CARLOS ALBIACH | 09-07-2015
¿Se puede vivir la fe a través del fútbol? En la Asociación Católica de Maestros de Valencia tienen claro que sí es posible. De ahí que este curso se haya puesto en marcha el proyecto ‘Querubines, que está formado por equipos de fútbol sala donde juegan niños y jóvenes de entre 6 y 18 años. En total son 90 jugadores repartidos en siete equipos de diferentes categorías que entrenan un día a la semana y compiten en los ‘Jocs Esportius’ de la Fundación Deportiva Municipal. Una experiencia, que tanto los promotores como los entrenadores y los propios jugadores califican de muy positiva.
¿Por qué formar equipos de fútbol sala? Eduardo Tormo, presidente de la asociación, y Carles Alaman, coordinador del proyecto, lo explican a través de una frase de san Juan Pablo II: “El deporte es un medio para crecer física y espiritualmente, para dar sentido a la vida y crecer en valores que nos hagan ser mejores seres humanos”.
En este sentido, como añaden, se persigue “ofrecer un proyecto deportivo que aúne esfuerzos por reconducir el deporte a un medio de encuentro con Jesucristo y como punto de apoyo hacia el crecimiento personal y espiritual de muchos niños y jóvenes”. Asimismo, también se realiza por “la necesidad de una educación íntegra adecuada en el ocio y tiempo libre y porque el deporte
favorece y estimula el desarrollo integral de los niños”. Además la participación en los equipos es gratuita, por lo que permite a las familias que no disponen de recursos económicos que sus hijos puedan disfrutar del deporte y de la competición.
Uno de los aspectos más importantes es vivir el deporte como cristianos: “El deporte enfocado a Dios hace que se viva de una manera plena”, aseguran. De ahí que, antes de comenzar los partidos, se realice una oración de bendición por parte del entrenador a cada uno de los niños que allí están y se pide por los que no han podido venir de manera que se hace presente a Cristo en y entre nosotros”, señalan desde la entidad.
Otro de los puntos fuerte de la tarea educativa del deporte es afrontar la competición de una forma correcta y, como explican, que a través de ella “sepan vivir de verdad su vida por conseguir alcanzar valores como el juego limpio, la solidaridad, el compañerismo y la responsabilidad con el otro”.
En este sentido, Pedro García, padre de uno de los niños participantes, valora que lo más positivo es que en el equipo que se ha formado “todos tienen la oportunidad de jugar independientemente de sus capacidades y al compañero se le valora por ser persona y no por ser mejor o peor“.
A lo largo de estos meses que lleva en funcionamiento, y como define el presidente, han sido “todo regalos”.
Desde poder entrenar en el polideportivo municipal de Nazaret hasta el apoyo de varias empresas. Pero, sobre todo, se han visto frutos en los niños y jóvenes.
Como explica Tormo se ha visto cómo niños que “no tenían buena habilidad motriz han conseguido a través de esfuerzo y perseverancia poder crecer junto con los compañeros”. También cómo se han creado lazos de amistad y cómo, incluso, una madre ha podido reencontrarse con Jesucristo “gracias a la gratuidad que desprende la actividad”.
Por su parte, los entrenadores, como señala el presidente, “han dado las gracias por la posibilidad que se les ha brindado de cara a tener responsabilidad y confianza, y cómo su situación personal, gracias a la actividad, ha mejorado”.
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