L.B. | 24.06.2021
Los feligreses de la parroquia de Santa Ana, de Valencia, se volcaron el pasado viernes 18 en la ceremonia de consagración del altar y la dedicación de su templo parroquial, que fue erigido hace 64 años, en 1957.
La celebración fue presidida por el arzobispo, cardenal Antonio Cañizares, y contó con la participación de una veintena de sacerdotes, además de numerosos feligreses que llenaron por completo el aforo permitido del templo.
La celebración había sido preparada con gran interés por los feligreses, especialmente por el grupo de liturgia. Previamente, la comunidad parroquial estuvo asistiendo a una serie de conferencias en las que se explicó qué es la consagración y dedicación del templo, tal como indica el párroco, Francisco Luis Ramírez.
Con toda la solemnidad propia de estas celebraciones, los sacerdotes entraron al templo en procesión portando la arqueta con las reliquias que posteriormente el Arzobispo colocó en el ara del altar. Las reliquias pertenecen a los beatos mártires valencianos Félix Yuste Cava y Ramón Martí Soriano, sacerdotes diocesanos, y Plácido García Guilabert, sacerdote Franciscano, y fueron facilitadas por la delegación diocesana para las Causas de los Santos. Además, el altar, que está realizado en piedra y tiene la inscripción en latín ‘Dilexit nos et tradidit semetipsum’ -‘Nos amó y se entregó’-, fue ungido con aceite por el Cardenal.
En su homilía, el arzobispo. profundizó en la devoción a la Eucaristía y a la Virgen, así como en el sentido de comunidad parroquial.
Precisamente, uno de los objetivos de esa celebración era “intentar dar un empuje a la comunidad parroquial”, tal como indica el párroco, Francisco Luis Ramírez. “Hemos intentado que los feligreses se integren, que sientan la parroquia más suya, que sientan que están en su casa, que se sientan comunidad parroquial”, añade. “Sin duda, esto une más a la gente. Los feligreses están muy contentos. Ahora, cuando nos ven por la calle, nos felicitan”, comenta Ramírez.
Desde 1957
La parroquia de Santa Ana fue erigida en el año 1957 por el entonces arzobispo de Valencia, monseñor Marcelino Olaechea, siendo su primer párroco Alfredo Candel Piris. En un primer momento se ubicó en una pequeña capilla de la clínica Santa Rosa, que hoy ya no existe. De ahí pasó a una planta baja, una antigua carbonera. Y por último, a su actual emplazamiento, el edificio que acogió el convento de las Hermanas de la Asunción, donde en la actualidad no sólo está el templo sino también los locales parroquiales.
Recientemente se han llevado a cabo algunas obras de adaptación y restauración en la iglesia. Así, un cuarto que se utilizaba como almacén ha sido habilitado para acoger una pequeña capilla del Santísimo. Además, se ha pintado la iglesia y el cancel de acceso al templo, se ha colocado una sede de mármol en el presbiterio y se ha hecho el retablo para el altar, presidido por una imagen de Cristo, una talla de la titular del templo, santa Ana, del escultor Antonio Gresés, y una imagen de la Inmaculada.
“El ara del altar estaba abierta y vacía. Eso significaba que no se había consagrado el altar ni dedicado el templo. Por eso, al terminar las obras, ya hace un año, intentamos consagrarlo, pero por diversas circunstancias, entre ellas la pandemia, quedó pendiente”, indica el párroco, Francisco Luis Ramírez.