REDACCIÓN | 28.07.2021
La convivencia en un centro de menores suele ser difícil, sobre todo si los chavales proceden cada uno de un país. Pero en la Hogar Mare de Déu dels Desemparats i dels Innocents, que Cáritas Diocesana de Valencia gestiona en la localidad de Torrent, se lo toman muy en serio para que su experiencia y su integración sea lo más positiva y enriquecedora posible.
Actualmente hay acogidos 17 chicos, casi todos musulmanes, de diferentes lugares: Marruecos, Argelia, Costa de Marfil, Pakistán… y también de Perú.
Muchos han llegado en pateras o han conseguido entrar en los puertos como polizones de manera ilegal. Una vez en la costa española, al ser menores de edad, se les hace una identificación y los envían a los centros de recuperación, donde los derivan a otros centros de acogida o pisos tutelados de Valencia, Barcelona y otras ciudades, o a otros países, como Francia.
“La mayoría vienen de fuera y de manera clandestina. Pero en el Hogar ninguno se siente raro o extranjero. Aquí se fomenta el respeto mutuo entre todos. Todos somos iguales y hay libertad para que cada uno exprese su religión como quiera”. Así habla Laaziza, que es una de las mediadoras interculturales que trabaja en el centro y que se ha convertido casi en una madre para estos jóvenes que buscan recomponer su vida.
Aunque el centro cuenta con educadores, trabajadores sociales, profesores, psicólogos y otros profesionales, Laaziza -al igual que las otras dos mediadoras interculturales- es la persona de referencia a la que acuden los chicos.
Ella tiene 53 años y dos hijos adolescentes. También es musulmana y mantiene con ellos una relación lo más familiar posible. “Soy para ellos lo más parecido a una madre o una tía aquí en Valencia. Cuando llegan les explico las dinámicas del centro y cómo funcionan los talleres. También les doy las clases de castellano y les acompaño cuando tienen que hacer gestiones en el consulado para tramitar la documentación necesaria y obtener el pasaporte o la residencia. Estoy ahí para cualquier cosa que no entienden y para que se sientan apoyados”, explica Laaziza que asegura que los chicos han vivido “experiencias muy duras y auténticos dramas” y por ello también tienen a un equipo de psicólogos a su disposición “con las puertas siempre abiertas”.
Los chicos reciben clases de castellano, pues la mayoría habla inglés, francés o algún dialecto africano. Tienen talleres de idiomas y de alfabetización. Los menores de 16 años están escolarizados y el resto realiza también alguna formación profesional, para aprender algún oficio y encontrar trabajo lo más pronto posible.
Por las tardes realizan las tareas de la casa, como lavar su ropa, y disponen de tiempo libre. Hacen deporte y el hogar cuenta con una sala de televisión con juegos y ordenadores. También tienen dos horas al día para hacer salidas libres y quedar con compañeros y los fines de semana se organizan salidas de centro programadas, como a la playa o a la piscina.
Fiestas y celebraciones
Uno de las herramientas que tiene el Hogar Mare de Déu dels Desemparats i dels Innocents de Cáritas para que estos chavales se sientan como en casa es facilitar que celebren y practiquen su religión -la musulmana- como una faceta más de su crecimiento personal.
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