver, y por eso la cuidamos mucho más que nuestra propia casa”, señala. Otra colaboradora es Maribel, que está en la recepción de los fieles para solventar dudas y en la desinfección del templo tras la celebración: “Es muy bonito dar este servicio para permitir que todos podamos celebrar sin problema. Vale la pena”. Todos los colaboradores son coordinados por Juan, que también ayuda a los fieles a situarse y velar que todo esté bien. “Ha sido como volver a casa y queremos disfrutarlo”, apunta.


En la parroquia San Josemaría Escrivá de Valencia además de aumentar las misas han hecho grupos de voluntarios, muchos de ellos jóvenes, que prestan la ayuda sobre todo los fines de semana en el control y la desinfección.