Las primeras siete vidrieras de la Iglesia Jesuitas Valencia, que se desmontaron el pasado mes de febrero, ya han sido restauradas e instaladas de nuevo en su espacio original. Los trabajos de recuperación han puesto en evidencia una contradicción sobre la fecha de montaje del conjunto de cristaleras. En un principio se pensaba que las vidrieras se instalaron en la última ampliación del templo, en torno a 1941, pero la restauración de las mismas indica que existen muchas piezas de épocas anteriores.

Dos de las vidrieras restauradas en la Iglesia Jesuitas Valencia (Fotografías: S. Benavent)

❐ SERGIO BENAVENT | 07.09.2013
Siete vidrieras de la Iglesia Jesuitas Valencia, que se desmontaron el pasado mes de febrero dentro de la segunda fase del proyecto de restauración integral del templo de los jesuitas en Valencia, ya están instaladas de nuevo en su espacio original tras haber sido restauradas. La intervención de todo el conjunto de cristales decorados del templo de la Compañía de Jesús en Valencia se ha realizado en el taller del maestro vidriero Ximo Roca, que reconoce que “aunque sabíamos que las vidrieras estaban en mal estado, los trabajos nos han confirmado que todavía estaban peor de lo que pensábamos”.

Las vidrieras que ya han sido restauradas se corresponden a las de la planta superior del colateral este del templo, es decir, las del lado izquierdo según se accede a la iglesia. Al mismo tiempo que se han vuelto a instalar en su lugar, se ha procedido al desmontaje de sus vidrieras “gemelas”, las que se encuentran frente a ellas en la primera planta del muro oeste.

En total se recuperarán 77 vidrieras que suman 272 metros cuadrados, por lo que se considera el conjunto de cristales policromados más grande de la ciudad de Valencia.

Comenta Roca que “especialmente complicada” es la situación de las piezas de la planta baja de la capilla. Sólo con dar un paseo por las naves laterales es fácil ver que algunas de las cristaleras tienen unos agujeros “bestiales”, como los define el propio maestro vidriero. El caso de las cristaleras de la planta superior es parecido y se añade que “algunas varas de sujeción también estaban sueltas, lo que provoca que los vitrales pierdan la verticalidad”.

A causa de la mala situación de partida, Ximo Roca relata que “el trabajo de taller ha ido según lo previsto, pero no tanto los trabajos de montaje y desmontaje de las vidrieras”. Nos sigue explicando la razón: “Ya apreciamos desde el primer momento que los marcos estaban montados hacia dentro de la iglesia”. En este caso, “si falla el sellado de los marcos, la estanqueidad de las ventanas, como hemos constatado, el agua que se cuela por dentro del marco acaba entrando directamente a la iglesia”.

La restauración actual ha tratado de solucionar un problema que se remontaba a la época de la instalación. Roca ha planteado dar la vuelta a los marcos con lo que, si en un futuro “falla la estanqueidad en algún punto, el agua que entre dentro del marco será expulsada hacia el exterior”.

Esta actuación añade otra ventaja en el caso de que se tenga que restaurar de nuevo alguna vidriera: “Será mucho más fácil trabajar ya que no habrá que montar ningún andamio en el interior de la iglesia, sino que se podrá acceder desde las terrazas mucho más cómodamente”.

El maestro vidriero nos comenta otro de los problemas sobrevenido por el actual montaje de las cristaleras. Originariamente se instalaron los bastidores de las vidrieras y, posteriormente, se añadieron unas columnas de metal en el centro de cada una de las piezas y unas molduras en los lados. “Estas molduras impiden que podamos sacar las vidrieras limpiamente, por lo que toca recortar cada uno de los lados, así como la columna del centro”.

Para evitar que futuras generaciones se encuentren con los mismos inconvenientes “ahora mismo estamos incorporando unos premarcos para que se queden fijos y sobre ellos se atornillan los marcos originales”, que se recuperan y preparan en el taller de Ximo Roca en la población valenciana de Alginet. En el caso de necesitar una intervención posterior, se desmontará únicamente el bastidor de la vidriera primigenia y será todo mucho más sencillo.

Vidrieras anteriores a 1941
La principal novedad que ha puesto en evidencia la actual restauración de las vidrieras es que el conjunto está formado por cristaleras de diferentes épocas. “Sabemos que ha habido una intervención anterior, pero no sabemos en qué año se produjo”, explica Ximo Roca. En un primer momento se pensaba que los vitrales databan del año 1941, en unos trabajos que se realizaron en el taller del maestro vidriero José Muria Gil. Pero puede ser que esta información no sea exacta. “Algunas vidrieras sí que datan de la última ampliación de la iglesia. Nos referimos, por ejemplo, a las que están justo delante del coro. Esas son las más recientes, pero las otras seguramente son anteriores” señala Roca.

Es probable que en 1941 esas vidrieras más antiguas se extrajeran y se les hiciera una “pequeña intervención”, puesto que ya estaban reparadas, aunque no se trató de una intervención de la envergadura que se ha acometido ahora. Las vidrieras más antiguas probablemente se añadirían al templo durante la segunda ampliación del mismo, sobre el año 1915, cuando se añadieron las dos naves laterales. “Habrá que esperar a extraer más conclusiones. Todavía estamos en fase de investigación”, destaca Ximo Roca.

En este punto, nos preguntamos cómo se puede conocer que una vidriera es más o menos antigua. La respuesta nos la facilita Empar Boix, artista especializada en recuperación de vidrieras y encargada del taller de Ximo Roca.

“Nos dimos cuenta porque el plomo era diferente. Hay plomo que es más rígido, más sólido que el de antes. El plomo más antiguo se nota que es una película más fina” apunta Boix. También se deduce por los vidrios utilizados: “los cristales de las primeras vidrieras son texturados, hay vidrios que son diferentes, tanto el vidrio como el color”.

Respeto por el pasado
En una obra de esta envergadura suelen aparecer nuevos problemas diariamente. En esta ocasión “el principal problema fue al extraer las vidrieras, que estaban muy deterioradas. Los cristales son muy finos: cuando los cogíamos se caían, había muchos vidrios que estaban rotos y tuvimos que preservarlos muy bien para que no se deterioraran más”.

Una vez en el taller “es un proceso muy laborioso, de paciencia, de hacerlo con mucho amor”. Empar Boix señala que trabajar con mucha paciencia, con mucho cuidado, es una de las claves: “Debemos tener en cuenta que estamos respetando algo que hicieron hace mucho tiempo otras personas. La finalidad no es hacer algo nuevo, sino dejarlo todo lo mejor posible, respetando el criterio de antes”.

Incide la artista restauradora que éste es uno de los detalles cuando se afronta una intervención de estas características: “Aunque ahora hubiéramos hecho las cosas de manera distinta, debemos respetar el criterio original. Hay vidrios que se han quedado de diferentes colores, pero son de un criterio anterior y hay que respetarlo”.

Sustitución de cristales rotos
Boix también nos explica cómo se soluciona la rotura de vidrios o la ausencia de ellos a causa del deterioro provocado por el paso del tiempo, aunque “a veces es difícil, porque hablamos de vidrios que ya no se fabrican”. En el caso de las vidrieras de la Iglesia Jesuitas Valencia existen muchos más colores que ahora ya no se hacen “porque este trabajo poco a poco se pierde y ya no se hacen tantas vidrieras como antes”. Por ello, el tema de las sustituciones de piezas deterioradas es complicado: “Intentamos ajustar sobre todo el color. Lo que manda es el color, para tratar de igualarlo al máximo”.

Además, algunos vidrios que tienen un acabado mate se han “matificado” al horno para adaptar el color. “Ese mate lo hemos hecho al horno”, añade, siempre buscando el mejor resultado y que sirva para recuperar el esplendor y el valor que tienen esas vidrieras.

Sin lugar a dudas, el denominador común que ha caracterizado el trabajo de todo el equipo de restauración ha sido la “ilusión y la pasión por el trabajo”.

Trabajos en el taller
Empar Boix nos explica los diferentes pasos que se siguen para restaurar las vidrieras de la Iglesia Jesuitas Valencia. “Lo primero que hacemos es un trabajo de fotografía, porque hay que hacer un registro de cómo están los vitrales antes de la restauración”.

Tras documentar el estado de las cristaleras se evalúa el daño que tienen y “hacemos un plan de actuación, porque tenemos que establecer un criterio: qué nivel de daño respetamos del plomo o del vidrio”.

Hablando con Empar Boix nos damos cuenta de lo delicado que es el proceso y lo profesionales que están siendo los trabajos. “Una vez tenemos definido el criterio, ya comenzamos con las sustituciones: sustituimos plomo o vidrio. Luego vamos con las soldaduras, reestructuramos toda la vidriera. Una vez reestructurada, ya se procede a la limpieza y al masillado: se masilla la vidriera para consolidarla y para que quede la estructura lo más sólida posible”.

Señala la restauradora que con tanto tiempo dándoles el viento y la lluvia las vidrieras también “se apandan”, es decir, se doblan ligeramente.

Después de volver al sitio cada una de las piezas, se procede a poner las vidrieras directamente sobre su marco, masillándolas y respetando el material original. “No gastamos ni cemento ni silicona, sino una masilla que hacemos nosotros mismos y es como aceite, porque en este caso concreto se quiere que la restauración sea lo más aproximada a como se hizo el trabajo antiguamente. Esa masilla no es nada agresiva y con el paso del tiempo no se queda adherida a la vidrieras”, señala Boix.

La recuperación de las vidrieras forma parte de la segunda fase del proyecto de restauración integral del templo de los jesuitas en Valencia. En esta misma fase de intervenciones también se está trabajando sobre el órgano centenario de Pedro Palop. Si desea colaborar económicamente en la restauración, puede hacer su donativo en el siguiente enlace: www.iglesiajesuitasvalencia.org/colabora