BELÉN NAVA | 9.09.2021
Novecientos días han pasado desde la última vez que los falleros de la capital del Túria ofrecieron sus ramos de flores a la Mare de Déu como muestra de agradecimiento y devoción. Con las fallas de 2020 suspendidas por la pandemia, y las de 2021 aplazadas hasta este mes de septiembre, las emociones estaban a flor de piel al ver, de nuevo, a la imagen de la Virgen de los Desamparados, presidiendo la plaza que lleva su nombre.
Fue una ofrenda atípica, como lo han sido las fallas de este año. A principios del mes de septiembre, con mucho calor y con el clima que nos deja los últimos coletazos del verano. Todo esto hizo que se retrasase el inicio de la ofrenda para evitar las horas de más calor; con dos nuevos itinerarios para las comisiones falleras y una nueva sesión matinal además de realizarse en un recorrido cerrado y sin público para evitar aglomeraciones y siguiendo las directrices sanitarias que todavía marcan los tiempos de pandemia.
Sin cifras oficiales, pero con un censo mucho más reducido que otros años de falleros, la Virgen se fue vistiendo “sin un dibujo previo, remontándonos al origen, en 1987, cuando se estrenó la estructura de madera”, de forma que la parte del pecho se vistió con flor blanca y el resto, con los ramos de otros colores a medida que se vayan entregando, tal y como explicó el coordinador de los ‘vestidores’, Josep García Bosch.
Desde la calle Avellanas y la calle Caballeros iban llegando las comisiones falleras. Infantiles, familias, parejas…la plaza comenzaba a ser un crisol de sentimientos. Sonrisas trémulas, caras de asombro de aquellos que veían por primera vez a la Virgen en la plaza…y lágrimas, muchas lágrimas. Emociones contenidas que por fin afloraban tras un año muy duro a nivel personal y para el mundo fallero en general (artistas, indumentaristas, pirotécnicos, músicos, floristas…).
En el recuerdo de muchos estaban los seres queridos, aquellos que el coronavirus se los había arrebatado de su lado. “Tengo una mezcla de sentimientos encontrados”, aseguraba María con su pequeño Lucas de apenas unos meses en brazos. “Alegría por poder presentarle a la ‘mareta’ a mi hijo. Pero tristeza por los que no están y que este año nos han dejado”.
En este mismo sentido se expresa el vicerrector de la Basílica de la Virgen de los Desamparados, Álvaro Almenar, al asegurar que “he visto un sentimiento de devoción mucho más intenso”. “Unirse a este acto siempre se espera con ilusión y anhelo pero este año era aún mayor por todo el tiempo de espera debido a la pandemia. Y a todo esto debemos añadir el recuerdo de todos los seres queridos que están ya en el cielo”.
El vicerrector de la Basílica de la Virgen destaca que “este ha sido uno de los años que más he visto llorar a la gente y seguro que era porque en su mente estaba ese recuerdo entrañable de los seres queridos difuntos y por aquellos que han experimentado el dolor, el sufrimiento…por la pandemia o por cualquier circunstancia de la vida”.
Pero también hubieron lágrimas de alegría, las de Marta por llevar a Lucía, por primera vez a la ofrenda. La de Esther, que junto con su marido, ofrendó con sus pequeños Pau y Eloi. Las de Carmen, Merche o Sonia que ampliaron la familia en el confinamiento cuando las medidas sanitarias eran más estrictas. Todas ellas lanzaban una plegaria silenciosa a la Mare de Déu: “protégenos y ampáranos”.
Protección constante
La primera jornada de la ofrenda floral culminó con el paso de la fallera mayor infantil, Carla García Pérez, y su corte de honor, por la Basílica de la Virgen, donde fue recibida por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. Antes de impartir la bendición, el Cardenal agradeció el cariño a la Virgen de los miles de falleros y falleras que pasaron con sus ramos de flores y aseguró que “Valencia es la Virgen de los Desamparados” y que “toda Valencia está bajo su manto”.
“Damos gracias a Dios esta noche por tener una Madre tan buena como es Ella y también por cómo son los valencianos” y “le pedimos protección constante en este tiempo de pandemia, que no es para que nos hundamos, sino para levantar los ojos hacia Ella y esperar de Ella salud y tiempos mejores”, precisó el Arzobispo, que estuvo acompañado por el rector de la Basílica de la Virgen, Jaime Sancho, y el vicerrector Alvaro Almenar. Junto con la Fallera Mayor Infantil y su Corte de Honor ofrecieron sus ramos también las representantes de las fiestas de Alicante y Castellón.
La segunda jornada, que incluyó un turno matinal y otro vespertino, concluyó con el paso de la fallera mayor, Consuelo Llobell, y su corte de honor, por la Basílica de la Virgen, donde también fue recibida por el cardenal arzobispo de Valencia.
El Cardenal alentó a confiar más en la Virgen y pidió “que interceda por todos nosotros”.“Ella nos pide algo: que confiemos más en su hijo, Jesucristo, que aumentemos la fe en Él y la devoción por ella”, aseguró.
Por su parte la fallera mayor elevó también una oración a la Mare de Déu y entre otras cosas indicó que “han sido miles las flores depositadas estos dos días ante ti y en cada flor había una súplica, una petición y una plegaria”. De igual forma pidió a la patrona por todas las personas que se encuentran enfermas o solas y, en especial, invocó a la Virgen de los Desamparados para que el mundo fallero sea instrumento para “el bien común y la convivencia”.