El Cristo del Salvador, venerado en la iglesia del Salvador, en pleno casco antiguo de Valencia, es una de las joyas de nuestra diócesis. Además de ser una de las advocaciones cristológicas más antiguas de la Comunidad Valenciana es la imagen más antigua de la ciudad de Valencia, puesto que data del siglo XIII. Una talla, además, con una historia legendaria.
❐ C. ALBIACH| 26.05.2023
En el recorrido que la imagen original de la Virgen de los Desamparados realizó el pasado 13 de mayo con motivo del I Centenario de su coronación canónica realizó una entrañable parada ante la iglesia del Salvador, en la calle Trinitarios de Valencia, junto al edificio histórico de la Facultad de Teología. Allí se encontró frente a frente ante su Hijo en una imagen muy querida en los valencianos, el Santísimo Cristo del Salvador. La talla, de estilo entre la transición del románico al gótico, y tallada en madera de nogal y policromada, es imponente y estremecedora y no es para menos, puesto que mide cerca de tres metros y pesa más de 200 kilos. Su origen hay que encontrarlo en 1250, por lo que ha sido testigo de numerosos acontecimientos históricos.
El origen de la talla no está exento de misterio y leyenda. Según se ha contado siempre su imagen de madera apareció en la ciudad de Valencia el 9 de noviembre de 1250 flotando en el río Turia a contracorriente, con dos luces o faroles en sus brazos. Todo un milagro. Fue rescatado, seguramente en pleno temporal, entre los puentes de Serranos y el de la Trinidad. Desde allí fue trasladada a la capilla de San Jorge, uno de los primeros templos de la ciudad tras la Reconquista, sobre la que se erigió la Iglesia del Salvador. La tradición también lo ha bautizado como Cristo de Beirut, puesto que en esa ciudad, actual Líbano, fue arrojado al mar en tiempos de la dominación musulmana.
La imagen del Cristo del Salvador ha sido a lo largo de la historia una de las grandes devociones entre el pueblo valenciano. Además ha tenido una vinculación especial con dos santos valencianos: san Vicente Ferrer y Santo Tomás de Villanueva, que tuvieron un papel muy importante en la propagación de esta devoción. De hecho, desde los tiempos de Santo Tomás de Villanueva como arzobispo de Valencia ha presidido rogativas y procesiones en tiempos de penuria y calamidad. Pero sobre todo junto a la Virgen de los Desamparados, lo han invocado los valencianos en tiempos de necesidad.
A lo largo de la historia la imagen ha sufrido muchos avatares. En 1823 fue dañada por una bomba que cayó en la iglesia. Y en 1936, durante la persecución religiosa, el Cristo fue echado a la hoguera, pero gracias a un maestro que pasaba por el lugar y que pudo salvarlo del fuego, sólo se quemó el madero (la cruz), aunque el Cristo sufrió daños en la espalda y el brazo derecho. Al acabar la Guerra Civil, la imagen fue encontrada en un rincón del Museo de Bellas Artes con los brazos desgajados del tronco.
En el año 2007 el Cristo fue restaurado en su integridad por un equipo del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, dirigido por Carmen Pérez. Los especialistas devolvieron a la imagen su original aspecto que distaba mucho del que presentaba, pues la imagen mostraba un grave estado de conservación con numerosas capas de barnices coloreados que le daban un tono oscuro. Con esta restauración recuperó la luminosidad de su faz y el realismo de sus puntos sangrantes. Una imagen única.