El conjunto de la iglesia de San Roque y especialmente la ‘Capilla del Beatet’ es uno de los bienes patrimoniales de la ciudad más apreciados en Gandia. Su valor viene dado, además del sentimiento religioso por haber acogido el cuerpo del beato Andrés Hibernón, por ser un elemento arquitectónico de gran importancia del conjunto histórico artístico de la ciudad. El pasado mes de abril, el cardenal Antonio Cañizares lo erigió como santuario.
❐ M.ALMELA/ B.NAVA | 20.10.22
Desde hace unos meses, en la ciudad de Gandia podemos encontrar un nuevo santuario que se une a los ya existentes en la diócesis de Valencia. La iglesia de San Roque, conocida popularmente como “la capilla del beatet”, ha sido erigida como el santuario del Beato Andrés Hibernón por el cardenal Cañizares.
Una elevación concedida por ser, como señala el decreto, uno de los puntos emblemáticos de la tradición religiosa de la ciudad de Gandia por ser testigo de excepción de la santidad del beato Andrés Hibernón.
“Ha sido una gran alegría para nuestra rectoría, hoy ya santuario, recibir, por parte del Cardenal, el decreto de la elevación de la capilla a santuario. Esto significa que, a día de hoy, continúa la devoción al beato”, comenta Erivelton Alves, rector del santuario.
Tal y como explica Alves, para que la capilla haya sido elevada a santuario se han cumplido una serie de requisitos puesto que “la finalidad principal del santuario es promover el culto, la piedad y el proyecto espiritual de los fieles, favoreciendo la devoción al beato y la difusión de sus virtudes”.
Para todo ello ha sido clave la “devoción y cercanía de la gente de Gandia y de las gentes que vienen desde las poblaciones cercanas. Todos tienen un cariño inmenso por el ‘beatet’. Él, aún no siendo valenciano, conquistó el corazón de las gentes de Gandia haciendo que Dios pudiera llegar a la casa de cada uno. Este “enamoramiento” de Dios por parte del beato hizo que la gente le tuviera mucha devoción”.
Beato Andrés Hibernón
El beato, al que guardan una gran devoción en la capital de la comarca de La Safor, nació en Murcia en 1534. Desde pequeño dio muestras de una inteligencia despierta y de una intensa piedad. Sus padres lo enviaron a Valencia, a casa de un familiar, Pedro Ximeno, que lo dedicó al cuidado del ganado. A los veinte años de edad regresó al hogar paterno. Anhelando una mayor perfección cristiana, manifestó deseos de ser religioso franciscano. El 3 de octubre de 1556, a los veintidós años de edad, comenzó el noviciado en el convento franciscano de Albacete, en la condición de hermano lego, profesando el 1 de noviembre de 1557.
Edificó con sus virtudes a los moradores de los conventos de Valencia, Murcia, Jumilla y Almansa. No perdió nunca la ocasión para atraer a los seglares a su camino, especialmente a los moriscos, convirtiendo a la fe cristiana a muchos de ellos.
Tuvo relación especial con san Juan de Ribera, san Luis Bertrán y san Pascual Baylón. Los últimos años de su vida los pasó en Gandía, donde promovió en toda la comarca una renovación desde la contemplación mística y la caridad, por lo que es venerado en aquella comarca como el ‘beatet’. Murió plácidamente en la Ciudad Ducal el 18 de abril de 1602, a los sesenta y ocho años de edad. Pasó los últimos años de su vida en Gandia, donde murió el 18 de abril de 1602.
La fama de sus virtudes y milagros se extendió rápidamente, de tal manera que en 1623 estaba ya terminado el proceso ordinario para su beatificación.
Fue beatificado por el papa Pío VI el 22 de mayo de 1791.
Antiguo convento franciscano
La iglesia de San Roque es de estilo barroco y fue construida en el siglo XVIII en el antiguo convento franciscano de Sant Roc, fundado por Carlos de Borja, hijo de San Francisco de Borja. El edificio original se asienta sobre un torreón y parte del lienzo y fosos del primer recinto amurallado de Gandia.
El interior del templo es de un estilo barroco sencillo, de una sola nave, bóveda de cañón y capillas laterales comunicadas a modo de galería claustral. Una iglesia que ha ido cambiando de aspecto durante los siglos.
Desde sus inicios hasta hoy se añadió la fachada neoclásica y la capilla lateral del beato.
Además, contiene uno de los pocos retablos barrocos que se conservan en Gandia. Cuenta con un escudo con las armas de los Borja, una imagen del beato Andrés Hibernon y azulejos pintados con su figura.