La fuerte personalidad del rey Jaume I, ‘El Conqueridor’ se percibe en la lectura de ‘El Llibre del Repartiment’ y en el ‘Llibre dels Feyts’: compromiso con la palabra dada, valor, de fe inquebrantable y fuertes convicciones cristianas. 

Es sabido que el monarca supo rodearse de eminentes hombres que supieron aconsejarle tanto dentro como fuera del campo de batalla: militares, juristas…pero también religiosos y que, con el paso de los años, llegarían a ser santos.

BELÉN NAVA | 10.10.2024

Corría el año del Señor de 1236 cuando Jaume I convocó a las Cortes Generales en Monzón (Huesca) para solicitar con urgencia la planificación de la conquista definitiva de Valencia. Para ello se pide la ayuda de la totalidad de sus vasallos y se acuerda preparar un gran ejército que descenderá desde Teruel hasta la costa. De igual manera, solicitó al papa Gregorio IX una bula para que se dé carácter de cruzada a la conquista de Valencia del ‘cap i casal’. 

En aquella sesión estaban presentes los que siglos después se convertirían en santos: Bernardo Calbó, Pedro Nolasco y Ramón de Penyafort. Y en aquella sesión de las Cortes Generales, el monarca aseguró que si lograba la victoria dotaría convenientemente la Iglesia Catedral y cuantas iglesias fueran necesarias para el culto.

Así figura en el documento fechado el 28 de octubre de 1236 y que el Archivo de la Catedral de Valencia conserva. Así como el del 13 de noviembre del mismo año, cuando se comprometía a vincular canónicamente las nuevas tierras conquistadas, la diócesis de Valencia, a la metropolitana de Tarragona.

San Bernardo Calbó (1180- 1243), había sido abad del Monasterio cisterciense de Santes Creus. El 10 de septiembre de 1233 fue nombrado obispo de Vic. Cooperó en la empresa de la conquista de Valencia. Llegó con sus tropas en mayo de 1238, cuando Jaume I tenía ya sitiada la ciudad. Colaboró dadivosamente, ya que a la hora de su muerte, el 26 de octubre de 1243, no se había superado la deuda contraída “per la feta de Valencia”. Firmada la rendición de la plaza el 28 de septiembre de 1238, aconsejó al rey las honrosas condiciones que ofreció a los vencidos. Le acompañó en la entrada de la ciudad el 9 de octubre. 

San Pedro Nolasco

San Pedro Nolasco (1180- 1249), fundador de la orden de Nuestra Señora de la Merced en Barcelona, acompañó al rey Jaume I en la conquista de las tierras valencianas. Acampado el ejército cristiano en la fortaleza de El Puig, en espera de tomar la ciudad de Valencia, cada sábado a media noche se veían bajar desde el firmamento una escuadra de siete estrellas, que consecutivamente se asentaban sobre el vecino montículo de El Puig. San Pedro decidió ir hasta la cumbre donde se encontraban  los restos de una vieja iglesia de tiempos de los godos, entre cuyos escombros hallan una campana que protege una estatua tallada en piedra con la Virgen y el Niño en brazos. Sin dudarlo, el lugar es puesto bajo la protección de la Virgen María.

San Pedro Nolasco acompañó al rey en la entrada que hizo en la ciudad de Valencia el 9 de octubre, le orientó en la dedicación de la Iglesia Catedral y demás parroquias. Incluso el rey, como muestra de afecto a su consejero, lo propuso como obispo de la diócesis de Valencia, nombramiento que declinó. La figura de este santo al vincularnos a los tiempos de la Reconquista, hizo posible en los primeros momentos de su existencia que el Reino de Valencia se colocase bajo la protección de la Virgen María en la advocación de El Puig, origen de la devoción mariana del pueblo valenciano.

SAN RAMÓN DE PENYAFORT

San Ramón de Penyafort (1185- 1275), religioso dominico, fue confesor y consejero del rey Jaume I. Compilador de las Decretales y autor de las constituciones de la Orden de Predicadores, de la que llegó a ser general, fue la figura cultural más preclara y representativa de aquellos tiempos. Aconsejó y orientó al ‘Conqueridor’ a la hora de promulgar ‘els Furs’ por los que se iba a regir el Reino de Valencia.

A su llegada a la ciudad de Valencia, Jaime I se encontró con el testimonio del martirio de los beatos franciscanos Pedro de Saxoferrato y Juan de Perusa, que por su inquebrantable fidelidad al Evangelio, fueron decapitados por orden del rey Zeit- Abu- Ceid. Esto había ocurrido ocurrido unos diez años antes de la conquista, el 28 de agosto de 1228, en la actual Plaza la Reina. 

Arrepentido el rey Zeit- Abu- Ceid del asesinato de los franciscanos, hizo donación de su palacio de verano, en las afueras de la ciudad, cerca de la puerta de Boatella, para la fundación del convento de San Francisco. El rey cristiano lo dotó con rentas y lo entregó a Fray Iluminado de Rieti y Fray Guillermo de Sede, quienes lo acompañaban, como consejeros, en sus campañas militares y en la conquista de Valencia.

BEATO MIGUEL DE FABRA

Igualmente formaba parte de la comitiva del rey el beato Miguel de Fabra, uno de los primeros discípulos de Santo Domingo de Guzmán. Jaume I le profesaba gran estima y en los momentos difíciles, para discernir lo más conveniente, le pedía su consejo. Estando todavía en El Puig le hizo donación de unos solares para que edificase un convento de su orden en la misma ciudad de Valencia.

SAN PEDRO PASCUAL

Entre la multitud de público que contemplaba aquel 9 de octubre de 1238 la entrada del rey Jaume I y su ejército en la ciudad de Valencia se encontraba un niño de unos diez años, era san Pedro Pascual (1227-1300), pertenecía a una familia mozárabe. En la pupila de sus ojos de niño quedó grabada para toda su vida aquella escena por la que la religión cristiana adquiría carta oficial de ciudadanía. 

Compañero de estudios de santo Tomás de Aquino y san Buenaventura en la universidad de París, canónigo de la catedral de Valencia, y religioso mercedario. El rey Jaume I, que lo estimaba, le confió la educación de su hijo

Sancho, que luego siendo Arzobispo de Toledo colaboró con él en el gobierno de aquella diócesis. En una de sus visitas pastorales cayó en manos de los moros que se lo llevaron a Granada donde sufrió el martirio por su valentía por profesar y defender la fe cristiana el 6 de diciembre de 1300. San Pedro Pascual, se puede considerar la personalidad más sobresaliente, nacida en Valencia en su primer siglo como reino cristiano.

BERNARDO, MARÍA Y GRACIA

Una vez se hubo tomado posesión de la ciudad de Valencia el rey Jaume I inició los preparativos para conquistar las restantes tierras valencianas. Poco a poco fue conquistando castillos, ciudades y pueblos. En mayo de 1242 comenzó sus contactos para tomar la población de Alzira, que se entregaba a finales de dicho año. Allí se encontró con el recuerdo de los santos hermanos Bernardo, María y Gracia, que convertidos del islam al cristianismo dieron su vida por Jesucristo con el martirio, probablemente el 21 de agosto de 1181, a orillas del río Júcar, cerca de la misma Alzira. Impresionado por la gesta de los santos hermanos el Rey Conquistador en 1242 mandó que se edificase una ermita en su memoria en el mismo lugar del martirio.

BEATO RAMÓN LLULL

Sin ninguna clase de duda, en los primeros momentos del asentamiento cristiano en Valencia hay que constatar la presencia del beato Ramón Llull (1232- 1316) , mallorquín, en la ciudad del Turia, donde acudió para recibir la orientación de san Ramón de Penyafort que había fundado las escuelas de lenguas orientales en Valencia y Xàtiva para preparar a los misioneros para ir a las tierras del Islam y estudiar con ello nuevos métodos de evangelización.

SANTA ISABEL, REINA DE PORTUGAL

Santa Isabel, reina de Portugal, e infanta de Aragón y Valencia (1271-1336), fue la nieta predilecta del Rey, que en su ancianidad le narraba con toda ternura hazañas épicas, y del que durante toda su vida guardó un recuerdo imborrable.

Si bien de su madre, la reina Constanza, recibió la bondad inmensa y el espíritu equilibrado y justo de su pariente cercana, santa Isabel de Hungría; de su abuelo, el rey Jaume I, heredó la energía tenaz y la fuerza del alma que iba a necesitar como esposa y madre para pacificar las desavenencias y enfrentamientos que tuvo su esposo el rey Dionisio de Portugal con sus hijos, y éstos mismos entre sí. z