B.N. | 23-02-2017
La misa exequial fue presidida por el Cardenal y concelebrada con monseñor Esteban Escudero y el Cabildo catedralicio. A.SAIZ
Con los primeros compases del Requiem de Fauré interpretado por la Coral Catedralicia que durante años dirigió José Climent entraba en la catedral de Valencia el féretro del que fuera canónigo prefecto de música sacra de la Seo valentina fallecido a los 89 años y al que el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, definió como “músico de raza”, que “siempre buscó y comunicó en la música la suprema belleza de Dios” durante la misa exequial.
Un Requiem que sirvió como homenaje póstumo a Climent, quien, cuando estudió en París tuvo el privilegio de tocar en la iglesia de la Madaleine, donde también lo hizo el compositor y organista francés Gabriel Fauré. Y es que tal y como recordó el cardenal Cañizares, don José fue un “testimonio de resurrección y de eternidad en una vida entregada al Señor a través de la música religiosa, sagrada y litúrgica”.
En la misa en sufragio por el sacerdote, organista y musicólogo valenciano, el Arzobispo insistió en que “la verdadera be­lleza es el amor de Dios, como di­ce Benedicto XVI” y precisamente “don José, a través de la música, intentó y logró que la acción litúrgica resplandeciera se­gún su propia belleza” ya que “és­ta no es un elemento decorativo de la acción litúrgica”.
“Él mismo me decía ‘para Dios, lo mejor’ y de Dios viene lo mejor, que es la buena música, y ése es el testimonio que nos deja José Climent, y ese testimonio, esa fe, es lo que salva al mundo, y en esa fe está el futuro del hombre y la sociedad, la paz entre los pueblos y el perdón para las gentes”, precisó el Cardenal en la misa que fue concelebrada por el obispo auxiliar de Valencia monseñor Esteban Escudero y el Cabildo de la Catedral.
El Cardenal, recordó igualmente la importancia de la misa “que con tanta devoción celebró siempre José Climent, todos los días, y a la que dedicó toda su vida, y realzaba esa belleza con la música que tan delicadamente interpretó y realizó”. En este sentido, para él “la música no fue un elemento decorativo en la liturgia sagrada sino que comprendió, desde muy pronto, y ratificó, hasta muy tarde, que estaba en la entraña misma de la liturgia”. Por eso, dijo el Cardenal, “se comprenden algunos enfados suyos cuando consideraba que era insuficiente la atención a una mayor calidad de la música”.

Hijo predilecto de Oliva

José Climent Barber nació en Oliva en 1927. Ordenado sacerdote en 1950 en Valencia, en 1951 fue nombrado beneficiado organista de la catedral de Valencia y en 1957 se trasladó a París para ampliar estudios hasta el año 1968. Ese mismo año fue nombrado presidente de la comisión diocesana de Música Sacra y en 1979 formó parte del Consejo Presbiteral.
Desde 1981 era canónigo de la Seo y prefecto de música sacra. Además, fue director de la Escolanía de la Virgen, profesor de la facultad de Teología y en la actualidad era director de la Coral Catedralicia. Climent era académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, de Valencia, y de la RACV.
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Lea un artículo de Pablo Márquez, organista de la Catedral, y las reacciones de diferentes instituciones valencianas, en la edición impresa de PARAULA